Joxan Rekondo
Leído su texto completo, es cierto que la reforma laboral aprobada por el Consejo de Ministros el 10 de febrero muestra una cara más agresiva incluso de lo que se anunciaba. No extraña que los sindicatos comiencen a reaccionar contra ella. En Euskadi, los sindicatos ELA, LAB, ESK, STEE-EILAS, EHNE e HIRU han anunciado ya la convocatoria de una huelga general para el 29 de marzo próximo. Aunque los convocantes quieren que la huelga “sea lo más unitaria posible en función de unos contenidos y unos objetivos”, los sindicatos CCOO y UGT censuran la división sindical con la que se realizado la convocatoria. A pesar de esto, estas centrales han dado a conocer que sondearán a sus afiliados la posibilidad de apoyar la huelga del 29-M. sin perder de vista lo que se vaya a hacer en España.
¿De qué sirve una huelga general? Según Barreiro en DEIA, la huelga no ha evolucionado al nivel que lo ha hecho el trabajo y la función empresarial. Los sindicatos, aunque consigan un efecto multiplicador al paralizar servicios esenciales, obtienen un éxito ceñido a los turnos matutinos, los centros urbanos y polígonos fáciles de bloquear. Además, la extensión del sector servicios, la precariedad, la guerra de cifras,… son factores que minimizan el potencial de la huelga como forma de protesta.
Aún y así, es la quinta huelga general que se convoca en Euskadi desde mayo de 2009. Según los dirigentes vascos de los sindicatos estatales, la división sindical lleva a las convocatorias al fracaso. Pero, lo lamentable es que esa situación de división lleva a que en este país las huelgas generales se convoquen por duplicado, duplicando asimismo los perjuicios que ocasionan.
Hay dos problemas para que la unidad sindical se materialice. El primero es que en el Estado los sindicatos no han llamado (todavía) a la huelga. La huelga de septiembre de 2010, contra la reforma laboral de Zapatero, debilitó a los propios sindicatos convocantes, CCOO y UGT. Si Rajoy pareció vacunarse con su desahogo ante su colega finlandés –“la reforma me costara una huelga general”-, lo cierto es que los sindicatos estatales, conscientes de que su capacidad de convocatoria está por contrastarse, han perfilado una estrategia moderada que prevé un calendario de movilizaciones progresivo, aunque en ellas se clame la amenaza de huelga.
El segundo de los obstáculos para una acción unitaria es que los sindicatos de ámbito estatal y los de ámbito vasco persiguen objetivos diferentes. Los primeros buscan salir de su debilitamiento para negociar. Y no es fácil que el Gobierno se siente a hacerlo. El presidente ya ha dado la respuesta sindical más radical, la huelga general, por descontada, y además ha defendido férreamente el decreto de reforma.
Contra CCOO y UGT se esgrime un argumento poderoso, “ambos sindicatos han marcado la agenda laboral de los sucesivos gobiernos de Zapatero y no han hecho ni han dejado hacer nada, salvo mantener un statu quo que no ha evitado ni ha frenado una masiva destrucción de empleo”. Además, en los medios más cercanos al presidente se dice que el diálogo social ya ha consumido sus oportunidades –“el ejecutivo les permitió hacerlo durante dos meses sin que al final lograran pacto alguno”- y que es este fracaso lo que ha obligado al gobierno a tomar las decisiones.
Los sindicatos vascos, por el contrario, no parecen querer negociar un acuerdo. ¿Por qué? Es posible que tengan al menos tres razones para esto. La primera, la consciencia de que las fuerzas sindicales vascas no ganan nada en un pulso a corto plazo con el estado. La segunda, en lo que a ELA se refiere, porque la acción reivindicativa no puede subordinarse a la necesidad de acuerdos políticos. Su sindicalismo es un sindicalismo de oposición. La tercera, en unidad de criterio con LAB, porque creen que la movilización del 29-M es una oportunidad de lucha colectiva, en la calle y los centros de trabajo, para avanzar en un modelo social alternativo a realizar a más largo plazo.
