Asier Alea Ekoberrin
La desigualdad de ingresos en los países de la OCDE se encuentra en su nivel más alto de los últimos 50 años. El ingreso promedio del 10% más rico de la población es nueve veces mayor al del 10% más pobre, cuando esta misma media se situaba en siete hace 25 años. El crecimiento económico ha favorecido a las economías emergentes pero sólo unos pocos países han logrado crecer y reducir el grado de separación entre rentas. Brasil, Chile y México, son la excepción a esta regla. La brecha entre ricos y pobres se ha reducido en estos tres países, si bien en los dos últimos los ingresos de los más ricos son aún más de 25 veces superiores a los de los más pobres, mientras que Brasil ostenta un ratio de 50 a 1.
El Secretario General de la OCDE, Angel Gurría, admitió recientemente que la crisis económica está poniendo en peligro el pacto social y ha añadido urgencia a la necesidad de abordar la desigualdad. Europa deberá afrontar la inversión en capital humano, cambios fiscales y otras series de medidas que permitan contrarrestar este proceso. Sin embargo, a pesar de la gravedad de esta tendencia en las economías avanzadas, el mayor problema tanto en dimensión como persistencia está fuera de ellas.
La riqueza global se ha duplicado desde 1990 pero 3.000 millones de personas, cerca de la mitad de la población mundial, subsisten con menos de 2 dólares diarios. La “mano invisible” del capitalismo descrita por Adam Smith, cuando agrava la disparidad de ingresos puede generar una ineficiencia económica que a la larga irónicamente socava al propio sistema capitalista. Los agentes públicos y privados deben implementar una economía social cuya “mano visible” contrarreste las deficiencias de su transparente homónima.
Conseguir un crecimiento económico inclusivo es uno de los mayores retos globales. Mantener una amplia y prolongada desigualdad no solo es injusto, es además una grave ineficiencia económica que impide a las sociedades desarrollar su potencial al condenar a una mera lucha por la subsistencia a gran parte de su capital humano.
Esto sucede además en una sociedad global en la que es cada vez más difícil encubrir sus tensiones. La proliferación del teléfono móvil y el acceso a internet han conseguido que, donde la voluntad individual estaba antes fragmentada, ahora se pueda unir gracias a la era de la información y, como los liliputienses de Jonathan Swift, los individuos descontentos poseen una red con la que envolver y atrapar a un estado a modo de Gulliver. Esta dinámica entre gobernantes y gobernados añade otra variable cuyos efectos estamos comenzando a ver en tiempo real en los cambios que se han producido en Túnez y Egipto o en las acciones flashmob de movimientos como Ocupa Wall Street y 15-M.
El mayor dinamismo de los mercados emergentes respecto a unas economías desarrolladas con un crecimiento estancado ha puesto en el punto de mira de las empresas a la población en la parte inferior de la pirámide como mercado viable. Su potencial de crecimiento y el hecho de que su escasa renta disponible multiplicado por tres mil millones represente en su totalidad un considerable poder adquisitivo está produciendo cambios en el enfoque de negocios y generando experiencias innovadoras que incluyen nuevos canales de distribución, de marketing o instrumentos de financiación o microfinanzas para satisfacer las necesidades y requerimientos de esto humildes pero numerosos clientes.
El sector privado no puede remplazar al sector público, pero si es un agente necesario a la hora de proveer ese acceso a la energía, agua potable, infraestructuras o financiación de los que la mitad de la población del planeta carece o dispone de una forma precaria. El partenariado público privado y las iniciativas privadas con una perspectiva social, permiten a las empresas que las emprenden acceder y desarrollar un segmento desaprovechado a la vez que acrecientan su legitimidad en esos mercados. Al contrario de lo que ocurre en los mercados maduros, para aprovechar el potencial de la base de la pirámide global, una empresa no necesita tanto el crear nuevos productos como el generar nuevos modelos que le permitan trasladar los frutos del desarrollo económico a un amplio segmento poblacional que aún no los disfruta.
