Imanol Lizarralde
Desde la caída del Muro de Berlín a fines de los 80 del pasado siglo, diferentes teóricos de parte de la izquierda se tomaron la labor de mantener caliente el «legado» de los grandes revolucionarios del comunismo esperando tiempos mejores para reanudar el proyecto que acababa de quebrar. Empezó el filósofo Jacques Derrida reivindicando a Marx en 1992. Alain Badiou se encargó de seguir recordando a Mao Zedong y la Revolución Cultural. Finalmente, Slovaj Zizek tomó sobre sí la tarea de reivindicar a Lenin y a Stalin. Como eco de esta línea, el crítico literario del suplemento El Cultural de El Mundo, Ignacio Echevarria (¿Lenin?, 27-7), lanza una llamada de atención positiva sobre Lenin. ¿Qué nos dice al respecto?
Echevarria, recogiendo un trabajo sobre Lenin realizado por el editor Constantino Bertolo, afirma que es necesaria “una reconsideración crítica de las experiencias del pasado, a las que cabe arrancar otras enseñanzas que las que prescriben el enjuiciamiento y condena de la revolución rusa como una catástrofe sin paliativos”. En lo concreto, Echevarría cita a Bertolo que califica a Lenin “como interlocutor válido para el diseño de una estrategia desde la que enfrentarse a los obstáculos que hoy encuentran quienes desean recuperar el horizonte de la emancipación” y plantea “la necesidad de repensar políticamente temas tan ‘leninistas’ como la organización de descontento y la protesta”. Bertolo se refiere a Lenin para actualizarlo en el contexto de una situación presente, como podemos ver en uno de sus escritos de la Red. Alude, así, a la relación entre “las masas” y el “partido bolchevique”:
“Las masas responden a una constitución multiforme – de ahí su plural: las masas- aunque sea un concreto denominador común: la explotación, la indignación, la ira, el que les confiera unicidad. Será precisamente la búsqueda de ese denominador común el que oriente el “trabajo de masas” del partido bolchevique que se hará fuerte como partido cuando sintonice con él al proponer en 1917, en formato de consigna, su programa mínimo: Paz, tierra y todo el poder para los soviets. Masas de campesinos que vivían en condiciones de penuria y alta precariedad, de soldados que estaban hartos de jugarse la vida por unas tierras que no eran suyas y de trabajadores industriales que se rebelaban contra unas condiciones de trabajo difícilmente soportables. Denominador común: la explotación. Esas eran las masas que participaron en las fases de preparación y toma del poder durante la revolución bolchevique”.
Las masas no serían otra cosa que el conjunto de las clases perjudicadas dentro de una determinada situación, unificadas por un “denominador común”, el sentimiento de agravio, que la estrategia del partido bolchevique debía canalizar y activar. ¿Cómo aplica Bertolo esta visión a la situación actual?
“¿Qué dónde están? (las masas hoy en día): la mayoría trabajando; una buena parte en el paro, otra buena parte en período de formación para poder demandar trabajo y otro buena parte viviendo de las rentas de jubilación provisionadas durante sus años de trabajo activo. (…) Las masas son un momento consciente de la revolución: las masas deben saber que se lanzan a una lucha armada, sangrienta, sin cuartel, y no esa especie de ente irracional o meramente instintivo con que el racionalismo humanista las contempla con paternalismo o desprecio”. (…) “no creo que el contexto haya cambiado tanto. Por un lado creo que apenas ha pasado un siglo y seguimos viviendo en plena y salvaje prehistoria. (…) el retablo se mantiene incólume porque las tensiones tectónicas siguen teniendo su origen en la lucha de clases, en el enfrentamiento, sordo o estruendoso, entre los que tienen los medios de producción y los que para sobrevivir necesitamos vender nuestra fuerza de trabajo”.
Cómo vemos, Bertolo no se anda con chiquitas a la hora de reivindicar el legado de Lenin, en la conciencia de que la revolución no consiste en un baile de salón ni en un par de algaradas callejeras sino que es, también, “una lucha armada, sangrienta, sin cuartel”. Aquí toca un punto incómodo para una cierta izquierda revolucionaria, que pretende que el sistema se desplome por sí mismo, sin plantearle la disputa del monopolio de la violencia con el Estado, que es un principio marxista esencial, sin el cual la toma del poder por parte de las “masas” no sería efectiva. Desde el prisma leninista, según Bertolo, las “masas” deben de conllevar una “actitud de enfrentamiento, latente o activo”. En lo referente a la otra pata por la que se tiene que mover el proceso revolucionario, el partido bolchevique, Bertolo se limita a lamentar la institucionalización de IU en su alianza andaluza con el PSOE, que, para él, supone repetir el error de Santiago Carrillo que por querer encarrilar al Partido Comunista en la vía de la legalidad, dejó en suspenso la acción de su propio movimiento de masas.
