Joxan Rekondo Pyrenaeus-eko Talaian
1. Asistimos a un torbellino de reacciones a cuenta de cómo se ha de neutralizar la amenaza del Daesh-ISIS, que ha originado la mayor matanza terrorista que ha habido desde el año 2004 en Europa. Se pueden anotar, en el análisis de los factores que la han facilitado, la capacidad del Estado Islámico para golpear en cualquier lugar de Europa, la inconsistencia política de la intervención europea en Oriente próximo y el norte de África, la fragilidad de la inteligencia occidental, los fallos de integración en las banlieues o el fracaso de las políticas que buscan prevenir la radicalización juvenil…
En el ‘qué hacer’ para eliminar la amenaza del yihadismo terrorista, todos los ojos están puestos ahora en los responsables del Estado francés. El presidente Hollande, apoyado por la mayoría política francesa, ha activado el estado de emergencia, con suspensión de libertades y garantías constitucionales, y ha convocado a la guerra contra el terrorismo. A pesar de que la UE dispone de mecanismos institucionales para movilizar de manera automática la capacidad de defensa colectiva europea en apoyo del país atacado, no ha habido la respuesta rápida y tajante que correspondería a esta norma por parte de los estados miembros de la UE (con la excepción del Reino Unido). En realidad, en la mayor parte de los gobiernos europeos cunde un cierto encogimiento ante el alcance y consecuencias de una intervención colectiva sin precedentes, y al valorar además las probables represalias que pudiera conllevar en el propio territorio de los intervinientes.
2. Hay experiencia suficiente para saber que la lucha contra un terror socialmente asentado fracasa sin un planteamiento a largo plazo. Y no es fácil saber si hay visión estratégica en los movimientos de Hollande, erigido por la fuerza de los hechos en el referente europeo. El terreno que pisa es delicado, tal que no resiste la perspectiva de la larga duración. Y lamentablemente la política democrática moderna vive más de acontecimientos que de procesos. La lucha contra el terrorismo islamista no puede obviar que éste se ha extendido como una tela de araña en Europa. En este ámbito, no deja de parecer estúpido que los gobernantes democráticos suspendan tan campantes las disposiciones institucionales que garantizan la libertad con el objeto de defender la libertad misma. Sin embargo, la mejor manera de defender ésta no es amurallando (aunque sea transitoriamente) el estado en aras de la seguridad nacional, sino confiando en el uso responsable que la inmensa mayoría de las personas libres hacen de estas libertades.
Por otro lado, Hollande quiere una coalición global en la que intervengan todos aquellos que puedan contribuir a barrer las bases del ISIS de Iraq y Siria. Pero, ¿es razonablemente posible integrar a Rusia, Turquía e Irán en una alianza común contra el Daesh? Los hechos muestran que tal pretensión es muy complicada, y que de lograrse no tardaría en explotar. El interés principal de Rusia e Irán es sostener al régimen de Assad a costa de lo que sea, y el de Turquía descabezarlo. Ambas partes se coaligarán o no a una acción contra el ISIS siempre que ésta les beneficie en el logro de su interés principal.
3. La mayor parte de los problemas que inestabilizan los territorios en los que se asienta el terrorismo islamista procede de la falta de legitimidad popular de los regímenes que los administran. Pasa igual en Egipto o Siria que en Arabia o Iraq. Un islam separado del estado ha simbolizado un pueblo apartado del poder, como dijera el profesor franco-sirio Burhan Ghalyun; y un islam subordinado a la medida del poder saudí solo significa un pueblo dominado.
Sin un enfoque estratégico que busque la creación de una autoridad legítima es imposible afianzar un escenario de estabilidad en Oriente y es muy complicado, por lo tanto, garantizar seguridad para Europa. Por mucho que las intervenciones que las fuerzas occidentales han desarrollado en el área se hayan justificado en el logro de esa legitimidad, la cuestión es que no han generado legitimidad y, en los casos más recientes, han hecho crecer además la inestabilidad de manera alarmante. Sin duda, el fracaso puede corresponder a la doctrina dominante que ha obviado que la legitimidad debe desplegarse, en interrelación con la población civil, de abajo hacia arriba.
4. Desde el desconocimiento de los planes que se quieren aplicar, hay unas pocas cosas que sí aparecen muy claras y que podemos comentar. En primer lugar, que será muy difícil desmantelar la tela de araña del terrorismo en Europa sin adoptar estrategias de seguridad en nuestros vecindarios que, aparte de recurrir al uso de la fuerza legítima, no caigan en el error de inhabilitar los controles democráticos de las instituciones o de suspender el disfrute de los principios de libertad y solidaridad para las personas. En segundo lugar, que si se quiere ganar al terrorismo islamista (sea Daesh o Al Qaeda) en todas las partes hay que contar con que el mundo musulmán se vea integrado en la acción. Hay una tarea de desenmascaramiento del yihadismo que es vital y principalmente deben afrontarla las fuerzas mayoritarias, que son pacíficas, del Islam. En tercer lugar, que cuando hablamos de una respuesta bélica no cabe omitir que las normas de justicia aplicables a las acciones militares no se refieren solo al motivo que las origina (‘respuesta legítima’ a la masacre de París y a una amenaza que es real), sino también al desarrollo bélico que le sigue y al escenario posbélico que se quiere crear. Ha de haber, por lo tanto, una causa justa, ha de buscarse un despliegue de acciones y medios justo y proporcionado y ha de llegarse a un escenario final justo.
En el marco de este último punto, hay razones suficientes para desconfiar de que esa ‘alianza global’ a la que se ha aludido antes pueda garantizar que el enfrentamiento y la resolución del conflicto con el Daesh contribuya a instaurar ‘in situ’ un escenario de legitimidad popular y estabilidad política que, finalmente, vaya a ser seguro también para los europeos.
Hagamos mucho ruido con el terrorismo islámico , acojonemos al europeo medio para desmantelar el sistema de libertades públicas y particulares , Atemos de pies y manos a los parlamentos nacionales , a los gobiernos , destruyamos los sindicatos , y de ese modo lograremos implantar el Gobierno Mundial de las Multinacionales y su constitución : el TTPI.
Requien por las libertades que pronto serán un dulce recuerdo.
Ustedes no hagan caso , voten PP , PSOE , PNV , CIU , UPyD , C’s , Podemos y lo verán , vaya que sí . Luego no se lamenten.
Enseñando la patita neoliberal-capitalista.
PNV, PSE y PP desoyen la petición de mantener el impuesto de la riqueza
Está meridianamente claro a quien sirven estos partidos
Desenmascarando a los neofalangista de C’s y su gurú Garicano.
Lo que Ciudadanos oculta sobre su contrato único
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2015/12/08/lo-que-ciudadanos-oculta-sobre-su-contrato-unico/
todo esto pasa por creer en imaginadas deidades. las iluminaciones de uno y otro signo se acaban yendo de las manos….