Iñaki Anasagasti / Koldo San Sebastián



Índice de Parte 1


Introducción

“Había que hacer algo, y aunque cayeron bastantes (demasiados) fuimos muchísimos los que lo pudimos contar, y no a pesar del pacto sino en virtud del mismo”. Juan Manuel Epalza

El 23 de agosto de 1937, Juan de Ajuriaguerra, máximo dirigente del Partido Nacionalista Vasco en Bizkaia que había llevado el peso de las negociaciones de paz con los italianos (el que ha pasado a la historia como “pacto de Santoña”), tras oír misa oficiada por José Miguel de Barandiaran, embarcó en el aeropuerto de Parma, Biarritz, en lo que sería el último vuelo a Laredo del pequeño avión de “Ayr Pyrennées”, conocido como El Negus, que aterrizó poco después sobre las arenas de la playa de Laredo. En esta localidad cántabra, se reunió con algunos consejeros del Gobierno vasco y, más tarde, con el Euzkadi Buru Batzar .

Ajuriaguerra explicó los términos del acuerdo. Por otro lado, en aquella reunión, se decidió qué dirigentes debían ser evacuados para atender a los miles de refugiados repartidos en Francia y en Cataluña, y quiénes debían quedarse. Entre los primeros, Doroteo de Ciaurriz, presidente del EBB; Carlos Solano, Luis Arregui, Luis Arredondo y Luis Zarrabeitia, del Bizkai Buru Batzar: Elías de Etxeberria y Ander Bereziartua, del Gipuzko Buru Batzar, y Antonio Gamarra del Araba Buru Batzar. Entre los que se quedaron, el propio Ajuriaguerra, Jesús Solaun y Lucio Arteche, del BBB; Florencio Markiegi, Ander Arzelus y Edorta Alberdi, del GBB, e Ignacio Unzueta, del ABB.  Luis Arredondo participó en aquella reunión:

“Playa de Laredo, 23 de agosto de 1937. A la orilla de la playa, flanqueada de pequeñas dunas, había un pequeño chalet en construcción, cuyo dueño, un amable republicano riojano, lo puso a disposición del Partido a nuestra llegada a dicho pueblo.

Estaba anocheciendo ya y nos encontrábamos sentados en el «aterpe» de la casa de los ocho burukides del Partido que quedábamos con nuestro pueblo, charlando con algunos de los chóferes y gudaris que componían nuestro cuartel general.

De pronto aparece el avión Negus, volando a escasa altura y posándose en la playa a pocos metros de nosotros.

¡Pero si es Juan!, dijimos al ver descender a Juan del avión. ¿Cómo se te ha ocurrido venir? ¡Si ya no hay nada que hacer y tú lo sabes tan bien como nosotros!, le dijimos.

«Si, hay algo que hacer» nos contesta. «Vamos a celebrar un batzar esta noche y tenemos que tomar una decisión importante».

Efectivamente, aquella noche nos reunimos en una pequeña hondonada cubierta de juncos. Unas velas para vernos e impedir cualquier contingencia, con una guardia compuesta de gudaris nabarros, que habían desertado a nuestras líneas, y que nosotros teníamos cerca con objeto de protegerlos pues los considerábamos en mayor peligro que al resto de nuestros gudaris.

En prevención de que el Pacto con los italianos fallara, Juan propuso que echáramos a suertes para determinar los burukides que habían de quedar corriendo la suerte de los gudaris y los que habían de salir al extranjero para proseguir la guerra contra el franquismo.

Se aceptó la propuesta por unanimidad y cuando Luzear [1] burukide de Gipuzkoa se puso a escribir en unos pequeños papeles los nombres de todos, Juan le dijo: «No pongas mi nombre. Yo he venido a quedarme; el doctor Ziauritz, presidente del E.B.B. y además el hombre de más edad de los que estamos aquí debe salir sin sorteo».

Entonces el Dr. Ziaurritz protesta con vehemencia llegando a insistir con lágrimas en los ojos, pero Juan alegaba que él había impulsado con más fuerza que nadie el enrolamiento de gudaris a Euzko Gudarostea, lo que le obligaba, a juicio de él, más que a los demás.

Y así, con seriedad, casi diría yo que hasta con protocolo, se realizó un acto de solidaridad con el pueblo que proclama muy alto el sentido de responsabilidad del Partido”.

Como es sabido, unido al hecho de que no llegaron todos los barcos que se esperaban, los italianos no cumplieron su parte del pacto y, el día 26 de agosto, las tropas franquistas se hicieron cargo de los vascos. Llegaron los juicios sumarísimos, sin posibilidad de defensa, sin respetar las normas procesales. Fueron condenados a muerte los dirigentes políticos y sindicales, los militares profesionales y todos quienes, en las milicias, habían alcanzado la graduación de capitán para arriba. El día 5 de octubre se produjo el primer fusilamiento en el penal de El Dueso, el del comunista Manuel Eguidazu. El día 15, ejecutados fueron elegidos cuidadosamente: dos por cada organización política y sindical, dos de las Milicias Nacionalistas (Euzko Gudarostea), en total catorce [2]. Luego, en Santoña, los días 28 de octubre y 25 de noviembre, cuarenta y tres prisioneros más fueron pasados por las armas. De estos, 37 eran santanderinos y seis vascos. El 17 de noviembre, fueron fusilados en Santander 11 prisioneros, de estos, dos eran vascos [3].

¿Qué fue el “pacto de Santoña”? Los autores de El péndulo patriótico dudan entre “conducta digna o traición infame”. Por cierto, en la calificación del pacto, coinciden con los críticos de Sortu (partido al que consideran “blando”), hablando éstos de “traición imperdonable del PNV” (se olvidan que lo que ellos llamaron “izquierda abertzale”, Acción Nacionalistas Vasca, y los independentistas del Euzko Mendigoizale Batza (conocido como Jagi Jagi), también se entregaron en Santoña). El Partido Nacionalista Vasco había roto de hecho con el Gobierno republicano. Por orden del Euzkadi Buru Batzar, los tres consejeros nacionalistas (Jesús María de Leizaola, Eliodoro de la Torre y Telesforo Monzón) y el ministro Manuel de Irujo habían presentado su dimisión al considerar que el Gobierno central no había puesto los medios que impidiesen la caída de Bilbao. Los nacionalistas consideraban aquello como una “traición manifiesta”. ¿Quién traicionaba a quién? Los nacionalistas, sintiéndose abandonados por la República, buscaban detener aquella sangría, y a pesar de la represión que siguió, como señalaba Monzón, “ahorró mucha sangre”. La represión que sigue a la caída de Asturias, unas 4.500 personas, hombres y mujeres, puede servir como referencia.