A nosotros los que vivimos en Euskadi esta música nos suena. Coordinar el movimiento de masas con la lucha institucional en el enfrentamiento con el Estado es el principio que plantea el MLNV y que está tratando de poner en práctica en los últimos 30 años, incluido el factor de la lucha armada. Bertolo extiende esta concepción para la totalidad del marco del Estado español, aprovechando la circunstancia de las clases agraviadas por la crisis económica e institucional vigente. Lo novedoso es que no exista vergüenza para reconocer la paternidad leninista de esta concepción y la reivindicación del “imaginario revolucionario” de la revolución de octubre (“No se puede seguir insistiendo en la necesidad de la revolución mientras uno se sonroja intelectualmente de la revolución”). Parece ser que, para algunos, ha llegado la hora de quitarse las máscaras y de volver a pasear la momia de Lenin en olor de multitudes. Llegando hasta aquí, resulta necesario recapitular acerca de cómo Lenin puso en práctica todo lo anterior.
Para cuando Lenin llegó a Petrogrado en el blindado que le fletó el imperio alemán, en febrero de 1917 el Zar ya había sido derrocado y el régimen político había cambiado de forma radical. En este entusiasmo, se crearon los soviets, consejos obreros, campesinos y soldados, y un gobierno provisional. La llamada revolución de octubre no marca sino el ascenso de un partido, el bolchevique, comandado por Lenin, que adquiere relevancia con una serie de actos, como la toma del Palacio de Invierno y el fusilamiento de la familia real. Las elecciones de noviembre dieron la victoria a los socialistas revolucionarios, con 380 diputados, seguidos por el partido bolchevique de Lenin, con 168, un 25% de los votos. Ante estos resultados, Lenin dijo que “El interés de esta revolución (octubre de 1917) se presenta como superior que los derechos formales de la Asamblea Constituyente (…). Todo intento directo o indirecto de considerar la cuestión de la Asamblea Constituyente desde un punto de vista formal, legal, dentro del esquema de la democracia ordinaria burguesa y sin el concernimiento de la lucha de clases y la guerra civil, será una derrota para la causa proletaria, y la adopción de los puntos de vista burgueses” (V. I. Lenin. Tesis sobre la Asamblea Constituyente, Volumne 26, 1972, pp. 379-383). Fue, en ese contexto de derrota electoral y posibilidad de perder el poder cuando Lenin disolvió la Asamblea Constituyente, y apeló al poder de los soviets, a las asambleas-consejos de base, para apoyarse en el poder de las “masas” como forma de legitimación en contra de “los derechos formales de la Asamblea Constituyente”, siendo los bolcheviques minoría. La diferencia entre Adolf Hitler y Lenin es que el primero ganó unas elecciones y luego destruyó la democracia, mientras el segundo las perdió y también destruyó la democracia. Pero los “soviets”, siendo agrupaciones plurales, no debían dejarse al devenir de su espontaneidad. Por eso, el anarquista francés Jacques Baynac señala que
“Entre el 7 y el 20 de diciembre de 1917, a los dos meses del golpe de Estado bolchevique, se promulgó el decreto –mantenido por espacio de siete años en secreto- por el que se creaba la vetcheka (…) al acercarse el segundo aniversario de la toma del poder, “Pravda” pudo diagnosticar: “todo el poder para los soviets” se ha convertido en “todo el poder para las checas” (…). El 16 de octubre de 1927, también en “Pravda”, afirmaba el historiador Pokrovsky que la policía secreta forma parte “de la esencia misma de la revolución proletaria” y que el terror era una “consecuencia inevitable de la misma” (Jacques Baynac, El terror bajo Lenin, Tusquets, 1978, p. 9).
Y es que las “masas” no se organizan solas y cuando se organizan y siguen el ejemplo leninista crean sus propios aparatos policiales –la cheka- con carácter permanente. Esta es otra de las grandes aportaciones de Lenin, frente a la visión “espontaneísta” de la revolución. La espontaneidad y la pluralidad son, en este caso, una fachada, a través de la cual se aplica la discrecionalidad del terror revolucionario, reivindicado por teóricos actuales y de moda como Zizek. El primer jefe de la policía política de Lenin, Felix Dzerjinsky, podía afirmar con orgullo: “la coacción proletaria bajo todas sus formas, empezando por las ejecuciones capitales, constituye un método encaminado a crear el hombre comunista” (Baynac, p. 32). Ya desde septiembre de 1918, el partido bolchevique decreta, “el terror de masas contra la burguesía y sus agentes” (p. 30). La combinación del estado bolchevique y de las masas organizadas en función del dominio de los comisarios bolcheviques fue de una efectividad tremenda a la hora de liquidar a los enemigos. La violencia no es un componente accidental sino es esencial para la revolución en estos términos. Bertolo remarca esta clave pues piensa que puede prender en la gente agraviada por la actual situación de incertidumbre económica y política e Ignacio Echevarría muestra admiración por Bertolo, porque “se enfrenta con valentía a los prejuicios que pesan como losas sobre la demonizada figura de Lenin”. ¿En qué consiste la demonización de Lenin? ¿Es qué, acaso, se le achacan crímenes que no cometió? Echevarría piensa, también, en otro tipo de acusaciones, recogiendo a Bertolo:
“frente al tópico de un Lenin sectario, dogmático e intelectualmente sordo”, la naturaleza profundamente pragmática, ceñida siempre a las circunstancias y en consecuencia flexible, del pensamiento -”lleno de matices, meandros y curvas”, no falto de dudas y retrocesos- de quien dejó dicho: “No existe la verdad abstracta. La verdad es siempre concreta”.