Nestlé con su modelo de distrito lechero ha generado nuevas oportunidades entre los granjeros locales en Colombia o India garantizando de paso la calidad de sus proveedores. Cemex ha creado un nuevo nicho de mercado con sus programas de materiales y pagos flexibles que permiten a familias mejicanas construir sus propios hogares. Empresas vascas han implantado soluciones de generación de energía en zonas remotas, como el Amazonas, abasteciendo de electricidad esas áreas…
No es una fórmula nueva. Tras el terremoto de San Francisco en 1906, Amadeo Giannini, fundador solo dos años antes en esa ciudad del pequeño Bank of Italy, logró salvar los depósitos del mismo y decidió prestar dinero, al contrario que otros bancos, a los afectados por el desastre, muchos de ellos inmigrantes italianos o como él americanos de primera generación, sin acceso a fuente alguna de crédito.
El Bank of Italy encontró un nicho que sus competidores anglosajones no vieron y extendió su propuesta a otros grupos de inmigrantes (irlandeses, polacos…) a los que la dificultad de obtener financiación reforzaba una precariedad que algunos creían endémica, expandiéndose rápidamente por California y el resto de EEUU y pasándose a llamar Bank of America, una de las mayores entidades financieras mundiales en la actualidad.
Luchar contra la pobreza tiene sentido desde un punto de vista de promoción de la justicia social y la estabilidad política o la optimización del capital humano, pero también lo puede tener desde una óptica empresarial. La óptica social en la empresa, en el que en este país por cierto contamos con varios buenos ejemplos, ayuda a generar y distribuir riqueza, pero también ayudó a aquel pequeño banco a pasar de la pequeña Italia a la gran América. Otros continuarán dando saltos similares existiendo 3.000 millones de oportunidades en el mundo.
El hacer negocio y generar riqueza no tiene por que estar reñido con la lucha contra la desigualdad social. Al contrario.
Y en Euskadi la eocnomía social, la participación de la comunidad en la empresa de una forma equitativa ha sido y sigue siendo una formula de éxito.
Muy buen artículo, no se puede pedir más, estoy seguro que Nestlé podrá ofrecer grandes oportunidades también a nuestros baserritarras, que deberían aprender a hacer flashmob inmediatamente.
JEL-en agur Jaunak
Muy bien, Betiko, que gran ataque a la multinacional nestlé, con la intención sin duda loable de hace resaltar empresas públicas propias como Garbitania, llenas de nuestros militantes de Bildu, dispuestos a hacer la guerra por otros medios. Nuestros baserritarras, kaletarras y empanados se van a enterar de lo que vale una diputación llevada por una coalición revolucionaria, que va a revolucionar las vidas de todos los contribuyentes y van a saber lo que es bueno.
Y no digamos de la banca autóctona que se puede equiparar al Bank of Italy en el artículo citado, y que como banca social que es se dedicaba a inversiones de urbanizaciones de lujo con golf incluído en territorio de misiones, que hacían agua por todas partes y que generaban pérdidas considerables, que se socializaban entre la población local.
Asimismo ejemplo modélico a seguir, la multinacional suiza citada, que tanta conciencia social posee.
Y , aunque en EH no quede ni una vaca lechera de las que antes abundaban, siquiera una por basarri, nos vienen bien estas lecciones de economía social y distributiva.
Tambien a destacar el partenariado público-privado que nos llenará de dioxinas, kms y kms de asfalto ( la mayor proporción de Europa) así como túneles y viaductos fantasmas, por donde no circularán trenes antes de 20 años ,y demás obras benéfico-sociales, que son de agradecer por el pueblo llano.
Esa lucha por la pobreza desde la óptica empresarial, con los ejemplo citados, es la que hará resurgir nuestra sociedad.
Si es que no la hunde un poquito más.
local.http://mott.pe/noticia/3184/una-ong-confronta-a-georgle-clooney-con-nespresso.html
Muy bien, Juan, el empresariado es el mal. Hay que resucitar el modelo de las cooperativas, pero no de Mondragón sino de Corea del Norte, ese pueblo vaguardia de la ilustración.