Joxan Rekondo Pyrenaeus-eko Talaian
1. Agitación social. Preocupa el trabajo, como cultura y como actividad. A lo largo de la crisis, hemos cerrado miles de empresas y destruido decenas de miles de empleos. La eficiencia de nuestras empresas está en cuestión, con ella las expectativas de ocupación casi han desaparecido y también la valoración del trabajo humano como palanca de la economía. Lo que no es extraño es que, ante esas circunstancias, se agudicen las tensiones y la agitación social. Lo realmente anormal sería que viviéramos en un estado de calma o despreocupación social.
Ahora bien, reconocido que es inevitable esa expresión (a veces, durísima) del conflicto, sería un error que las organizaciones laborales buscaran remediarlo institucionalizando una confrontación total. Cuando se denuncia que los poderosos ‘destruyen lo social y colectivo’, lo que procede es comprometerse con su reconstrucción contribuyendo a ello con sentido social, abandonando toda idea que conlleve una aceleración del derrumbe. El temor por un futuro inquietante puede activar una opinión pública exaltada, que corre el riesgo de caer en brazos de liderazgos populistas que prometen la realización de rupturas milagreras. Pero, el choque frontal y destructivo lo arruina todo, incluso la posibilidad de que nazca un modelo más justo e inclusivo de lo social.
2. Trabajo humano. Sin embargo, la crisis puede llevarnos también a otros a redescubrir el valor de la cooperación, aportando nuestras capacidades en la realización positiva de fines compartidos, al lado de mucha gente que nunca ha de dejado de buscar en el apoyo mutuo un avance hacia el bien común. Todos tenemos la “obligación de contribuir con [nuestro] trabajo, capital y actividad intelectual al bienestar general del país”, diría quien fue el referente más recurrido por nuestros padres, el lendakari Agirre. En justa reciprocidad, tenemos también “derecho a participar en los bienes sociales”.
Vista la hostilidad en la que se mueven las relaciones entre las fuerzas socio-laborales, la pregunta hoy es si es posible una acción compartida entre ellas, que reivindique la centralidad del trabajo humano, prevaleciendo sobre los intereses del capital, en la reconstrucción de lo social. Solo cabe imaginar que la oportunidad para esa cooperación habrá de darse en el seno de la comunidad básica de trabajo que es la empresa. Ahí es donde las fuerzas sociales y las personas que las conforman pueden compartir y cooperar en el sentido más auténtico, conviviendo, coproduciendo, cogestionando y codecidiendo.
3. Personas. Las relaciones laborales en Euskadi son un ámbito de ‘absoluta incertidumbre’, según el punto de vista que expresaba muy recientemente la consejera económica del Gobierno Vasco, hasta el punto de lastrar la viabilidad actual de la empresa vasca. Conscientes de ese peligro, los empresarios guipuzcoanos han promovido la que llaman ‘nueva cultura de empresa’, apostando por la transparencia interna y la participación de las personas que la componen en un compromiso colectivo de cambio, con la mira puesta en la competitividad. Según Adegi, la implantación de esta nueva cultura está avanzando a buen ritmo. Se han realizado, desde enero hasta aquí, encuentros técnicos en los que han participado más de cien empresas, se están celebrando reuniones de trabajo con las empresas tractoras de cada comarca, se están realizando actividades de formación en diversos aspectos relacionados con la citada nueva cultura,…
En los medios de comunicación del territorio se ha producido a lo largo de estos meses un cierto debate público en el que han participado empresarios y consultores, hecho que muestra que la ‘nueva cultura’ de empresa va adquiriendo credibilidad. Adegi señala el reto de la competitividad como objetivo principal en el lanzamiento de la nueva cultura, que pasa por la implicación de los trabajadores en un proyecto compartido de empresa. En este interesante cruce de opiniones, han aflorado algunas críticas que señalan insuficiencias en el despliegue del principio personalista (las personas en el centro) que la patronal guipuzcoana dice promover. Así, se ha reprochado al proyecto que sigue considerando a las personas como recursos al servicio de un modelo organizativo más eficiente, al no situarlas como “un fin en sí mismas junto a la competitividad”.