Aquí nos asalta una pregunta ¿es, entonces, compatible un pensamiento “flexible”, “lleno de matices, etc” y que además cree en la verdad concreta con los métodos implacables con los que actuó Lenin para liquidar a sus enemigos? ¿Se puede desvincular una cosa de la otra? La flexibilidad, el genio estratégico de Lenin, plantea el sandwich entre el estado bolchevique y los consejos obreros embutiendo desde arriba y desde abajo a la mera representación de la Asamblea Constituyente. Lenin consiguió, siendo minoría, dividir al enemigo y embarcar a su país en una larga guerra que causó más de una decena de millones de muertos. Una guerra interna y externa, en la que Lenin acabó con los mencheviques, los socialistas revolucionarios, los cadetes, los nacionalistas ucranianos, los anarquistas, los marineros de Krondstat… Todas las fracciones de la izquierda fueron exterminadas de una forma gradual y sistemática. También fue pionero en los procesos políticos amañados, dice Baynac acerca del proceso político contra los socialistas revolucionarios en 1922: “el proceso es montado de acuerdo con fórmulas que una vez perfeccionadas asegurarán el éxito de los futuros procesos de Moscú. No falta en ellos nada: la amalgama de verdaderos revolucionarios con provocadores a sueldo del poder; la acusación prefabricada que no consigue hacer aceptar a hombres de otro calibre que Zinoviev. De igual modo se procede contra los anarquistas utilizando el proceso provocación-represión, encarcelamiento-exilio…” (Baynac, p. 36).
Baynac calcula que en la etapa de terror rojo de Lenin entre septiembre de 1918 y enero de 1920, los comunistas liquidaron a 2,4 millones de personas por motivos políticos, “se podría afirmar que, bajo Lenin, la intensidad del Terror era el doble del reinante bajo Stalin “en periodo experimental” (p. 40). Pues es un hecho que se suele omitir el que Stalin aprendió con Lenin los mecanismos del terror ya que éste los había ejercido sobradamente. Y Lenin fue también iniciador del sistema de campos de prisioneros de GULAG, creando Kolyma y Solovski. Para 1922 existían ya 56 campos (p. 35). También Lenin inició otro mecanismo utilizado luego por Stalin, el de la hambruna genocida, pues cuando el gran hambre amenazó a Rusia y Lenin dejó entrar a las organizaciones humanitarias internacionales, les vedó la entrada en Ucrania, donde murieron entre 4 y 5 millones de personas. La ayuda internacional, coordinada por la Cruz Roja y que consistía básicamente en grano, llegaba a Rusia pero no a los hambrientos pues el Gobierno de Lenin revendía ese grano para conseguir divisas con las que afianzarse en el poder. No saben nada los cubanos, cuando llaman a Lenin “el viejito que inventó el hambre”.
Concluye Echevarria en ensalzar a Lenin para “postular un rearme de la izquierda en el arsenal de esas experiencias de las que abjuró quizá con demasiada precipitación. Rearme que habría que empezar por la reapropiación de un vocabulario vigente todavía, si (…) Proletario, imperialismo, capataz, explotación… ¿se acuerdan?”. Analicemos brevemente, en el contexto de la práctica de Lenin, el vocabulario que pretende resucitar Echevarria con ecos gloriosos y militares. ¿Proletario? En 1921 los trabajadores de las fábricas de Petrogrado tenían que trabajar apuntados por las bayonetas del Ejército rojo. Como dice el historiador Paul Avrich, “la presencia de tropas en las fábricas provocaron un fuerte resentimiento en los obreros regulares y violentas quejas contra la “militarización del trabajo” (Paul Avrich, Kronstadt 1921, p. 32). Fue una obrera de esa ciudad, Fanny Kaplan, la que casi mata con dos balazos al propio Lenin por la razón de “traicionar” a la revolución. ¿Imperialismo? El estado revolucionario leninista conquistó la Georgia menchevique, trató de hacer lo mismo con Polonia en una guerra en la que Lenin fue derrotado y este atizó la revolución en Alemania, que también fue un fracaso sangriento. Con la creación de la III Internacional, Lenin es también el fundador del social-imperialismo, de infausta de memoria para los pueblos del mundo. ¿Capataz? El partido bolchevique se convirtió, con Lenin, en una gigantesca organización de capataces políticos dedicados a controlar a la población y a comandar a los pelotones de fusilamiento. ¿Explotación? Nunca (excepto en los peores tiempos de Stalin) Rusia y los pueblos bajo su égida sufrió una explotación y un hambre como al que les sometió Lenin en la época del Comunismo de Guerra. Echevarria olvida otra serie de palabras que también están unidas a Lenin y al leninismo: purga, GULAG, hambre planificada, dictadura….