¿Cómo se explica el acuerdo de paz por separado firmado por los nacionalistas (a las que se sumaron otras fuerzas)? Hasta agosto de 1937 y mientras se combatió en Euskadi, los nacionalistas habían aportado al esfuerzo bélico mayor número de combatientes y, por ende, mayor número de bajas (muertos y heridos) que cualquiera de las demás fuerzas partidistas vascas juntas. ¿Merecía la pena seguir combatiendo en condiciones de inferioridad? ¿Tenía el norte peninsular alguna posibilidad? ¿Cómo se podía detener la matanza? Luis Ruiz de Aguirre, que firmaba con el seudónimo Sancho de Beurko, comandante de Acción Nacionalistas Vasca y protagonista de aquellos hechos, responde con claridad a estas cuestiones, recordando, además, que los gudaris fueron voluntarios y derrocharon heroísmo en los Intxortas, Cota 333 de Amorebieta, Sabigain, Peña Lemona, Gorbea, Orduña, Sollube, Bizkargi, Artxanda…:

“Esta fue una demostración a la que fácilmente pueden agregarse otros combates con la firme voluntad de luchar hasta el agotamiento. Y cuando las condiciones son suficientes por ese agotamiento, comenzó la tentación de negociar. En un lugar de Iparralde, en donde en todas las guerras vascas se reunían los intrigantes y manipuladores, los espías y vendedores de armas. Y si la tentación tiene su forma completa y las ayudas no llegan y los amigos se ausentan y se piensa que el pueblo vasco puede morir, se lanza la noticia introduciéndola sutilmente hacia el hombre más sentible, que sufre más que nadie: el lehendakari Aguirre. Esto, a un mes del bombardeo de Guernica, cuando tanto se ha perdido y tanto se sufría en cada palmo de terreno que se abandonaba. Pero alguien debía tomar para si esa responsabilidad que ya no correspondía al Lehendakari, por su compromiso. Y ahí surge el hombre fuerte, el que dijo en cierta ocasión que su novia era Euskadi: Juan de Ajuriaguerra”.

Asimismo, no hay que olvidar que, en Santoña, no solo se entregaron los nacionalistas (PNV, ELA-STV y Jagi, incluidos los de ANV que pertenecían al Frente Popular). También lo hicieron fuerzas del Ejército regular, un batallón de Izquierda Republicana, con su comandante Diego Sánchez de la Vega al frente, y los de la CNT [4]. Esta última organización contó incluso con un representante en la Comisión de Enlaces, “directora de la rendición y máxima responsabilidad”. Se trató del comisario de guerra Máximo Astiz. A esa Comisión pertenecieron, además, José Elorriaga (comisario político de la II División), Luis Ruiz de Aguirre (comisario de guerra de ANV [5]), Felipe Lizaso (comandante del batallón Itxarkundia), Gabriel de Arana (comandante del batallón Mungia) y José María Figueroa (enlace general). Sorprende como los cenetistas o los de ANV, o sus exégetas, con la excepción del propio Ruiz de Aguirre, pasen como sobre ascuas cuando se trata esta cuestión. El anarquista Manuel Chiapuso, por ejemplo, tan prolijo en sus narraciones hasta entonces, se limita a perorar: “error garrafal”, “tragicomedia”. Entre los académicos profesionales, se repiten casos como el de José María Garmedia quien, en su “documentado” El Pacto de Santoña, no cita ni una sola vez a los batallones de la CNT, de ANV o del Ejército regular que participaron en la rendición. Algo parecido ocurre con el siempre meticuloso Gregorio Morán que, aunque sí cita a los de ANV, se “olvida” mencionar que el “Astiz” que estuvo en la reunión con el coronel Prada en Santander es el mismo Máximo Astiz que, en representación de la CNT, estuvo en el “Alto Comisariado para la Rendición” (como llama Xuan Cándano a la “comisión de enlace”). Quizá porque esto, y la presencia de José María Figueroa como enlace general, quebraría la “doctrina” según la cual, además de infame traición, en Santoña, solo participaron nacionalistas vascos.

La decisión: ¿qué partido tomar?

Hemos visto la colaboración leal que el pueblo vasco, y especialmente el nacionalista prestó a la República en los momentos de la iniciación de la guerra en Euskadi.

Para darse mejor cuenta de ello, es preciso no perder de vista que esta guerra que ensangrentó a nuestro pueblo, no fue una guerra vasca, como no lo fueron los carlistas de la pasada época. Carlos e Isabel, República o Monarquía en España, son pleitos que a los vascos no interesan.

No obstante, en los dos casos, los vascos fueron a la guerra ¿Por qué? Siempre por un espíritu de patriotismo; en las guerras carlistas inconsciente: por la defensa de la Religión y de los Fueros, que creían en peligro. En la de ahora por patriotismo inteligente y consciente: por la libertad de la Patria, por defender su país contra los que ya anunciaban su determinación a atropellar definitivamente todo derecho nacional vasco.

Por ello, no debían extrañarnos las críticas y calumnias que, con constancia y energía dignas de mejor causa, han dedicado a Euzkadi y a cuantos hemos tenido como objetivo exclusivo y único, defenderla y servirla, engrandeciéndola [6].

La guerra civil española comenzó formalmente el 18 de julio de 1936 al fracasar el golpe de estado planeado para derribar al Gobierno salido de las elecciones celebradas en febrero de aquel año. En aquellos comicios, el Partido Nacionalista Vasco se había convertido en la principal fuerza política si bien los votos estaban repartidos de forma desigual entre los tres bloques: las derechas, el Frente Popular (en el que está integrado Acción Nacionalista Vasca) y el PNV.

Al conocerse las primeras noticias de la sublevación del Ejército en África, salieron a las calles de ciudades como Bilbao patrullas formadas por anarcosindicalistas y elementos del Frente Popular tras una reunión convocada en el Gobierno Civil de Bizkaia a la que no fue invitada el PNV. El comunista Ricardo Valgañón, refiriéndose a este asunto, dijo a Ronald Fraser: “No contábamos con ellos (los nacionalistas) para nada, ni siquiera pensábamos en ellos…”.

¿Cuál fue la postura del Partido Nacionalista Vasco? Determinados autores siguen cuestionando y sembrando dudas sobre la postura de este partido.  Por ejemplo, José Miguel Azaola llegó a calificar los datos sobre la toma de postura con “una laguna histórica del PNV”. Desde siempre, ha resultado sencillo reconstruir la secuencia de los hechos. ¿A qué “laguna” se refiere entonces Azaola? Hay fuentes y datos suficientes. Entonces, ¿dónde se encontraba la “laguna”? Nosotros las llenamos fácilmente a través de cuatro testimonios de testigos de primer orden: Manuel y Andrés de Irujo y Ollo, José María Lasarte, Mariano Estornés Lasa y Juan Ajuriaguerra Ochandiano.

En la tarde del 18 de julio de 1936 los diputados nacionalistas a Cortes Manuel Irujo y José María Lasarte [7], o Manu Robles-Arangiz, como presidente del sindicato ELA-STV, ya habían hecho pública su postura. Hay que destacar que la nota de Irujo y Lasarte fue la primera hecha pública adelantándose en el tiempo a los pronunciamientos que siguieron de partidos y sindicatos de izquierda.

“A la mañana siguiente (18 de julio), sin noticias en el Gobierno Civil, el problema se había agravado ante mis ojos. En compañía de mi compañero de Diputación en Cortes, Sr. Lasarte, me presenté en el Gobierno para hacer ante el representante del Poder Civil y del Estado republicano nuestra protesta como mandatarios legítimos de Guipúzcoa y en nombre de la minoría parlamentaria vasca, contra el pronunciamiento militar cualquiera que fuese el objeto perseguido y los apoyos que sumaran a su causa los sublevados puestos en facción.

Nuestra proclama y manifestaciones sirvieron al gobernador para llenar cada hora del día unos cuantos minutos en las emisoras de radio de San Sebastián y para excitar a las representaciones civiles, políticas y sindicales a sumarse a la actitud de los diputados, poniéndose al lado del Gobierno legítimo y contra los sublevados.

(…)

Tras de nosotros desfilaron por el Gobierno Civil, las representaciones socialistas, republicanas, comunistas, de la UGT, CNT y Solidaridad de Trabajadores Vascos, dirigiéndose también un llamamiento al vecindario por el Comité del Frente Popular de Guipúzcoa” [8].

