José Manuel Bujanda Arizmendi
“Euskadi es la Patria de los vascos”. 1 de Abril, Aberri Eguna 2018, 86 años nos separan de aquel primer Aberri Eguna. Sí, es el día de mi País, de mi Nación, de mi Patria. Y yo quiero demasiado a mi país, a mi Nación, a mi Patria, a Euskadi, como para pretender que la construyamos los unos frente a los otros, y por ello no creo en la política de trincheras, ni en las trincheras en política, ni en cuestión de sentimientos de pertenencia y/o de barreras identitarias-simbólicas. No, no creo en trincheras ni barreras, ni interiores ni exteriores. No creo en jaulas de oro para cobijo y nido confortable para conceptos que en sí no son eternos ni perpetuos, ni inmutables, y que al contrario, son dialécticamente dinámicos, cambiantes y reformables.
Soy nacionalista vasco, y ejerzo como tal, demócrata y ciudadano europeo. Quiero y deseo el máximo autogobierno para Euskadi, el máximo posible en el siglo XXI. Y por ello precisamente quiero una Euskadi compartida, una nación vasca ciudadana. Estimo fundamental garantizar la aceptación en clave de integración política la voluntad compartida de la sociedad vasca y su reconocimiento jurídico y político en el ámbito estatal. Clave mantener voluntad de pacto y acuerdo, no entiendo el autogobierno basado en otros principios distintos a los de la libre disposición sobre nuestro futuro colectivo, la voluntad de pacto en el seno de la sociedad vasca y posterior con el Estado. Futuro compartido vasco considerando la no-imposición como el procedimiento a futuro cual clave de bóveda y regla de juego. Apuesta por un nuevo acuerdo inclusivo entre vascos primero y con España después, un bilateralismo no fácil, pero sí superador de una unilateralidad frustrante y sin recorrido.
En el preámbulo del defenestrado “Nuevo Estatuto Político” en tiempos del Lehendakari Ibarretxe se decía que “en virtud del respeto y actualización de nuestros DDHHs recogidos en el Estatuto de Gernika y en la Constitución Española, manifestamos nuestra voluntad de formalizar un nuevo pacto político para la convivencia que se materializa en un nuevo modelo de relación con el Estado español”. Pacto y convivencia pues, negación de las trincheras. Apuesta por buscar y encontrar nuevos espacios de encuentro integradores, donde se respetarán la palabra y la voluntad expresada por la sociedad, negociando y pactando en primer lugar “aquí” y después “allí”. Hago mías las reflexiones de Juanjo Álvarez cuando entiende que se debe profundizar en lo que nos une, porque tenemos que ser capaces de alcanzar un nuevo pacto desde el mutuo reconocimiento y la bilateralidad efectiva. No vale pues apostar al todo o a la nada, sino avanzar con inteligencia, conocimiento del adversario político, con pasos medidos pero firmes hacia mayores cotas de autogobierno en las que el consenso esté lo más cerca posible del pleno. Así lo tasaron nuestros mayores con sabiduría y prudencia audaz acotada: “Txikiak handia benzi leidi asmoz eta jakitez”. Es sumar heterogeneidades, aglutinar pluralidades, buscar sumatorios de maneras de ser y sentirse vascos. Es pasar de la diversidad legítima a la convergencia respetuosa sin trincheras. Y yerra quien identifica y confunde compartir objetivos a futuro con claudicar ideológicamente, es mezclar táctica con estrategia, ideología con política.