El balance político de Lenin, en referencia a la construcción de una sociedad más justa o más libre, es deplorable. Sus virtudes como gran estratega y genio político no se pueden desvincular de lo que produjo: un estado comunista totalitario que conformaría el marco perfecto en el cual su heredero Stalin pudo ejercer, con fuerza redoblada, los peores aspectos de la política leninista en cuanto a desprecio por la vida, la libertad y la dignidad humanas. Constituye un escándalo que toda una corriente intelectual pretenda revivir el legado de Lenin como patrimonio de los desheredados y su emancipación. El fenómeno totalitario es persistente e infecta a parte de la izquierda con esa vocación inasequible de aupar a autores de matanzas millonarias y reivindicar regímenes totalitarios en función del engaño de una liberación que nunca ha existido en la práctica leninista. Desde el universo afelpado de la crítica literaria y la edición, Ignacio Echevarria y Constantino Bertolo nos muestran las delicias de un Lenin no dogmático, no sectario, flexible pero que mató a millones de personas. La gente sufriente que se lanza a la calle por la terrible situación que vivimos no merece estos profetas que instalados en la comodidad proponen caminos incendiarios y que además pretenden soluciones que la historia ha mostrado como criminales e inefectivas. La reivindicación del “imaginario” de la revolución es inseparable del blanqueamiento de sus crímenes. Echevarría y Bertolo nos dan a entender que no hay que sonrojarse por la sangre derramada pues son cosas de la revolución y del bueno de Lenin.
Iñaki Gil de San Vicente Pensador marxista
¿Por qué Lenin?
Con motivo de la celebración ya tradicional de un acto denominado Lenin Eguna, en el que se debate sobre la actualidad tanto vasca como mundial, Gil de San Vicente ofrece sus reflexiones en torno al dirigente de la revolución bolchevique, y comienza por tratar de dar respuesta a la cuestión de por qué Lenin es uno de las personas más odiadas por el capital.
El próximo domingo, 14 de noviembre, va a celebrarse en Otxarkoaga otra edición del Lenin Eguna. No es un anacronismo de adoración cuasi religiosa de un cadáver embalsamado. Al contrario: es una jornada de debate sobre la actualidad mundial y vasca de una de las personas más odiadas por la cosmovisión burguesa, si no la que más. La civilización es la síntesis social de un modo de producción, y por ello mismo la civilización capitalista es irreconciliable con Lenin y con todo lo que significa. Ésta es la primera cosa sobre la que tenemos que reflexionar: ¿por qué el capital odia a Lenin? Porque la revolución bolchevique destruyó el nudo gordiano del sistema, la unidad entre propiedad privada y Estado, y esta conquista humana trascendental es imperdonable para la burguesía de todos los tiempos. Sobre Marx cae a diario un diluvio de tergiversación y mentira, y a Engels lo aparcaron hace tiempo, pero a Lenin le han negado incluso el derecho a la historia: debe desaparecer cualquier referencia a sus ideas, porque el sistema no puede correr el mínimo riesgo de que alguien lo lea. Abrir un libro de Lenin es atacar materialmente la dominación del capital, y eso no se puede permitir. Pero la razón última debemos buscarla no tanto en Lenin como individuo, sino en su entronque en la corriente comunista del socialismo. Un error profundo de las izquierdas es haber aceptado la trampa del individualismo metodológico burgués: comparamos a Marx con Ricardo como «pensadores», «economistas», «sociólogos», etc. para evitar el verdadero debate, que no es otro que el veredicto histórico sobre la lucha a muerte entre el socialismo y el capitalismo, veredicto que da la razón al socialismo pese a todos sus errores y a todas sus derrotas.
La irreductibilidad de Lenin radica en que formó parte elemental de una práctica colectiva antagónica con la esencia del sistema burgués. Y lo hizo desarrollando la dialéctica de contrarios en todas las facetas de la vida: desde muy pronto comprendió la importancia creciente de las luchas de liberación nacional dentro de la lucha internacionalista, y jamás dejó de profundizar en ella, siendo una de sus decisivas aportaciones. Nada de la historia desde 1900, cuando quedó impresionado por la desesperada resistencia del pueblo chino a la invasión zarista, es comprensible sin la interacción creciente entre la emancipación de los pueblos y la solidaridad internacionalista. Esta capacidad es una de las razones que explican por qué pudo sintetizar mejor que nadie las riquísimas novedades teóricas y políticas sobre el imperialismo realizadas por otros marxistas y socialistas a comienzos del siglo XX, que ridiculizan hasta el sonrojo a la supina idiotez de la economía política burguesa. Desde luego que no han transcurrido en balde los casi cien años desde que se publicó su obra sobre el imperialismo, pero este siglo confirma la validez del método teórico formado por la fusión del antiimperialismo, el internacionalismo y el independentismo socialista. El siglo XXI mejorará esta teoría, ya lo está haciendo, porque la mundialización imperialista necesariamente exige el aplastamiento de los pueblos y de sus clases trabajadoras, reactivando así una y mil veces la tendencia objetiva a la agudización de las luchas de todo tipo.