La iniciativa de Adegi tiene un punto de desarrollo muy interesante y otro punto, tal y como se expresa en la crítica precedente, en el que se manifiesta débil. Por una parte, enunciar la empresa como proyecto compartido es el aspecto que abre la perspectiva más interesante, que puede llevarnos hasta el cuestionamiento de que la empresa pueda ser objeto de un poder arbitrario que no considere el valor del trabajo humano. De la cultura de proyecto compartido, podríamos avanzar a la consideración de que la empresa vasca es un bien social o bien comunal, enraizado con el territorio y al servicio de sus personas, ni fungible ni enajenable a capricho. La frase ‘democratizar nuestras empresas’ está muy bien, pero es insuficiente para asir plenamente el sentido que la consideración de bien común asignaría a nuestras empresas, cuya pervivencia no estaría al albur de la pura voluntad liquidadora de sus integrantes.
Pero, por otra parte, considerar que las personas, y su implicación en la empresa, son solo recursos para el logro de la competitividad, nos colocaría en la traza contraria. Además, esta implicación conseguida con el reclamo de una crisis acogotante podría ser por ello tan transitoria como lo sería la situación de necesidad. La empresa debe aspirar a ser competitiva, también redistributiva (frente a la desigualdad rampante) y participativa. Pero, se debe reconocer que el trabajo de las personas es el agente principal de la actividad económica que realiza.
4. Sindicatos. Inicialmente, la propuesta de Adegi ha ocasionado reacciones desconfiadas en la mayoría de los sindicatos. Al margen de los motivos alegados, los reales pueden ser de diferentes clases, pero apostaría que lo que se teme es una pérdida de independencia de la acción sindical en la empresa. La participación de los obreros en la empresa puede apaciguar la pugna sindical, desincentivar la participación sindical, o condicionar las decisiones y las relaciones internas del sindicato,…
Aun y así, ya se han producido por parte del mundo sindical los primeros signos para calibrar el gran alcance que ha tenido la propuesta de Adegi. Aunque con muchísimas prevenciones, LAB se ha mostrado abierto al debate en torno a la participación de los trabajadores en la empresa. ELA, por su parte, sigue en la línea de atrincherarse en las secciones sindicales de empresa con la idea de desplegarse como contrapoder en cada uno de los centros de trabajo. Esta actitud puede abrir dos opciones de carácter alternativo. De que la lucha sindical se libre en cada empresa puede resultar una oportunidad, de tal modo que con una resolución dialogada del conflicto laboral se pueda alcanzar un escenario de proyecto compartido. Pero, si los términos que ese conflicto fortalece son los de ‘poder’ frente a ‘contrapoder’, lo que decaería sería la apuesta por la coparticipación en la empresa.
La solución únicamente puede estar en demostrar que la cuestión del poder y la propiedad habría sido superada en la empresa participada que se pretende. De esta manera, perdería todo sentido la posición del ‘contrapoder’ sindical, que para legitimarse necesita de una oposición perpetua entre los poseedores del poder y los desposeídos.
5. Cambiar el presente. No hace tanto que Adegi se adhirió al “Compromiso territorial para promover la participación social en la empresa” –firmado, de la mano de la DFG, junto con otras entidades y empresas en abril del año 2011-, y que obligaba a promover una corresponsabilidad de las personas trabajadoras con el proyecto empresarial a partir de la participación de estas en todo el recorrido del mismo. Es decir, que se comprometía con el objetivo de que el trabajo y sus agentes participen de una manera efectiva en la gestación y la gestión del mismo, en los resultados empresariales y en la propiedad de la empresa.