A los dirigentes del PNV, no les gustó que dos de sus diputados se arrogasen la representación del partido, que solo corresponde al EBB. José María de Lasarte explicaba así la reacción del Consejo:

“A consecuencia de haber oído los miembros del EBB los miembros del EBB esta referencia por radio, en la reunión que tuvieron aquella misma tarde en los locales de Euzko Idazkaritza acordaron pedirnos cuentas por nuestras manifestaciones ante el Gobernador civil, pues nuestra supuesta actitud de adjudicarnos la representación del Partido Nacionalista Vasco le habría molestado sobremanera” [9].

Andrés de Irujo y Ollo fue testigo directo de las conversaciones entre su hermano Manuel y José Lecaroz, director del diario nacionalista El Día. Lo que sigue es un fragmento de una larga entrevista que le hicimos en la sede de la Editorial Ekin de Buenos Aires en 1988.

“Esa tarde (la del 18 de julio) se reunió con toda urgencia el Euzkadi Buru Batzarra en la sede de Euzko Idazkaritza de San Sebastián. También están presentes los diputados nacionalistas a Cortes, excepto Lasarte y Manuel [10]. Es la última reunión completa a la que asisten las cuatro regionales.

¿Por qué conocemos lo que ocurrió allí? En Donostia se publicaba el diario El Día que estaba dirigido por el navarro José Lekaroz. Se puede decir que éramos de la familia. Lekaroz no dejó a Manuel (Irujo) toda esa tarde noche. A última hora el periodista nos dice que el EBB le ha dado una orden para que dejara libre la columna del editorial, pues iban a entregar una nota y debía redactar un comentario sobre la misma.

Efectivamente, a las diez y media de la noche del día 18, sábado, nos dice Lekaroz: “Me voy a recoger la nota. Para entonces, ya habían salido hacia Bizkaia Aguirre, Basterrechea, Robles -él era, además el presidente de Solidaridad- y los burukides (consejeros). Querían llegar a tiempo antes de que cerrase la edición del diario “Euzkadi” y, así, publicar también la nota.

Cuando llegó Lecaroz le dice a Manuel: “Mira. En esta nota, como ves, rectifican vuestras declaraciones (las suyas y de Lasarte). Mi hermano le replicó: “Yo no tengo nada que decir”. “Pues yo no publico la nota”, le responde el periodista. Empezaron los a discutir sobre puntos de vista, pero, no encontraron justificación ninguna razón para rectificarla, salvo que, en su actuación, los dos diputados no habían consultado al EBB. Pero, tampoco Franco consultó para sublevarse. Eran las circunstancias las que habían determinado la actuación de Lasarte y Manuel. La primera nota del EBB terminaba diciendo: “Nosotros somos extraños a este movimiento y, por consiguiente, nos quedamos neutrales”. Era algo sumamente grave. Salirse por las ramas.

Los de Bilbao habían salido como he dicho en automóvil. Debían cruzar Eibar. Pero, allí, se había proclamado la huelga general. Se había levantado todo el pueblo y habían cercado a la Guardia Civil. Cuando llegan, se encuentran con tiroteos de fusilería y morteros…  como para hablar a la gente. En definitiva, estuvieron cinco horas sin poder moverse. Tampoco podían dar marcha atrás. Así que llegaron a la capital vizcaína sobre las cinco de la mañana del día 19.

Al día siguiente no había periódico. Lo tratado en San Sebastián no trasciende porque Lecaroz se negó a publicar la nota del EBB. Este último le había pedido a mi hermano Manuel que le escriba un comentario, pero finalmente no aparece nada. Al “Euzkadi” por las razones citadas tampoco se llega a tiempo. El único periódico que aparecía el día 20 era la “Hoja del Lunes” que tampoco publica información alguna sobre la reunión del EBB en San Sebastián.

Desde mi punto de vista, a raíz de este asunto se producen los primeros roces entre José Antonio Aguirre y Juan Ajuriaguerra. Este último había aceptado a duras penas el primer texto aprobado que había sido inspirado por José Antonio Aguirre. Por su parte Ajuriaguerra habló con algún periodista en el “Euzkadi” que le hizo ver la realidad de la situación. La opinión pública influyó en la decisión no del EBB que ya se había tomado, sino de Ajuriaguerra. Todo esto hizo, en primer lugar, el que se vitase que hiciésemos el ridículo, en segundo lugar, que se devaluase el acuerdo del EBB en San Sebastián y, efectivamente, el 19, apareció en el “Euzkadi” una nota buscando los verdaderos argumentos del hecho y apoyando la legalidad republicana”.

El 19, el diario Euzkadi publicó una nota de rechazo al golpe y adhesión a la legalidad republicana. Los responsables de redactar y publicar la misma (los miembros del Bizkai Buru Batzar) tuvieron dificultades para atravesar Eibar por lo que llegaron a

Bilbao muy avanzada la noche. Estuvieron reunidos en Sabin-Etxea hasta las cinco de la madrugada del día 19. De allí, algunos, con el borrador del acuerdo, se trasladaron a la redacción del diario Euzkadi, donde, además de un receptor de radio, había un teletipo a través del cual se iban recibiendo noticias.

 “Tenía la esperanza de escuchar alguna noticia que nos ahorrase el tener que tomar una decisión: que uno u otro bando ya hubiese ganado la partida. A medida que avanzaba la noche, algo iba quedando claro: el alzamiento militare lo había organizado la oligarquía derechista cuyo eslogan era la unidad, una agresiva unidad española apuntada hacia nosotros. La derecha se oponía ferozmente a cualquier estatuto de autonomía para el País Vasco. Por otro lado, el gobierno legal nos lo había prometido y sabíamos que acabaríamos consiguiéndolo. A las seis de la mañana, tras una noche en blanco, tomamos una decisión unánime. Promulgamos una declaración dando nuestro apoyo al gobierno republicano. Tomamos esa decisión sin mucho entusiasmo, pero convencido de haber elegido el bando más favorable para los intereses del pueblo vasco; convencidos también de que, de habernos decidido por el otro bando, nuestra base se nos habría opuesto”. 

Finalmente, se redactó la nota que fue difundida por Unión Radio de Bilbao la noche del día 19 y se “incrustó” en la edición del diario nacionalista del mismo día.

“Ante los acontecimientos que se desarrollan en el Estado español, y que tan directa y dolorosa repercusión pudieran alcanzar sobre Euzkadi y sus destinos, el Partido Nacionalistas Vasco declara -salvando todo aquello a que le obliga su ideología que hoy ratifica solemnemente- que planteada la lucha entre la ciudadanía y el fascismo, entre la República y la Monarquía, sus principios le llevan indeclinablemente a caer de lado de la ciudadanía y la República, en consecuencia con el régimen demócrata y republicano que fue privativo de nuestro pueblo en sus siglos de libertad”.

Con mayor o menor entusiasmo, ¿quién se entusiasma con una guerra civil?, en menos de doce horas el PNV había tomado una postura definitiva, como recordaba, por ejemplo, Ceferino de Jemein:

“El pueblo nacionalista se dio inmediatamente cuanta de que no había opción; no había camino a seguir. La neutralidad o abstención era imposible. Las circunstancias, tal como se presentaban, nos empujaban fatalmente a la guerra”.

Las “dudas” del PNV sobre la decisión definitiva fueron de horas. Ni siquiera veinticuatro. Y aquellas “dudas” tenían más que ver con el alcance de la sublevación que por el partido a tomar. Sobre estas “dudas”, cierta historiografía profesional ha tejido alguna infamia que otra. Resulta sorprendente que den como buenas ciertas fuentes, pero, eso sí, solo los párrafos que interesan para apuntalar sus tesis y se meten, sacan o recortan las mismas a conveniencia de lo que se quiere demostrar. La verdad interesa poco.