Como marxista, Lenin supo siempre que las tendencias objetivas sólo desarrollan su potencial liberador si van guiadas internamente por las tendencias subjetivas, por las organizaciones revolucionarias que, con su militancia, mantienen el relativo equilibrio siempre inestable y propenso a la ruptura entre la realidad y la voluntad, organizaciones que deben ser parte interna del pueblo trabajador, nunca sectas mesiánicas y burocráticas. El análisis concreto de la realidad concreta es el método por excelencia de Lenin para guiar la interacción entre la práctica y la teoría. Hoy necesitamos este método, como lo hemos necesitado en situaciones idénticas a las actuales, para evitar tanto el optimismo exagerado de la voluntad como el pesimismo derrotado que surge de una limitada visión de la realidad. Pero el análisis de lo concreto exige dos apoyaturas imprescindibles: la autocrítica y la formación teórica. Lenin, en cuanto bolchevique, aplicó este método incluso asumiendo quedar en minoría, porque la mayoría no siempre tiene la razón. Ahora bien, la paciencia política asentada en un método sólido de análisis le permitía a él, y sobre todo a su grupo dentro del partido, demostrar la corrección de sus ideas, tanto cuando éstas eran denunciadas como reformistas o bien de ultraizquierdistas. Lenin nunca actuó en solitario, porque siempre estuvo integrado en un colectivo que le alimentaba teóricamente, y sin el cual él nunca habría sido lo que fue.
La autocrítica y el enriquecimiento teórico asientan su agilidad táctica dentro de la fidelidad a los objetivos. La flexibilidad en la táctica y en los medios, que muchos ignorantes han reducido a simple oportunismo, siempre fueron en él unidos a una lúcida adecuación estratégica a los fines irrenunciables. Los bolcheviques, y Lenin, eran una organización polivalente, capaz de adaptarse a las nuevas exigencias coyunturales tras una rigurosa investigación de los cambios en el contexto; y muy especialmente, capaz de crear nuevas situaciones a partir de pequeñas tendencias difusas pero visibles para una organización teórica y políticamente formada. Fue una tarea de años crear esta organización, destrozada varias veces por la represión zarista pero siempre recuperada en las peores condiciones. Los informes policiales del inicio de la guerra mundial advierten que los bolcheviques eran los más peligrosos para el imperio, aunque eran los más reducidos, muy pocos. La corrección estratégica y la flexibilidad táctica, y el profundo conocimiento de la agudización de las contradicciones, permitieron a este grupito llegar a lo que llegó y dejar a la humanidad trabajadora ese monumento a la sabiduría que son los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista.
Para nuestra Euskal Herria, Lenin nos aporta dos usos muy actuales, como mínimo. Uno es la importancia de la organización como fuerza material inserta en el complejo siempre móvil formado por las contradicciones objetivas, la tendencia a la espontaneidad y a la autoorganización, y las contradicciones subjetivas. La organización debe ser una fuerza activa en este tenso complejo efervescente, aportando el sentido de la continuidad histórica en la lucha por los objetivos irrenunciables. Y, a la vez, debe ofrecer una explicación sobre por qué y cómo engarzar el denominado «programa máximo» con el «programa mínimo» en cada lucha cotidiana, en cada barrio, escuela, taller, fábrica, movimiento popular y social, etc. El otro es la exigencia del rigor teórico. En los últimos años han proliferado toda serie de modas intelectuales sobre la definitiva desaparición de la lucha de clases y del pueblo trabajador, sobre la muerte de las vanguardias políticas, sobre la irrupción de la «multitud», etc.; junto a esto, reaparecen viejas expresiones eurocomunistas y socialdemócratas sobre la «sociedad civil», la «transversalidad», la «pluralidad», etc. Modas ideológicas pulverizadas por la desnuda realidad de la crisis estructural, que ni siquiera imaginaron que tal desastre podría suceder porque elucubraban en el vacío etéreo de la «globalización». No es la primera vez en la historia del socialismo, ni será la última, que ocurre esto. Lenin vivió dos experiencias idénticas en el fondo y la organización a la que pertenecía las superó poniendo los pies en el suelo. La creación de una República Socialista Vasca debe sustentarse en la actualización crítica de las experiencias revolucionarias de la humanidad trabajadora o fracasará.
Perdonad la brasa de San Vicente pero no me he podido resistir.