Parafraseo al Lehendakari Urkullu cuando presidente del PNV bien afirmó:
“Desde la responsabilidad, el PNV ofrece un acuerdo de futuro en una cuestión de Estado, de largo aliento y alcance, al menos para dar cobijo a la Euskadi de la próxima generación, un acuerdo que persigue profundizar en el autogobierno y en la democracia, es decir en la ampliación del poder político vasco y en la recuperación para nuestra ciudadanía de su capacidad para decidir en cada momento su futuro y el status jurídico-político de su Nación. Un autogobierno del siglo XXI entendido desde la bilateralidad. Ofrecemos y reivindicamos este acuerdo en un momento de vital trascendencia para nuestra sociedad
(…) la premisa es que el ideal del autogobierno se encuentra en la concordia y convivencia entre identidades diferentes, desde el respeto y reconocimiento mutuo. Este ideal es de aplicación a la articulación del Estado español confederal y plurinacional. Supone asumir el reconocimiento jurídico-político, social y cultural de las realidades nacionales catalana o vasca, además de la española. Es una visión constructiva y pactada de la redistribución de soberanía. Es más, el objetivo de convivencia entre identidades diferentes se puede alcanzar asumiendo el concepto europeo de cosoberanía o soberanía compartida. Es habilitar cauces legales para que las Comunidades políticas que, mediante decisión expresa de sus instituciones parlamentarias de autogobierno quieran consultar a la ciudadanía sobre su futuro, puedan hacerlo”.
Es compartir con JJ Imaz expresidente del PNV cuando afirmaba:
“Quiero demasiado a mi país como para pretender que lo construyamos los unos frente a los otros en un ejercicio aparentemente democrático que conlleva en su seno una fricción tal que puede dar lugar a que los vascos nos enfrasquemos en un empate infinito que anule nuestra ilusión, desgaste nuestras energías y deje a la siguiente generación la herencia de la frustración. Sólo por eso merecería la pena un supremo esfuerzo por compartir un proyecto para el futuro entre las principales sensibilidades e identidades políticas del país. Las sociedades modernas se construyen a través de un acuerdo o consenso mínimo entre sus principales corrientes constitutivas. Y yo quiero para mi país la misma solidez a la que aspiran los demás, construyendo para ello mayorías amplias y cualificadas sobre el proyecto de futuro”.
Es coincidir con Manuel de Irujo: “no quiero aduanas en Hendaya, ni en el Ebro. Quiero seguir comerciando con el otro lado del Ebro. Pero tampoco quiero aduanas en el Bidasoa. Aspiro a tener relación con los del otro lado del Bidasoa, a encontrarme con los del otro lado del río, en la relación que me encuentro hoy con los del otro lado del Ebro, en un régimen de interdependencia”.
El futuro de Euskadi nos impele a actuar con coraje e inteligencia acordes con la realidad, demanda pulsar la actualidad, interpretar, leer voluntades, ideas y sentimientos simbólicos, culturales, ideológicos y sociales de la sociedad. Escuchar cual lóbulo de oreja. Hoy, igual que ayer y mañana, el futuro de Euskadi lo va a determinar la voluntad de seleccionar y acertar objetivos que configuren próximas etapas y es que la historia del Pueblo Vasco no es tan sólo la historia de un “yo” que se va explicitando en el tiempo, sino también la de un fenómeno evolutivo que recibe la mayor parte de su impulso, contenido y orientación en interrelación con otros. Sin trincheras, barreras o jaulas de oro, a pecho descubierto, mirando al otro, al futuro, estrechando manos sin complejos, como vascos nacionalistas.
Nuevos tiempos, relaciones, realidades, proyectos y oportunidades con una Nafarroa y una Mancomunidad Vasca de Iparralde caminando esperanzadoramente hacia un futuro vasco en común. Sí, soy nacionalista vasco, y por ello quiero una Euskadi de siete lurraldes sin trincheras, ni barreras interiores ni exteriores, sin jaulas de oro. Una Euskadi paseando a pecho descubierto por calles, valles y mares de libertad y democracia. Una Euskadi con el máximo autogobierno posible, Zazpiak Bat cosoberano. Euskadi siglo XXI.
Bajo la sombra de José Antonio Aguirre levanto mi copa junto a la del Lehendakari Iñigo Urkullu y del presidente del PNV Andoni Ortúzar, y me uno a los vascos repartidos por el mundo que sienten que Euskadi es su patria. Katea ez da eten. Gora Euskadi Askatuta!
Aberri Eguna para los nacionalistas vascos, el resto pasamos olimpicamente