Es cierto que hubo gentes del PNV (o cercanas) que se opusieron a que la organización tomase partido por el Gobierno republicano. Uno de ellos fue el sacerdote José Ariztimuño Aitzol: “Procuró, desde el principio, poner toda su influencia cerca de los dirigentes del nacionalismo vasco para que no se fuera a una guerra con los militares y tradicionalistas rebelados contra el Gobierno de Madrid. El creía que los insurgentes no traían torcidas intenciones contra el pueblo vasco”.

Mención aparte merece el caso de José Arteche, secretario del GBB, que, tras abandonar el PNV, hizo la guerra encuadrado en un tercio de requetés. Sobre aquello dejó escrito: “La experiencia todavía no muy lejana me dicta no seguir a remolque de situaciones opuestas, o tratando, completamente, en vano de frenarlas”.

Según Luis Daniel Ispizua, “Arteche parece fundarlo todo a su catolicismo, aunque no argumento de razón o como fundamento ideológico, sino como experiencia viva que recorre la terrible realidad de la guerra misma y se ofrece como camino único de superación”.

Quizá sea Jesús María de Leizaola uno de quienes, desde las filas del PNV, explicó mejor las razones que llevaron a tomar la decisión que, finalmente, se adoptó:

“Los militares españoles se sublevaron contra el sistema democrático, y el sistema democrático era no sólo nuestra fórmula, sino el camino por el que íbamos hacia la libertad: la guerra pondría en crisis todo lo español, y la única manera de que saliéramos de la crisis con posibilidades de acción era que contásemos, que contase Euskadi, con un instrumento militar y de gobierno al término de la guerra. La obra activa de nuestra generación por la libertad de Euzkadi no podía ser otra cosa que nuestra participación en la lucha. Durante esta, nuestra acción tendería a fortalecer la unión nacional vasca”.

A la guerra, ¿con armas o desarmados?

“Careciendo de armas, al PNV le resultaba imposible adiestrar una milicia”. Ronald Fraser

Hay otro argumento recurrente, utilizado como reproche, que también tiene que ver con el tiempo, en este caso, el que tardó el PNV en formar sus milicias e incorporarse a la lucha. Muy pocos autores se centran en la cuestión del armamento, elemento esencial en una guerra. Todo ello sin olvidar que las fuerzas del Frente Popular se mostraron reticentes a repartir las armas. No solo con los nacionalistas. También con la CNT. Steer se refiere a esta cuestión:

“El Frente Popular en San Sebastián había templado ya sus nervios, e inició un registro, casa por casa, en busca de sospechosos. Se proveyó de armas a quienes se consideró de confianza. Los vascos de la provincia como los de Azpeitia, por ejemplo, en los montes del sur, no eran conceptuados todavía como de confianza” [11].             

La CNT había logrado hacerse con los depósitos de los cuarteles de Loyola con lo que, en principio, no tenía problemas para armar a sus milicias.

“El aprovisionamiento de armas ofrecía extrema dificultad. (…) Carecíamos de armamento. Por él me fui yo un día a Bilbao. Tampoco allí lo tenías disponible. (…) Después de insistentes ruegos cerca de los organismos y autoridades de Bilbao, salía yo para Azpeitia llevando en mi propio coche seis morteros Valero y doce fusiles retirados a la Guardia Urbana de Bilbao, ya muy esquilmada, con la promesa de que, al día siguiente, nos llevarían otros cien fusiles, quitándolos de las manos a otros tantos guardias civiles, por estimar que estaban mejor aprovechados en los gudaris”.

A las dificultades, había que sumar algunas intrigas y maniobras, especialmente por parte de los comunistas, que dificultaban que los nacionalistas se armasen para poder combatir en condiciones de posibilidad. A esta cuestión se refiere Manuel Chiapuso como “una serie de líos”:

“Los nacionalistas no sabían cómo armarse y corrían a Francia y a Cataluña en busca de armamento. A veces en nombre de todos y, otras, en nombre propio. Por esa causa, hubo una serie de líos por unos cañones y fusiles llegados de fuera”.

 Los “líos” comenzaron tras un viaje de Telesforo Monzón a Barcelona en busca de armas, relatado por Pedro de Basaldua:

El señor Monzón que era símbolo de la angustia de un pueblo exigía algo más que lamentaciones. Y así pudo lograr que el señor Casanova llamara por teléfono, desde la misma Generalitat, al secretario general de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) García Oliver, que más tarde había de ser ministro de Justicia en el Gobierno republicano.

– “Está aquí el diputado vasco Monzón, quien nos pide con toda angustia, armamento para defender aquellos frentes y de un modo especial la frontera… Nosotros, ustedes lo saben, no tenemos ni un fusil disponible; tenemos tan sólo los que están en manos de los Mozos de Escuadra que, como usted no ignora, los precisamos por ser hombres de lealtad y confianza absoluta. Dice el señor Monzón que por el momento 300 fusiles son suficientes para que Irún no caiga en poder de los rebeldes y, haciéndonos cargo de las circunstancias y de la apremiante petición de este vasco, yo me atrevo a pedir a usted esos 300 fusiles para que sean enviados con toda urgencia a Guipúzcoa…”

El Sr. García Oliver, contestó rápidamente:

– “¿Es que no hay en Barcelona Guardia Civil que dispone de ese número de fusiles? Pues desármelos, y así podrán ustedes complacer a ese señor, al mismo tiempo que harán un benemérito favor al pueblo…”

Cuantas reflexiones y ruegos se hicieron, resultaron inútiles con el líder de la CNT. Por último, García Oliver contestó en forma airada, diciendo que los fusiles los habían cogido ellos perpetrando el asalto en los cuarteles, y quienes quisieran disponer de armas no tenían más que hacer lo mismo.

Ante la negativa de la FAI (anarquista), las autoridades del Gobierno catalán, acordaron que uno de los grandes aviones que se disponían en Cataluña se trasladara a Valencia en busca de esos 300 fusiles. En tres vuelos pudo completarse la operación.

En un camión, portador de los fusiles, hizo el señor Monzón el viaje de Cataluña a Irún.

Atravesada la frontera de Irun con toda discreción, y de acuerdo con el gobernador civil, 150 fusiles fueron distribuidos entre las Milicias Vascas del cuartel de Loyola y el resto ¡ay! fueron para las milicias comunistas por imposición de Jesús Larrañaga.

Lo cierto es que los anarquistas supieron de la llegada de armas conseguidas por el PNV y se lo comunicaron al gobernador civil de Gipuzkoa Antonio Ortega, que ordenó que los fusiles fuesen repartidos entre los nacionalistas (que los habían conseguido) y el Frente Popular. Manuel de Irujo fue testigo y partícipe en aquella operación:

“Los fusiles llegaron sin novedad a Hendaya, donde pasamos a reconocerlos, continuando hasta la estación de Irún, en cuyos muelles fueron descargados en presencia de Saseta y en la mía propia colocándolos en camiones para ser enviados a Azpeitia. En ruta y a la altura de Pasajes, por orden del gobernador civil, señor Ortega, fueron retenidos los fusiles, imponiéndose un reparto de los mismos, que dejó reducida la participación de Azpeitia a cien”.