Esta hoja de ruta delinea una gran transformación en lo social. No se trata de oponer poder y contrapoder en la empresa, sino de salir de ese dilema a partir del liderazgo de personas y sociedad civil que asumen sus responsabilidades y cooperan día a día para realizar el cambio social desde la empresa, sin esperar al advenimiento futuro de grandes acontecimientos revolucionarios. Con el mismo impulso realista que empapa el pensamiento arizmendiano: “la esperanza del mañana no es tan consoladora que nos dispense de cambiar el presente”. El cambio no puede esperar, procede iniciarlo desde ahora.
a ver cuando metemos mano al problema de la paupérrima natalidad en euskadi. esto junto a que nuestros jóvenes emigran a la urbe española y europea es muy grave.
no se me ocurre problema mas grave para los vascos que quedarnos sin vascos….
Este artículo interpela a todos los estamentos sociales. La resistencia vendrá de todas partes, principalmente de las cúpulas empresariales y de los sindicatos, la asunción de responsabilidades quiere decir asumir los riesgos de perdidas, pero también el acceso de todos al reparto de beneficios.
Trabajar en clave de propiedad social tiene la ventaja de que se recogerá del pasado pero genera la obligación de preservar para el futuro. Siendo conscientes que la dinámica correcta debe de ser recoger menos del pasado de lo que se deja para el futuro.
Un debate en el que los que creemos que el personalismo, es la alternativa al neoliberalismo y al socialismo totalitario, debemos liderar.
Un apunte interesante el de artola.
Artola , te veo muy preocupado con la natalidad , quizá demasiado.
Pedirles a las jóvenes parejas que se pongan a engendrar hijos cuando muchas están en el paro y otras muchas más con sus empleos colgando de un hilo , me parece estar fuera de la realidad.
Nuestros hijos , la generación que nos precede , va a vivir bastante peor que nosotros en el aspecto material y bastante tienen con ir tirando ,ellos mismos , como para embarcarse en la aventura de traer hijos al mundo.
Mucho tendrán que cambiar las circunstancias para que se invierta la tendencia de la baja natalidad.
Una nuevo modelo de relaciones laborales en el seno de la empresa siempre será bienvenido si se opta por dar un mayor protagonismo a los trabajadores , la fuerza laboral , no solo en la propiedad , sino en los aspectos productivos , modelos organizativos , de gestión , etc . .
De lo que yo he conocido , los trabajadores a los que se les daba la oportunidad de participar activamente en el diseño de los procesos productivos, en la mejora continuada de los mismos , alcanzaban productividades mucho mayores que los que se limitaban a obedecer pasivamente las consignas emanadas de la dirección.
«no se me ocurre problema mas grave para los vascos que quedarnos sin vascos….»
Y uno que casi se había creído que esto del nacionalismo humanista se ocupada de seres humanos vivos, y no!
Parece ser que el problema más grave de los vascos que están vivos, no es el paro, la falta de perspectivas, el tener que marchar a otro país, el país corrupto en el que vivimos etc
Qué va!
Eso para un humanista nacionalista son tonterías.
Resulta que el problema más grave de los vascos que estamos vivos es el de la identidad de seres humanos aun por nacer, dentro de 700 años o 7.000 qué más da!
Qué pensaría Sabino si levantara la cabeza y viera a Mario Fernandez, un español y no vascófono, ocupando puestos de tanta relevancia para «el pueblo» vasco.
Algo así le pasaría al señor que escribe esa frase, si levantara la cabeza dentro de 100 años en su pueblo. No sabría ni en qué continente se encontraría.
Qué cosas tiene la trascendencia religiosa.
por supuesto que me preocupo por el futuro de mi pais, no solo en clave social sino en clave nacional de identidad.
pero es que preocuparse por el futuro es preocuparse por el presente.
evidentemente si queremos atajar el problema de la natalidad, hay que atajar tambien (solapadamente) lo siguiente:
– paro
– acceso a vivienda (no solo ayuditas institucionales, sino atajar el problema de la carestia desproporcionada del mercado inmobiliario).
– politicas de conciliacion.
– incentivacion ecomonica a la natalidad.
Por una vez y sin que sirva de precedente (es broma), estoy de acuerdo con artola.
“La tormenta demográfica perfecta: emigración, envejecimiento y baja natalidad. A partir de 2018, se registrarán más muertes que nacimientos”
¿Lo que vale para España no vale para Euskadi?