En Euskadi hay una multitud de fanáticos que celebran el Lenin Eguna y le ponen velas a las fotos de su cadáver momificado. El 14 de noviembre es el día de Lenin. Lo digo para aprovechar esa fecha para ver algún docu, por ejemplo el del hambre en Ucrania. Recordar a los millones de muertos que ocasionó el compadre al que adoran esta gente del MLNV.
En Euskadi tenemos un gran problema pues cualquier nazi en Europa es un ser que da risa cuando niega el holocausto, pero es que estas personas sacan pecho por los muertos que ocasionó Lenin y por supuesto ETA.
Sabeis la fecha exacta en que murio Lenin?.
21 de enero de 1924 (no hay más que ir a la wiki). ¿Por qué esta pregunta?
«La creación de una República Socialista Vasca debe sustentarse en la actualización crítica de las experiencias revolucionarias de la humanidad trabajadora o fracasará».
Yo me quedo con estas palabras del antiguo representante de relaciones exteriores de Batasuna Iñaki Gil de San Vicente. La «experiencia» de Lenin, esa si que es buena para Euskadi, según lo dice este.
La política de Lenin la tenemos en Euskadi. Garitano en la diputación de Gipuzkoa y los organismos populares en la calle poniendo carteles señalando con el dedo a los representantes del PNV, PP y PSOE. Pretenden imponer su política en contra de la mayoría. Leninismo puro.
JELen agur
El libro «Tierras de sangre» se centra en la matanza masiva de ciudadanos por los regímenes stalinista y hitleriano con o sin vinculación ideológica, con o sin criterio sectario. Simplemente prevalecía la necesidad de hacer triunfar el imperialismo de cada uno. Ejercicio de paralelismo histórico fatal.
El imperialismo sovietico destruía todo lo que podía cuestionarlo y si hiciera falta acusarlo, no ya de burgues, sino simplemente de antibolchevique. O simplemente de nada. Simplemente se retiraba el grano, incluído el de siembra, para dar de comer al ejército sabiendo que moririan de hambre millones de ucranianos.
No importa lo que se diga en este foro. El sacerdocio socialista tiene una fe de tal dimensión que los dramas que el socialismo ha causado a la humanidad son perfectamente disculpables. Son errores de los que se aprende. Pero siempre nos quedan personajes como Bertolo, Zizek, Badiou que entenderán la desgracia generada a las «masas populares» como un mal inevitable para un objetivo superior (¿?).
En Euskadi está la verdadera respuesta a todas estas tendencias tiránicas criminales: el humanismo foral. No el capitalismo. Capitalismo y socialismo no son más que la misma respuesta expresada de maneras distintas. Por eso hay que tener verdadero empeño y compromiso intelectual para exhibir nuestra experiencia tradicional como antídoto de esta básica intolerancia.
Un apunte Imanol: Olor de santidad. Loor de multitudes.
Gran artículo el de Lizarralde.
No es de extrañar que salgan voceros reivindicando a Lenin al calor de la axfisia económica a la que nos están sometiendo los capitalistas financieros. Es necesaria una mutación del sistema que le haga volver por la senda de un Estado social y de derecho.
Pero si la nueva sociedad que tenemos que crear es la reivindicada por el asesino de Lenin estamos buenos. A mí no me extraña que salgan estas voces. Los defensores callados del comunismo los tenemos a todos los lados: están entre los profesores que nos han ocultado las matanzasa de millones de muertos en Europa, no hay un alumno que sepa nada de las matanzas en masa de la izquierda, bien se han ocupado en ocultarla la mayoría de la gente dedicada a la enseñanza.
No sería extraño que hubiera bienintencionados que se sumaran a esta ideología totalitaria al albur de esta crisis.
Los errores de la historia se repiten.
Citas de Baynac del blog «Patria y libertad».
En esta obra “El terror bajo Lenin”, escrita por Jacques Baynac en colaboración con Alexandre Skirda y Charles Urjewicz, se pueden leer las siguientes palabras de Lenin: “Cuando la gente nos censura por nuestra crueldad, nos preguntamos cómo pueden olvidar los principios más elementales del marxismo”. (Pravda, 26 de Octubre de 1918).
Asimismo, en la página 69 se lee:
“No hacemos la guerra contra las personas en particular, escribe Latzis en el Terror rojo de 1 de noviembre de 1,918. Nosotros exterminamos la burguesía como clase. No busquéis en el curso de las investigaciones documentos y pruebas sobre lo que el acusado ha hecho, en actos o en palabras, contra la autoridad soviética. La primera pregunta que debéis hacerle es a qué clase pertenece, cuáles on sus orígenes, su educación, su instrucción, su profesión. En este espíritu es donde reside la esencia del terror rojo”.
Otra cita de Lenin del artículo «El bueno, el feo y el malo»:
telegramas como este del 11 de agosto de 1918, en el que da la orden de ahorcar, con fines ejemplarizantes, por lo menos un centenar de kulaks (descalificativo aplicado a campesinos acomodados):
1) Ahorquen (ahorquen de una manera que la gente lo vea) no menos de 100 kulaks (…)
2) Publiquen sus nombres.