Finalmente, los doscientos fusiles no fueron repartidos entre las fuerzas del Frente Popular, Jesús Larrañaga se los quedó para armar a los milicianos comunistas del MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas) [12]. De esta forma, el jefe de los comunistas guipuzcoanos retrasaba la puesta a punto de las milicias del PNV. Ante esta situación, los dirigentes nacionalistas decidieron enviar el resto del cargamento conseguido (sobre todo cañones) en Cataluña, desde Bayona, en barco a Getaria. Rara vez se reconoce que los gudaris dependientes de la comandancia de Azpeitia lograron resistir en su sector durante más de dos meses a las tropas de Mola. La falta de armamento de los voluntarios nacionalistas dio lugar a situaciones como las que describe José Estornés en sus memorias. Para poder luchar, recibían las armas de los combatientes muertos o que eran relevados: “en Ventas de Iturrioz donde relevamos a un grupo de Jagi (…) nos dieron su armamento porque no había otro”. Estornés señala asimismo que “hubo jelkides atacando el casino y, por ejemplo, el dueño del bar Inza estuvo con una ametralladora atacando el María Cristina. Esto le costó la vida cuando entraron los facciosos”. Y este no fue el único. En agosto, perecieron en combate, Mikel Alberdi (Jagi Jagi), Floren Zubiaur (ELA-STV /PNV) o José Arana (ANV).

La Junta de Defensa de Guipúzcoa designó al diputado Rafael de Picavea, para que en París realizara cuantas gestiones estimara convenientes para la adquisición de armas. Igualmente, representando al Gobierno Civil de Bizkaia, se habían trasladado a Francia Ramón M. de Aldasoro (IR) y José Luis de Irisarri (PNV) y, más tarde, Tomás de Echabe (ANV). Las gestiones eran por demás difíciles, y todas ellas con resultados a largo plazo. La máxima dificultad estribaba en la carencia absoluta de dinero para ese tipo de adquisiciones.

La situación en Bizkaia no era muy diferente. Aparte de pistolas del calibre 7,65 y escopetas de caza, los del PNV tampoco contaban con armas de guerra, como recordaba Juan Manuel Epalza

Nuestro armamento “pesado” en aquellos días consistía en unas pocas pistolas Mauser con estuche de madera que podía servir de culatín, que habíamos podido conseguir en Eibar que era en donde se fabricaban, pero la munición era escasísima y ésta era la gran causa de la prisa en adquirirlo, para lo que Axuria me entregó 25.000 pesetas.

A finales de julio, Ajuriaguerra envió a Francia a Juan Manuel Epalza, Gabino Artolazaga y a un capitán de la marina mercante para comprar munición del 9 largo sin mucho éxito. Epalza siguió hasta París y, desde un pequeño despacho, se dedicó a recoger información hasta que fue “invitado” a abandonar la sede diplomática.

La lentitud desesperante de esas gestiones y el fracaso de las mismas en no pocas ocasiones, decidió al Partido Nacionalista Vasco a designar a Antonio de Irala, para que se trasladara a Francia e hiciera un análisis de la situación y de las posibilidades ciertas de adquisición de armamento.

La banca y muchos consejeros no respondieron al llamamiento del PNV. Se hizo entonces un llamamiento a los vascos del exterior. Y éstos fueron muy generosos. Pero al fin fue aceptado un plan distinto: el del PNV, de conformidad con Eliodoro de la Torre, responsable del Departamento de Finanzas de la Junta de Defensa de Vizcaya, aceptado por el gobernador civil republicano Echevarria Novoa.

De la Torre ordenó a la sucursal del Banco de España, preparara debidamente todo el oro para su traslado, y en dicho Banco, lo colocaron en seis cajas, que fueron transportadas a media noche, en tres automóviles, al puerto de Ondarroa. A las dos de la mañana se procedió al embarque de las seis cajas en cinco pesqueros, y se hizo tal distribución, por si alguno de ellos fuera capturado por la flota rebelde, al objeto de evitar que la totalidad del cargamento cayera en poder de ellos.

Al frente de la expedición, cuyo contenido desconocían los tripulantes, excepto el armador y patrón de uno de los barcos, Jokin Ibarlotza, iban Torre, Monzón e Irala. El enemigo había llegado ya a ocupar la zona entre Irún y Pasajes.

Al entrar en aguas jurisdiccionales francesas, toda la mercancía fue transbordada a un solo pesquero y en el mismo fue Eliodoro de la Torre a Bayona. Era sábado y la banca cerró de tarde. Por otra parte, a excepción del Crédit Lyonnais ninguna otra entidad bancaria admitía oro.

Todo ello ocasionó singular tardanza, realizándose las operaciones el lunes. Torre se trasladó a París, y Monzón y Picavea iniciaron las gestiones en Checoslovaquia e incluso en Alemania con la garantía de aquel dinero en depósito. Gracias a estas gestiones, en octubre, poco después de haberse constituido el Gobierno de Euzkadi, llegó el primer barco de armas a Bilbao.

Y, a pesar de todo lo descrito, en julio ya había elementos del PNV combatiendo en los diferentes frentes. Ese mismo mes, el día 25, fueron capturados en el Gorbea tres jóvenes nacionalistas: Esteban Elguezabal, Primitivo Estabillo y José Kortabarria. El 14 de agosto de 1936 fueron ejecutados contra las tapias del cementerio de Santa Isabel de Gasteiz. Sus cuerpos fueron abandonados en el mismo lugar. Luis Abaitua, del PNV, se presentó ante los jefes facciosos solicitando autorización para poder enterrar a los ejecutados en el panteón familiar. Acabo siendo detenido y, posteriormente, ejecutado. También en julio de 1936, enfermeras del Emakume Abertzale Batza, coordinadas por Teresa Azkue, comenzaron a trabajar en los hospitales habilitados cerca del frente de Otxandio (Urkiola, Durango).

Hay un episodio de esta etapa que la historiografía profesional, o bien soslaya o pasa sobre él como sobre ascuas: el asunto de la falta de municiones y la caída de Irún. Indalecio Prieto fue rotundo: “Irun cayó por falta de municiones”. Otro socialista, Santiago Aznar contaba en un informe que “(el Gobierno central) remitía municiones a Santander, pero desde Santander eran enviadas a Asturias donde la toma de Oviedo era ‘inminente’ se decía”. Irujo confirma la versión: “Esperábamos todos los días que desde Santander nos enviaban municiones de las que Madrid remitía por avión. Algunas eran enviadas. Las demás se destinaban a la toma de Oviedo. ¡Era tan inminente! Tan inminente que a nosotros nos pareció allí que, ¡por ganar Oviedo, perdimos Irun!”. Sobre esta cuestión, Miguel Amilibia, reproduce una conversación con Ortega:

“Mire Amilibia, no creo que Irún pueda resistir muchos días más. Consume cada día gran cantidad de municiones y no hay modo de reponerlas” [13].

Amilibia, hombre lleno de obsesiones y complejos, miente cuando en el mismo texto afirma: “A Irujo y Lasarte ya no se los veía por parte alguna”. Irujo estuvo en Irún dos días antes de la evacuación, además ordenó el envío de doce cajas de munición desde Azpeitia. La escasez de municiones aparece asimismo en los informes de los diplomáticos

Entre las fuerzas del Frente Popular y de la CNT el poder hacer coincidir la liberación de Oviedo con la Revolución de octubre de 1934 (día 4) se convirtió en una obsesión casi enfermiza, más allá de toda lógica militar. Cayó Irun y Oviedo se mantuvo invicta.

La falta de armamento (de aviación, de artillería, de municiones) fue una constante en el tiempo que duró la guerra y contribuyó de forma decisiva al deterioro de las relaciones entre el PNV y el Gobierno de la República y explica el desenlace de esta historia.



[1] Luzear era el seudónimo de Ander Arzelus.

