Gabriel Otalora
En la base de la Estatua de la Libertad se puede leer un canto de bienvenida y acogida a las muchedumbres de refugiados e inmigrantes que llegaban a Nueva York de otros países. La autora del poema, Emma Lazarus, llama a la estatua «Madre de los Exilados» como signo de una América libre y acogedora, ella que era judía, de descendencia portuguesa. El Nuevo Coloso (que así se llama el poema, rememorando al Coloso de Rodas), es un canto a la libertad, a la solidaridad y a la acogida, bajo cuya sombra encontraron amparo millones de inmigrantes que buscaban una nueva vida. No fue solo un encargo más, pues la propia Lazarus se trasladaba casi a diario a la isla de Ellis para recibir y brindar una cálida acogida a las multitudes que venían huyendo de persecuciones y de guerras, esperando ansiosas el permiso para desembarcar en Nueva York.
Este poema claramente entroncado con la libertad mundial, finaliza con estos sentidos versos:
«Dadme a vuestros derrotados, a vuestros pobres,
Vuestras masas gimiendo por respirar en libertad,
Los despreciados de vuestras hacinadas costas.
Enviadme a estos, los desposeídos, sacudidos por las tempestades.
¡Yo levanto mi faro junto a la puerta dorada!».
La puerta dorada… quién sabe si la poetisa pretendió una alegoría haciendo un guiño a la otra Puerta Dorada, la que sigue siendo la entrada más antigua amurallada de la Ciudad Vieja de Jerusalén, que también se le conoce como Puerta de la Misericordia o también Puerta de la Vida Eterna. Si no fue esa su intención, no está de más el paralelismo entre ambas frente a los muros, negros como tizones, de iniquidad excluyente que llevamos tiempo levantando el Primer Mundo; allí, con sus muros físicos cerrando el paso de México para abajo; y aquí, porque nos ha sobresaltado la crisis humanitaria de los asilados descentrándonos del Ibex 35 y de la marcha del PIB, sin importar que el PIB de Siria ha perdido ya un 45%. Como si no hubiese noticias e indicadores suficientes de que esta avalancha humana iba a producirse.
Al final, el pragmatismo de Ángela Merkel ha despertado a sus conmilitones más cerriles: la canciller ha plantado públicamente el dilema de acoger solidariamente a estos desdichados, o cuestionar el Tratado de Schengen sobre la libre circulación de personas, entre ciudadanos de la Unión Europea, si no se acoge a los desdichados de la catástrofe humanitaria; y entonces se acabaría el proyecto UE, claro. Pero Merkel no exige cumplir las normas internaciones firmadas por todos en el caso de los asilados. Además, se “olvida” de que el acuerdo europeo de libre circulación de personas no pone cuotas de ninguna clase, y menos si vienen buscando asilo, protegido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 14, no apto para inmorales. Y ya que hago mención a la Estatua de la Libertad, el mismo derecho se recoge en el artículo XXVII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
Tras la crisis humanitaria que ha llegado a nuestras puertas doradas (sólo si se mira desde dentro), no sabemos cuántos cientos de miles de refugiados más van a seguir llegando. Apenas se habla de las causas y solo desde ellas es posible abordar las soluciones, una vez asumido el incremento de más asilados a corto plazo que vendrían a sumarse a la riada de personas provenientes de los pueblos subsaharianos, que llevan años desangrándose entre guerras (Eritrea, Chad, Sudán…). Sólo en 2015, más de 300.000 personas han arriesgado sus vidas para cruzar el Mediterráneo.