3) Quítenles todo su grano.
4) Designen rehenes –de acuerdo con el telegrama de ayer.
Háganlo de manera tal que la gente, a centenares de verstas a la redonda, vea, tiemble, sepa, grite: están estrangulando y estrangularán hasta la muerte a los kulaks.
Este Lenin es el verdadero padre de Pol Pot, otro gran hombre.
La sucursal de Lenin en nuestro pais son todos los fanáticos veinte y treintañeros que tiene el MLNV. Fanáticos desarrollados en base a una ideología de izquierda radical ocultada también por partidos como PSOE y PP, que siguen haciendo responsable político de la violencia de ETA a Sabino Arana, junto a todos lo pseudo intelectuales exetarras de la intelligentsia española que huele a naftalina.
Cuanta mendruguez estos últimos veinte años, de haber estar mirando como tontos a la luna mientras entre nosotros se sembraban los embriones de una sociedad paralela. Los cachorros del MLNV leen y beben Mao Tse Tun y Lenin educados en la ortodoxia comunista de la sucursal revolucionaria de Cuba, China y Corea del Norte en que convirtieron, por desgracia, a Euskalherria.
Haber ahora quien les detiene. Que vaya el pacificador Egiguren (este tampoco debía saber quien es Lenin) a apaciguar a los jóvenes fanáticos, a las checas del MLNV, a la NKVDA de la Izquierda Abertzale. Ojalá me equivoque, pero lamento decir que es un gran error que la violencia se haya acabado en nuestro país.
La izquierda radical vasca está educada en los principios del totalitarismo leninista, sus valores han calado en esos jóvenes que obedecen las órdenes como auténticos automatas, mientras el coro mediático se ha dedicado a vilipendiar a una persona, Sabino Arana, que jamás cometió crimen alguno.
Felicito al autor del artículo por su preclaro análisis. Visto lo visto, puede interpretarse que Bildu está haciendo lo mismo en Gipuzkoa, ahogar la democracia en las juntas generales del territorio y por otra parte hacer un maniobra de tenaza por medio de los organismo populares. No sé como puede acabar esto, por ahora estamos en una fase de distensión pero solo Dios sabe que lo que el MLNV tiene preparado para después de las elecciones al parlamento vasco que se celebrarán en otoño.
En Irlanda del Norte, al periodo de abandono de la lucha armada, le siguió el atentado de Omagh, en el que murieron 25 personas. Deberámos estar disuadidos de que algo similar podría pasar en Euskadi, o por lo menos plantearlo como una hipótesis (aunque evidentemente no nos guste).
Todos los intentos de glorificar a Lenin no son en el fondo más que una racionalización de los errores del análisis de marx (¿cómo es posible que la revolución triunfara en una sociedad agraria y feudal como la rusa y no en otra industrializada como la alemana que además estaba preparada para ello?, o bien de las estupideces cometidas por los propios políticos demócratas burgueses (Kerensky negándose a sacar a Rusia de la guerra, o el alto mando alemán poniendo a Lenin en San Petersburgo a bordo de un vagón de tren precintado).
Patético lo del Lenin Eguna, si no fuera porque el riesgo de que aparezcan más Lenines no está ni mucho menos descartado en un mundo en transición como el actual. Las circunstancias siempre están cambiando, y los políticos burgueses continúan cometiendo tonterías. Por esto, y a riesgo de incurrir en una actitud de pesimismo cultural, estimo que aun veremos surgir otros Lenines: Lenines africanos, Lenines árabes, Lenines asiáticos y puede que incluso un Lenin vasco capaz de armarla gorda en los alrededores de Bergara.
Tipejos como Lenin nacen a patadas todos los días. Por eso no deberíamos despreciarlos por ridículos que nos parezcan. Temámosles, y sobre todo temamos a aquello que los hace posibles: el caos, la crisis económica, el conflicto y la incompetencia de los propios políticos demócratas.
Imanol nuevamente ha dado en el clavo. Hace gracia, por decir algo, ver que la izquierda antisistema española reivindica a Lenin mientras que la IA socialista revolucionaria intenta ocultar su identidad y activar el engaño ante la inminente cita elevtorial. Hay razones para criticar un sistema que para nada es perfecto y que debe ser profundamente reformadoo pero no olvidemos que los mismos que plantean alternativas marxistas-leninistas son los que actualmente aplauden los excesos capitalistas del regimen chino en donde no hay cabida para ningun tipo de derecho laboral ni de otro tipo, y los mismos que hace bien poco aplaudian el tiro en la nuca en nuestra querida Patria. Por ello se hacen mas necesarias que nunca las reflexiones que realiza Imanol a menos que queramos anularnos como personas y convertirnos en objetos desposeidos de derechos y de voluntad indiviidual alguna por parte de un estqdo totalitario. Lo mismo que Franco o Hitler pero al estilo leninista.