[2] Los ejecutados fueron:  Ramón Azkue Gorostiaga, Felipe Markaida Maurika, Florencio Markiegi Ibarzabal y Felipe Tomás López de Otamendi, del Partido Nacionalista Vasco; José Ibarbia Unzeta y Jesús Zabala Iriondo, de ELA/STV; Federico Sánchez Martín y Ciriaco Sanz Casamayor, republicanos; Manuel Natividad López y Críspulo San Miguel Cubero, socialistas; Francisco Rabaneda Postigo y Martín Subtil Sanz, comunistas; e Isidro Nieves Sagasti y Martín Ramos de la Viuda, anarquistas.

[3] Prisioneros vascos y santanderinos ejecutados del Penal de Santoña, Bayona, a 17 de enero de 1938.

[4] En Santoña se entregaron al menos tres batallones anarquistas Bakunin, Celta y Durruti (ver Manuel Francisco Vargas Alonso, “Anarquismo y milicias de la CNT en Euzkadi”, en Vasconia: 24, 1996, pp. 259-299).

[5] ANV también ocupó la Comisaría de Gobernación en la Junta de Defensa de Santoña, al frente de la cual estuvo Bernabé Orbegozo (Eduardo Renovales, ANV, el otro nacionalismo”, Tafalla (2007): Txalaparta, p.202).

[6] Ceferino de Jemein, “Autocritica del PNV”

[7] Sobre este tema, el diario El Día, de San Sebastián, publicó un suelto que decía. “Se personaron en el Gobierno Civil los diputados nacionalistas vascos, don Manuel de Irujo y don José María de Lasarte, entregando una nota dirigida a las fuerzas armadas y a los ciudadanos, invitándoles a que asistieran al poder legal civil legítimo, oponiéndose al movimiento militar faccioso, como correspondía a una democracia, nota que fue radiada minutos más tarde, mediodía ya, y repetidas veces, por la radio de San Sebastián, instalada en el Monte Igeldo” (Astilarra, Historia Documental de la Guerra en Euzkadi, México (1950): Ediciones Vascas, pp. 78-79).

[8] Ver Manuel de Irujo, La guerra civil en Euzkadi antes del Estatuto, Madrid (1978). E.D., p. 37.

[9] Jose M. de Barandiarán (recopilador), La guerra civil en Euzkadi, Milafranga (2005). Bidasoa, p. 427.

[11] George Steer, El Arbol de Guernica, Caracas (1963): Gudari, p. 10.

[12] Nunca se supo el número de milicianos comunistas que había en Gipuzkoa en aquellos momentos. Quizá por ello, algunos sospechaban que Larrañaga más que dotar a los suyos quería evitar que se armasen los nacionalistas.

[13] Miguel Amilibia, Los batallones de Euskadi, San Sebastián (1978): Txertoa, p. 63.

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36 comentarios en «El otro pacto de Santoña (Parte 1)»

  1. A pesar del no-cumplimiento de las condiciones, el Pacto salvó miles de vidas. Pretender que la guerra civil la ganó Franco por Santoña es esconder la realidad de que la república ni armó ni mandó las mínimas municiones.

    Irún se perdió por falta de munición, es un hecho. No se qué pretendían los españoles, ¿que los vascos sirviéramos de alfombra?

  2. Así lo dice también en comandante del batallón Gernika y maestro de enlaces bajo las órdenes de José Antonio Agirre, Kepa Ordoki:

    …una vez perdida Bilbao no había nada que hacer… no había más remedio que rendirse… no nos quedaba otra cosa que rendirnos y si no hubiera sido en Santoña lo hubiera sido en Santander o en cualquier otro sitio… Lo que digo yo si no hubiera sido por el trato o lo que sea de Santoña hubiera sido peor. Se salvaron muchas vidas.

    (Euskal Herria y la libertad, 1952-1965, tomo 1, Txalaparta, p. 189. Entrevista al comandante Kepa Ordoki).

  3. Santoña o no, la cuestión es que perdimos la guerra … gracias en gran parte a los republicamos de mierda.
    No pretendamos ahora que la guerra la ganó Paco sin más.
    La actitud de buena parte del bando republicano, major dicho inactitud ayudó al fascismo.

  4. Magnífico artículo, cuya serie promete.

    Sobre este tema se los españoles de izquierda y derecha han lanzado su artillería, acompañados por la inevitable izquierda revolucionaria vasca, que en todas las ocasiones que puede se une a los enemigos de nuestro país y hace causa común.

    Los nacionalistas vascos tuvieron que organizar un gobierno, un ejército, una administración y empezaron a luchar consiguiendo armas y dinero de donde pudieron, con la escasísima ayuda de la Republica española que estaba muy ocupada tratando de conquistar Ovied, que permaneció invicta.

    Luego de que el ejército vasco resistiera lo que pudo con sus escasas armas, en Santander, donde los milicianos un día si y otro también liquidaban gudaris, Ajuriaguerra hizo lo mejor que podía hacer, organizar una rendición que sirvió para que miles de patriotas y republicanos pudieran engrosar las filas de la resistencia antifranquista.

    Eskerrik asko a los autores.

  5. JELen agur

    Muchas gracias a Iñaki y Koldo por la revisión de este tema.

    Los «escritores» que han tratado este tema y tanto daño han hecho a nuestro partido y a la verdad, lo que han pretendido ha sido enfocar el Pacto de Santoña como un arreglo de las derechas con lógica traición a la izquierda.
    Para ello han ocultado que los pactos de rendición se realizaron casi simultáneamente en Asturias y Cantabria, entre fuerzas de izquierda y derecha, así como que el Pacto de Santoña, con protagonismo especial del PNV, también se llevó a cabo con participación de los movimientos de izquierda en Euskadi.

    Pero la presunta y tan cacareada traición ha tenido el objetivo de ocultar al análisis y al conocimiento la verdadera traición ocurrida en Euzkadi, que fue la del gobierno republicano con el pueblo vasco y sus instituciones a las que abandonaron a su suerte.

  6. Como a los niños , inocentes e ignorantes de las cosas de la vida , los peneuvistas cuentan a sus entregados correligionarios con nulo espíritu crítico , cuentos bonitos sobre la trayectoria de un partido , que por sus vínculos con la Iglesia Católica , ha aprendido mucho de ella y practica la misma bellaquería picaflor y traicionera.
    Ayer subí dos textos que los dejan en muy mal lugar , pudiera ser que no se ajusten a la verdad , pudiera , pero es que hay pruebas escritas , documentos que atestiguan la veracidad de lo que se afirma en ellos.
    Pues bien , los burus del blog ya los han escamoteado , ¿ Por qué ?
    Saquen ustedes sus propias conclusiones.
    Si como allí se afirmaba el Lehendakari Leizaola fue un espía de los británicos y hay evidencia de los contactos PNV con los servicios de inteligencia británicos anteriores a su relación con el organismo precursor de la CIA americana , siendo tan fuerte la ligazón con los británicos so se comprende cómo éstos les vetaron el envío de armas cuando alemanes e italianos habían volcado todo su potencial bélico en ayuda de los facciosos rebeldes.
    Solo hay una explicación . Los ingleses podían ser muy amigos del PNV pero estaban financiando a los golpistas porque no deseaban ayudar a la República Española , querían que fuese derrotada , por eso bloquearon la ayuda militar a Euskadi , exactamente igual que hizo Francia.
    Por otro lado , la República Española , no se fiaban del PNV porque tenían constancia de sus cabildeos en la Santa Sede Vaticana negociando con las autoridades italianas y Franco ( Memorias del clérigo Onaindia )
    Generalmente las cosas y la Historia en particular , no suelen ser lo que parecen a primera vista , siempre hay que recelar de los intereses creados manipuladores y del impulso propagandista que anima a los gacetilleros de este blog , más si cabe , cuando no permiten la libertad de expresión de otros relatos diferentes al suyo.