Ruiz, lo tuyo clama al cielo de los ciudadanos o a la constitución española (lo que prefieras), tu antinacionalismo no te deja ni respirar. Sino tomas aire terminaras ahogándote.
larburu, un apunte, ahora mismo YA hay mas mortalidad que natalidad en la CAV.
Bien artola, no todo es independentzia.
La «tormenta demografica» que describe el articulo que cito se refiere a España (patria?, nación? o estado? de los ciudadanos).
Si alguno por aquí escribe:
“no se me ocurre problema mas grave para los españa que quedarnos sin españoles….”
Me parecerá igual de ridículo.
es que seria ridiculo, ruiz. aqui nos jugamos la pervivencia de la identidad nacional vasca, lo que suceda a la identidad española o vascoespañola no es nuestro problema.
Por eso quieren expulsar del país a esos seres humanos, vascos que pasan de la identidad homogénea para todos, a quienes llaman «Vascoespañoles», para poder diferenciarlos de lo que está mandado ser, y que se les pueda odiar sin sentir una humanista culpa por ello.
Esto de la identidad, en pleno siglo XXI, no sé yo.
Suena a lo que todos sabemos que suena.
Sobre todo no habiendo nación política que defender. Pues como cualquiera sabe, la nación política Vasca no existe.
Ni ha existido nunca.
A día de hoy, que se sepa, existe una comunidad autónoma vasca, que se integra dentro de la estructura del estado de la nación española.
Mal vamos defendiendo fantasías.
expulsar?
«España se queda sin españoles – ABC.es
La pérdida demográfica trae aparejado un problema de impredecibles consecuencias negativas: el envejecimiento de la población. Sin nacimientos y con una tasa de emigración en alza, los españoles cada vez son más ancianos, lo que a su vez deriva en que cada vez haya menos jóvenes para pagar las pensiones.»
Vale, ¿igual de riduculo?
Aquí el ridiculo lo estas haciendo tu. La baja de natalidad es un problema que preocupa a los vascos, a los españoles, a los alemanes a toda persona sensata.
Artola habla de los vascos por que es lo cree que somos. ¿Tampoco esta permitido ser vasco?.
Volvamos al artículo R.S.:
«cooperación … en el seno de la comunidad básica de trabajo que es la empresa. Ahí es donde las fuerzas sociales y las personas que las conforman pueden compartir y cooperar en el sentido más auténtico, conviviendo, coproduciendo, cogestionando y codecidiendo.»
En eso si no entendido mal estaríamos de acuerdo todos (tolosarra me ha parecido que tu tambien).
¿Tú estarías también de acuerdo?
artola suele soltar muchas chorradas, creo que demasiadas, casi siempre «a dónde vas manzanas traigo».
Pero he de reconocer que debemos someter una frase suya que considero tristemente OBJETIVA, cuando escribe
«no se me ocurre problema más grave para los vascos que quedarnos sin vascos….»
No tenemos más que testimoniar directa e indirectamente las oleadas de gente que han hecho las maletas para buscarse la vida, y no lo circunscribo a la juventud, aunque en menos cantidad (que no calidad) también gentes de cuarenta, cincuenta y algunos privilegiados sexagenarios.
A la vez que ocurre eso, dejamos las puertas super abiertas a gentes de los países del este y de China, estos últimos haciéndose con chiringuitos de más de 70m2 en cada esquina, restaurantes super grandes, casi siempre vacíos (tapaderas?), se les conoce pocas cuentas bancarias a estas gentes…
A cambio, uno intenta montar un negocio en China y las trabas que se encuentra son de «hor dago»
Seamos generosos, solidarios pero no TONTOS / INGÉNUOS.
La población más importante inmigrada a navarra proviene de Bulgaria. Se saben todas las letras grandes de toda normativa jurídica sea del gremio que sea, especialmente en el hostelero.