Por cierto que estando en Quebec, te das cuenta de la desgracia que nos ha tocado vivir como puebllo, al no poder decidir libremente nuestro futuro y no haber podido acumular fuerzas abertzales como aqui lo ha hecho un partido semejante el PNV, donde no existe un movimiento como el MLNV ni lo necesitan para nada.
Yo creo que el señor Igandekoa tiene unas profundas lagunas en cuanto a marxismo se refiere, la revolucion socialista no triunfo, fracaso en Rusia.
Y eso lo sabria si en lugar de recurrir a citas de terceros hubiera leido porque Marx consideraba que la revolucion socialista triunfaria en los paises capitalistas mas avanzados.
Créeme si te digo que de tener «profundas lagunas en cuanto a marxismo se refiere» no es precisamente de lo que más me avergüenzo. El marxismo pudo ser una filosofía interesante en el contexto de su época, pero como método de análisis es una basura. Además eres tú el que ha leído mal, porque eso es precisamente lo que escribí: que resulta paradójico que la revolución triunfara en un país atrasado y feudal como la Rusia de aquel entonces y no en sociedades industriales desarrolladas como Alemania o Inglaterra.
Anda, Victor, quítate las legañas y vuelve a Izaronews. Te necesitamos para inflar los hilos de comentarios.
La revolución socialista fracasó en Rusia…. Victor, ¿entonces donde triunfó? ¿en la Dinamarca de Olof Palme? ¿dónde triunfó la revolución socialista? Me refiero a este planeta.
He leido bien, dijiste que triunfo y lo reiteras, te repito por segunda vez que lo que hizo fue fracasar.
Muchas gracias por la invitacion. Espero ansioso tus atinados posts.
Pues ya tienes uno disponible, aunque quizá no sea del tipo que te gusta comentar.
Tal vez lo que Victor quiere decir es que en Rusia no triunfó una revolución socialista como Dios manda, sino un golpe de estado y una dictadura bolchevique del mismo tipo a la que subsiste en Corea del Norte. En eso tiene razón, aunque Lenin y Llamazares no estarían muy de acuerdo. Qué le vamos a hacer, nunca llueve a gusto de todos.
Aprovecho para recomendar a los lectores de Aberri como lectura de verano un entretenido libro de Sebastian Haffner titulado «El Pacto con el Diablo» en el que trata de todos estos temas, revoluciones, dictadores, guerras mundiales, etc. Es corto, apenas 140 páginas, y se puede encontrar en la FNAC por 7 euros.
La revolución socialista fracasó en Rusia gracias a Lenin. Victor, te van a dar el premio nobel de literatura por ese tipo de declaraciones.
«Esan beharra daukat alderdi abertzaleen artean EAJk beti huts egin digula. Ez dago modurik EAJk abertzaleekin bat egiteko. Saiatu egin gara, baina ez dute nahi izan. Alderdi hori zaharkituta dago jadanik».
«Madrili planto egin behar zaio; baina Patxi Lopez Jaurlaritzan egonda, ezinezkoa da hori, eta, EAJ gobernatzen balego ere, ez luke ausardia nahikorik jarrera hori hartzeko».
http://paperekoa.berria.info/harian/2012-08-02/006/001/_Madrili_planto_egin_behar_zaio_eta_EAJk_ez_du_ausardiarik_.htm
Zuek, segi frankisten erregeari bisita adiskidetsuak egiten. Izan ere, espainolek ez dute inoiz inor hil…
Aizu, beste bat, zu zara ezker iraultzaileko tipo tipikoa, errespetorik gabea, irainez betea, kakapusketa hemen uzten hemen debatitzen den gaiari kasorik egin gabe.
Ba Otxarkoagan azaroa 14an Leninen eguna ospatzen da. Eta Lenin diktadore odoltsu bat zen, eta zuek ENAMekoak zuen maisu bezala jartzen duzute. Ez al dizu horrek ezer esaten? Zuek totalitarioak zarete eta Leninek egiten zituen sarraskiak laudatzen dituzute, Beste bat.
Gainera zuek ez zarete abertzaleak. EAJk beti huts egin die, bai, zure kirako totalitario gogorkeri eta hileketen aldekoei. Eta horrela jarriatu dezala datozen mendentan.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=Yvz0h1UufPo
Txeliren kluba.
urduri zarete ezker abertzaleko tipejo koadrilla, ikusten da!
JELen agur
Menos mal que otros somos bastante más serios y no nos liamos a hacer videos grotescos de la IR. Porque material habría infinito. Personajes hasta debajo de las piedras. Y sobre su ideología…ni te cuento.
Pero la realidad social actual es bastante más seria como para seguir en esa moda infantil.
Disponíamos de 5 años hasta el 2015 en que se prevé un arranque económico (lejos del boom especulativo) con crecimiento. Ya hemos perdido los tres primeros por Lopez. Quedan 2.
La IR con su fe ciega en su revolución (mejor o peor ocultada) seguirá en más de lo mismo. Espero que otros partidos se aten los machos y todos nos pongamos a currar.