    Pueden consultar los textos en :

    http://frontcivictgn.org/images/PDF/La_CIA_en_Espana.pdf
    pag.20 en adelante.

    https://elperiodistacanalla.net/2016/07/17/pnv-y-las-dudas-de-1936/

    http://www.eldiario.es/norte/euskadi/Leizaola-lehendakari-II-Guerra-Mundial_0_656885309.html

  7. Uzturre ¿Por qué no lees de una vez el trabajo de los arriba firmantes y nos ahorras el trabajo de tener que seguir links infumables?
    Lo de las relaciones del Lehendakari Leizaola con los servicios británicos nada tienen que ver con el Pacto de Santoña. ¿Para que nos lo pones’
    El texto de los arriba firmantes demuestra a las claras que la república española dio una ayuda paupérrima a Euskadi mientras reforzaba a los milicianos asturianos para que conquistaran Oviedo, que no conquistaron.
    Por otro lado, muy español por tu parte, dices que la república española no se fiaba del PNV y que por eso está justificado que no diera ayuda a Agirre. Tu españolidad infecta supura por todos sus poros. Tu si que eres un miliciano español de pro.
    Rebate lo que dicen los de arriba si puedes (que no puedes) y no trates de darnos la pelmada con manzanas traigo y apologías de la España republicana frente a la Euskadi nacionalista.

  8. Venga , Atontain , estudia , haz los deberes , no digas que son Hitoria los embustes como ruedas de molino de los que te costean la mamandurria.
    Bodrios los que suben al blog tus colegas mercenarios.

  9. ¿ Tengo que suponer que tú entregarías armas a quien sabes que te quiere apuñalar por la espalda ? , ¿ Qué garantía tendrías de que no iban a caer en manos de tus enemigos ?
    Viniendo de ti no me extrañaría , con ese melón que tienes por cabeza se puede esperar cualquier cosa.

  10. El testimonio de los gudaris que estuvieron allí y que atestiguan que la defensa era imposible, que los santanderinos se forraban a matar gudaris y que el pacto salvó vidas es suficiente prueba de su efectividad. Por cierto, leo tus links y en el segundo de ellos se dice que Leizaola formó parte de los servicios británicos en 1942 ¿qué tiene que ver eso con el tema? Luego leo el bodrio del inefable Igor Meltxor y aparte de meterse con el estatuto y decir que el PNV tuvo actitud dividida respecto al alzamiento (cosa que no dejan señalar los dos autores del artículo) no dice nada sobre Santoña. ¿Para qué lo pones? Finalmente, el libro de Alfredo Grimaldos no menta una línea el pacto de Santoña ¿Con eso que pretendes, uzturre? Se ve claramente que a ti el debate sobre cuestiones concretas te la trae floja y vienes a atosigar, intoxicar y dar mismamente la tabarra.

  11. A la caca que me linkas se le puede poner simplemente el comentario que sale en el mismo artículo:

    «Sería posible saber las fuentes en las que os habéis basado para realizar este artículo?».

    Ese artículo es como tu uzturre, más falso que un duro de madera.

  12. Uzturre , muy interesantes los enlaces . Eskerrik asko ¡

    por cierto , se te ocurre alguna hipótesis relativa a por qué sale este relato ahora ? tendrá relación con el apoyo estabilizador al Pge del Partido Podrido ? Ondo izan .

  13. Uzturre se refiere a ésto sin duda

    » Arzalluz habla del «anticomunismo primario de la gente vinculada a los Serviciosy su empeño en vigilar a los comunistas para tener informada a la CIA». Antón Irala,delegado de los servicios en Nueva York y secretario personal de Aguirre, es un antiizquierdista llamado a hacer el papel de McCarthy entre los vascos.¿De dónde partía ese fanatismo pronorteamericano? Pese a algún hecho anecdótico, como el telegrama de Sabino Arana a McKinley por su victoria sobre España en 1898, el ala más liberal del PNV siempre ha mirado hacia Londres. Y durante
    la Guerra Civil, en todo momento busca una mediación británica. Pero al final, Aguirre se afinca en Estados Unidos. Allí se distancia, desde su llegada, de los republicanos españoles y estrecha lazos con el Departamento de Estado. No obstante, al principio continúa cultivando su querencia por los británicos y no deja de tener contactos con los agentes del MI-6. Pero, por fin, son los servicios norteamericanos los que captan la red de espionaje del PNV para sus propios intereses. Aguirre comienza a despachar con Alien Dulles, representante de la OSS y futuro primer director de la CIA, a partir de
    1947. Su hermano, Foster Dulles, será secretario de Estado.«Los servicios tenían una red organizada desde París por el Gobierno Vasco y dirigida, muy bien, por cierto, por Pepe Mitxelena», explica Arzalluz.»

    En la página anterior del libro de Grimaldos, se explica correctamente y resumido lo sucedido en Sntoña.

  14. Cuando la alternativa es la democracia occidental o el comunismo soviético, los vascos nacionalistas hicieron la mejor opción. Está claro por Peret y Uzturre que la suya sería papaíto Stalin. La opción baturra por antonomasia.

  15. Peret y uzturre son no alineados , no son ni del Pacto de Varsovia ni de la OTAN , quieren un mundo plural con múltiples opciones en un marco de verdadera democracia en el que los hombres y mujeres de todo el mundo tengan voz y voto en las políticas que van a regir sus vidas.
    No desean ser uno más en un inmenso rebaño de borregos pastoreado por unos canallas sin escrúpulos , ahítos de soberbia y ambición.

  16. Claro, claro, son «non alineados», como Fidel Castro. Vamos, uzturre, no nos tomes el pelo.
    Tu eres parte del inmenso rebaño de gilipogres que integran las huestes baturras.

  17. Fidel Castro estaba alineado con los soviéticos de la URSS.
    Ser giliporgre es malo , ser criptofascista foral neoliberal mucho peor.
    Yo no tengo nada que ver con ambas descripciones , a ti te va la segunda como anillo al dedo.

  18. Fidel Castro estaba entre los «no alineados», aquí tienes el link:

    https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_de_Pa%C3%ADses_No_Alineados

    Ahora, el secretario general de los «no alineados» es, sorpresa, sorpresa, ¡NIcolas Maduro! Vamos, que el cuento de la «no alineación» ha servido para que unos cuantos jetas totalmente alineados quieren engañar, como tu ahora pretendes con esa barra que tienes y que te luce, uzturre.
    Tu eres un macaco de esa floresta revolucionario-asesino-etarra que se alinea con «los no alineados» (Castro, Maduro, Ignacio de Juana).

  19. Pero que gracioso es este español. Te demuestro que Castro pertenece al movimiento de los no alineados y tu tienes que tapar que una vez más has metido tu pata de burro baturro.

  20. Yo soy no alineado y tu totalmente desalineado con la inteligencia más elemental , pedazo de alcornoque que no sabes lo que pías.

  21. JELen agur

    La no-alineación es un intento de alienación de las sociedades para no oponerse eficazmente a las ideologías totalitarias.
    Los vascos debemos alinearnos sin contemplaciones, identificando las corrientes que a las claras o de manera engañosa pretenden hacerse con un poder que no les corresponde ni al que están autorizados dadas las tradiciones de libertad vascas.
    Si los no-alineados están para evitar el imperialismo yanki pero favorecen el imperialismo boltxe, es su estrategia. Aquí ya la conocemos.
    No se permitirá el paso a ideologías totalitarias extranjeras.