El análisis que aporta J Rekondo concerniente a cinco puntos diver-conver-gentes es importante y debe de someterse a seria reflexión:
Empezando por el quinto punto pues lo que acabo de comentar. Podemos y debemos de cambiar el presente no dando excesivas facilidades a gentes venidas de todos los continentes y desde luego discriminando positivamente apoyando a la sociedad vasca que tan enferma, debilitada está.
El cuarto punto presenta hoy, ahora mismo unos aspectos positivos. Qué duda cabe que TODOS los sindicatos (particularmente sus jefecillos) están debilitados. Han perdido mucha credibilidad que tenían en otros tiempos. Sencillamente porque se les ha visto el plumero. Este considerando está en boca de la gente en la calle, en los bares, en las fábricas, pero sobre todo en la calle (gente sin trabajo). O cambian de discurso, de talante, de medios y objetivos creíbles / tangibles o lo tienen más que crudo y sino tiempo al tiempo.
Deben aunar esfuerzos / ideas con los empresarios, siempre midiendo la situación y que la balanza presente equilibrio entre el bienestar del empresario y de sus empleados.
Por ello y aunando al punto tres, los sindicatos, los representantes de los trabajadores deben de dejar de contra-vivir, contra-producir, contra-gestionar y contra-decidir. Deben de luchar codo a codo en pro del desarrollo del país ejerciendo cotidianamente crecimiento sostenido en lo nacional y social (siempre estos de la mano). Cualquier desviacionismo a esta cuestión caerá en saco roto.
Sobre el segundo punto pues eso, trabajo humano, trabajo humanizado, trabajo humanizante, trabajo humanitario.
Hace tiempo que proponía cambiar la tan repetida máxima de I+D+i., por ésta: I+D+i+H.
Todos estos últimos años de crisis no hacen más que confirmar que cualquier proyecto, cualquier agrupación empresarial debe / deberá invertir con valentía en esos cuatro capítulos:
Investigación, Desarrollo, Innovación, Humanidad.
Sobre el primer punto, pienso que no hay mucho que hablar, los de siempre, los borroquillos de interior y exterior se esforzarán en aprovechar cualquier conflicto socio-económico-laboral para montarla, sin duda alguna.
Los esfuerzos en liderar el presente y futuro de nuestra nación deberán siempre fomentar los cuatro últimos puntos de manera que el primero vea sus días contados.
JELen
Errata,…,donde digo letra grande quería decir letra PEQUEÑA.
JELen
Pues eso, en tres generaciones el lehendakari se apellidará Lin shu, el delantero estrella del Athletic será hijo de nigerianos y el presentador del teleberri noche será hijo de bolivianos.
Por lo demás, todo seguirá más o menos igual.
no he has respondido ruiz, a quien queremos «expulsar»? o, quizas es «gasear»?
La posibilidad de la unión entre vascos el trabajo por el bien común de las personas a nivel de direcciones políticas la veo imposible. Esa unión diseñada de arriba abajo, tengo mis dudas de que además fuese la más conveniente, es imposible. Posiciones como la de Sortu: “Para que la revolución democrática nacional avance, es necesaria la movilización popular, la confrontación democrática, la desobediencia civil y la lucha ideológica en todos los ámbitos” y la falta de verdadera autonomía de los partidos constitucionalistas imposibilitan acuerdos “unánimes”.
La unidad entre vascos, entre las personas que vivimos en Euskadi solo vendrá a través de la acción social. En palabras de Rekondo:
“No se trata de oponer poder y contrapoder en la empresa, sino de salir de ese dilema a partir del liderazgo de personas y sociedad civil que asumen sus responsabilidades y cooperan día a día para realizar el cambio social desde la empresa, sin esperar al advenimiento futuro de grandes acontecimientos revolucionarios. Con el mismo impulso realista que empapa el pensamiento arizmendiano: “la esperanza del mañana no es tan consoladora que nos dispense de cambiar el presente”. El cambio no puede esperar, procede iniciarlo desde ahora.”
Si conseguimos poner en marcha estas iniciativas los vascos nos salimos del mapa. Me río yo de las monarquías, repúblicas españolas, europeas y mundiales, si conseguimos que nuestras hijas e hijos vivan en esa ALDEA VASCA.