¿Cuáles son las causas más evidentes, una vez que conocemos cada vez mejor los efectos devastadores de las mismas? Sencillo de recordar: 1) Vender armas a quienes ahora nos espantan con las consecuencias de sus conflictos pero solamente cuando las consecuencias llegan a nuestros felpudos. 2) Ningunear las llamadas constantes del comisionado para el refugiado de la ONU (ACNUR) sin planificar ninguna medida. 3) Mantener un neocolonialismo sobre las materias primas de muchos países, permitiendo que gobiernen sátrapas al servicio de las grandes multinacionales: ¿Dónde quedó aquél acuerdo del 0,7% para la cooperación y el desarrollo? ¿Dónde están los basureros tecnológicos de Europa? 4) Grave déficit en la permisividad legal con los crecientes movimientos y partidos xenófobos. 5) Desdeñar a los grandes arrabales miserables de inmigrantes en las grandes urbes europeas. Son verdaderas bombas en potencia de exclusión social ante la falta de medidas para una integración social.
Grande debe ser la ignominia de nuestros gobernantes cuando el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se ha rasgado las vestiduras lanzando una declaración impensable hace unos días, a propósito de las cuotas de refugiados que Merkel advertía que tenemos que acoger. La desvergüenza de Lampedusa ni el cinismo horrible ante miles de refugiados que vagaron sin puerto de atraque durante semanas por el Mediterráneo, han sido suficientes para que nuestros gobernantes mostrasen un atisbo de humanidad. Las dichosas cuotas han logrado que se muestren todas las miserias con el encendido discurso humanizado de Jean Claude Juncker quien ha denunciado y ha propuesto soluciones incluso dando cifras en euros, que es lo único que parece gustar a Rajoy y otros como él.
Juncker ha pedido la creación de un fondo fiduciario de emergencia de 1.800 millones de euros “para ayudar a África y atajar la inestabilidad de la región y las causas de la inmigración ilegal procedente del Sahel, en el Cuerno de África y el norte de África» ¡Bravo! La pena es que él “espera que todos los Estados miembros de la UE participen en su financiación”. O lo que es lo mismo, no puede imponerlo porque algunos Estados van a responderle que NO, mientras que en los temas de recortes y finanzas, nadie puede ni chistar. Ha tenido que recordar a esta Europa desunida por la insolidaridad que hemos sido refugiados en algún momento, haciendo hincapié en el bochorno de que los refugiados sólo representan el 0,11 % de la población de la UE, mientras que en un país como Líbano llegan al 25%. Y añadió que esta obligación de asumir una cuota justa incluye a los Estados Unidos, a Canadá, Australia, así como a los países de América Latina y Asia.
El problema que ahora se llama Siria o Estado Islámico es el problema de las dos terceras partes de la humanidad. Nuestro modelo tiene muchas grietas inconfesables y cada vez más escandalosas. Aun así, este problema requiere que todos los Estados miembros de la UE pongan en marcha con urgencia una responsabilidad ética común, basada en la solidaridad y la confianza. Mientras tanto, las “mafias” de tráfico y trata de personas son las que se están lucrando impunemente con la desesperación de sus congéneres ante la falta de ética en la UE. Si no queremos que vengan asilados e inmigrantes, no permitamos que se destrocen sus economías, no alimentemos sus guerras, no nos cerremos en una globalización financiera que les excluye del bienestar.
Se abre una escotilla a la esperanza. Emma Lazarus (1849-1887) seguro que estaría contenta escuchando a Juncker, sobre todo por el tono empleado. Nunca es tarde para aceptar la realidad y ser capaz de sentirse parte del problema y de la solución. El Papa Francisco, Jean Paul Juncker… ¿Quiénes serán los siguientes que impulsen las soluciones para que un día, más pronto que tarde, una mayoría de personas pueda sentir que la puerta dorada forma parte de sus casas?
«Aun así, este problema requiere que todos los Estados miembros de la UE pongan en marcha con urgencia una responsabilidad ética común, basada en la solidaridad y la confianza». Totalmente de acuerdo, Gaby. Pero, ¿no te parece muy difícil que los mismos que, ante otros problemas no muestran ninguna responsabilidad común, sí la tengan para abordar éste? La caótica reacción europea ante la crisis de los refugiados es un síntoma de una problema más grave. Y no solo de las instituciones y gobiernos. ¿Qué piensan los ciudadanos? ¿Por dónde tira la opinión pública?