    Lo hicimos con los servicios ingleses y americanos, y estuvo muy bien hecho, con principios y valores que no secundaban los republicanos que nos abandonaron a la primera de cambio. Los muy traidores.

  22. JELen agur

    A lo mejor es que a muchos republicanos les interesaba la destrucción de la democracia, aunque fuera con un periodo transitorio de dictadura de derechas desde la que sería más fácil transitar a la de izquierdas.

    Esto podría explicar el desinterés porque los vascos tuviésemos exito en la resistencia al Alzamiento.

    Además, el cutrerio socialista vería con buenos ojos la destrucción total de la casa vasca, su gran fe en valores cristianos, su amor por la libertad, la democracia y las libertades de sus habitantes.
    Nos tuvimos que buscar aliados y lo hicimos bien, allá donde pudimos, porque el socialismo nos quería tan destruido como al fascismo. «Primero acabaremos con ellos y después iremos a por vosotros», nos decían en la retaguardia los que luego echaban a correr dejando las armas tiradas en cuanto silbaban más balas de las esperables.
    Valiente atajo de cobardes….

  23. , su gran fe en valores cristianos, su amor por la libertad, la democracia y las libertades de sus habitantes. (sic)

    Así le ha ido a la Europa meridional , profundamente Católica Apostólica y Romana , es el furgón de cola de la Unión Europea , a años luz de los países norteños. Magnífica apuesta la de los meapilas jeltzales.

  24. Estar unos días sin aparecer por aquí y descubrir con sorpresa como aparecen nuevos adeptos a la causa oteguista como Uzturre, que sigue el patrón común de llamar mercenarios y colaboracionistas a los demás mientras siguen creyendo ser los euskomesias. Eso sí, mientras tanto en Alsasua vuestra gente sigue cayendo como moscas por «la causa».

  25. JELen agur

    La Europa septentrional ha sido siempre profundamente cristiana. No es católica, es cierto, pero muy cristiana, y sus valores son equiparables a los de la meridional. Es más, acaso tiene valores de solidaridad mucho más acentuados que los nuestros.
    Los paises meridionales han estado sometidos a los vaivenes de ideologías totalitarias con sus dictaduras, revueltas, revoluciones.
    Prefiero ser meapilas que tirano dictador.
    Ya que eres tan entusiasta de la intervención de los paises democráticos contra las dictaduras, me imagino que aplaudirías la intervención en Venezuela, Corea del Norte…etc. Aunque sea colaborando con la Cía, el MI6…

  26. De ninguna manera , lemeculos vaticanista , dejad a los pueblos que sigan su propio rumbo , no el que convenga a los intereses espurios del Tío Sam.
    ¿ Cómo es que no intervinieron en España contra Franco y a favor de vosotros ? Yo te lo digo: porque sois sus pringados , que se usan cuando conviene y se tiran a la basura cuando ya no sirven.
    Ademas , se me olvidaba que Irala recomendaba no hacer huelgas contra Franco porque eso favorecía al papaito Stalin , JUAS , JUAS , JUAS , ay , que me troncho , qué pandilla de paletos.
    Tienes razón Joseba , la Europa septentrional ha sido siempre muy cristiana y en el último arrebato que le dió a la cristianísima Alemania , se cargó a 6 millones de judíos , más un montón de millones más de rusos , polacos , griegos , gitanos e incluso sus propios disminuídos psiquicos y retrasados nacionales , verdaderamente dieron medida de su acendrado cristianismo.

  27. Txipiron, «lemeculos»?, deja de corregir al resto y pon más atención en corregir tus peroratas.

    Sigue a lo tuyo, desprestigiar al PNV, ello nos da la posibilidad, sin obviar pasados desencuentros, de informar a las bases del PNV de algo que toda la dirección actual sabe. Anton Irala creo una red de apoyos que ayudo a mantener el contacto entre la sede del Gobierno vasco en Bilbao y su delegación en Bayona. Para ello contó con el apoyo de la presidencia del Gobierno vasco, reclutó a hombres de su plena confianza para en otoño de 1936 comprar armas para el ejército vasco. Varios de aquellos hombres habían creado junto a Ramón y Gabriel Agesta y Pepe y Juan José Mitxelena el embrión del Servicio Vasco de Información (SVI), también conocido como los Servicios que, a pesar de nacer como organización auxiliar dentro del PNV, se integró sin perder su orientación política dentro del aparato del Gobierno vasco. Gracias a las labores de este grupo de personas, y a través de una red de barcos (Txintxerpe, Domayo, Napartarra) dispuesta a lo largo del golfo de Vizcaya, el Gobierno vasco y el PNV pudieron mantener un servicio de correo regular y una comunicación fluida entre Bilbao y las organizaciones vascas situadas en la jurisdicción Francesa.

  28. Y también gracias a ella le pasaron los yankis a la policía franquista información de comunistas españoles que dieron con sus huesos en la carcel por la acción de los macartistas de Irala. Parece que ese pequeño detalle lo has olvidado , chivatín.

  29. A ver, mi querido memo baturro españoloide, ¿qué comunistas españoles fueron apresados por la información de los nacionalistas? ¿algún dato o hay que creerte sin documentación ni nada? Es que para ti mentir es algo de lo más normalito, no haces otra cosa.

  30. Sin embargo, el guerrillero comunista Francisco Martínez-Lopez, «el Quico», nos cuenta que el comité central ordenó el fusilamiento de guerrilleros comunistas en 1948:

    http://www.eldiario.es/cv/opinion/Carta-abierta-comunista-direccion-partido_6_556154385.html

    En 2009, Víctor García Fernández, un hombre de 63 años, descubre que su padre, Víctor García García El Brasileño -a quien consideraba, hasta esas fechas, una víctima de la represión franquista- había sido asesinado cerca de Lalín en enero de 1948 obedeciendo las órdenes del Comité Central del PCE, dirigido en aquel momento por Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo. El cuerpo de El Brasileño fue arrojado al exterior del cementerio perteneciente a la Parroquia de Moalde en Silleda, no lejos de Pontevedra. Ahí es donde lo descubrió su hijo.

    El asesinato de Víctor García García El Brasileño simboliza el de todos esos resistentes -fuesen o no comunistas- que durante los años de la dictadura cayeron no bajo las balas de los fascistas sino bajo las balas de los que ellos consideraban como sus compañeros y -en el caso de los guerrilleros comunistas- bajo las balas de miembros de ese partido en el cual habían puesto toda su confianza y todas sus esperanzas.

    Estos asesinatos fueron cometidos en un contexto de depuración política. Al finalizar la segunda guerra mundial, los miembros de la dirección oficial del PCE -Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri, Enrique Líster, Vicente Uribe-, que se habían refugiado en la URSS o en América Latina después del pacto germano soviético de 1939, deciden volver a Europa para hacerse con las riendas del poder en el seno de la organización. Jesús Monzón que dirigía en aquel entonces el partido es destituido.

    Entre 1944 y 1948, las purgas con acusaciones falsas se multiplican con el fin de sustituir a los hombres y a las mujeres que habían quedado en España para luchar contra la dictadura. Algunos, como Víctor García García El Brasileño , son acusados de monzonismo. Las campañas de desprestigio se desatan en las publicaciones clandestinas de la nueva dirección del PCE para apartar a esos antiguos cuadros de sus bases militantes. En 1948, la persecución se intensifica en varias zonas de resistencia, hasta conseguir la eliminación física de quienes -según dice la nueva dirección del PCE- “estorban”. Así, son asesinados Gabriel Trilla, Teófilo Fernández y otros camaradas que formarían una lista que para citarla aquí resulta desgraciadamente demasiado larga.

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