Y después de la huelga, ¿qué? Si los sindicatos vascos buscaran un fin inmediato, como que el gobierno reabra un diálogo social para corregir los aspectos más duros de la reforma, y resultara que éste objetivo fracasa, de este fracaso se concluiría una gran decepción y una pérdida de credibilidad de sus modos de protesta. La huelga del 29-M, al no perseguir este objetivo, juega sus bazas en una dimensión más político-ideológica.
De ahí que esta iniciativa haya recibido rápidamente el apoyo explícito de los partidos que forman Amaiur. Esta coalición cree que el sindicalismo es ‘la punta de lanza’ de la lucha social vasca y confía en que la huelga general sirva para organizar una alternativa sistémica que no definen, pero de la que se sienten partícipes.
A pesar de la claridad con que se exponen estas intenciones , las reacciones críticas a la convocatoria del 29-M, aunque procedan de colectivos que valoran de forma diferente a la reforma laboral en marcha, se centran en los efectos más inmediatos que puede tener la huelga. En el campo de los partidarios de la nueva regulación laboral, las organizaciones empresariales vascas han dicho que el paro del 29-M va a ser un lastre para las empresas, y han acusado a las organizaciones sindicales convocantes de vivir fuera de la realidad concreta.
No extraña que los que juzgan los motivos de los convocantes desde el punto de vista de la inmediatez terminen creyendo que los sindicatos vascos carecen de un fin concreto o que no persiguen ninguna reivindicación conocida, o que únicamente les atribuyan un interés en estrategias de confrontación alejadas de la realidad. Otros análisis, implicados en que la huelga del 29-M tenga éxito, reconocen esta apuesta por la confrontación. Esta apuesta situaría a Euskadi a la cabeza de la resistencia en el estado y se valoraría como una oportunidad para articular un liderazgo compartido que sea germen para un cambio social y político profundo (“la revolución vasca”), al que cabría atraer, junto a los sindicatos e instituciones, a pequeñas empresas y trabajadores.
En fin, que no cabe mayor fragmentación entre las fuerzas sociales y políticas vascas que la que se produce ante este debate. Al margen de la posición ya referida de Amaiur y del apoyo total que el nuevo marco laboral recibe del PP, la mayoría de las grandes fuerzas políticas vascas recelan de él o lo rechazan y, ante la huelga, basculan entre el rechazo abierto del PP, la decisión de no respaldarla del PNV y la posición del PSE que no se cierra a apoyar la convocatoria.
En todo caso, si la empleabilidad de los vascos es una prioridad de país, clama al cielo que las fuerzas políticas, económicas y sociales queden lastradas a la hora de trabajar esa prioridad por este estado de división y enfrentamiento. El reciente plan vasco contra el paro prueba que es posible abordar en común (aunque se noten ausencias institucionales y sociales importantes) esa prioridad sin que nadie haya de abdicar necesariamente de los intereses que defiende. Es decir, que unos pueden seguir luchando por que el debate parlamentario corrija o no el decreto que implanta la reforma; y otros los harán para que la huelga del 29-M avance o no en la articulación de fuerzas de los que pretenden un modelo social alternativo.
Pero, del desarrollo de esos procesos no se puede esperar la unión necesaria para afrontar el desempleo en el momento presente. Por lo tanto, aparte de cómo discurran los mismos, ¿qué impide una cooperación entre todas las fuerzas vascas, institucionales y sociales, que desarrolle el diálogo social a todos los niveles para superar el corsé de la reforma, blindando con éxito un marco vasco de relaciones laborales y desarrollando un modelo propio de empleabilidad, valiéndonos de los recursos financieros y los instrumentos de intermediación, formación y colocación de los que disponemos?
Es evidente que frente a la crisis cada país tiene que conjuntar sus fuerzas políticas y sociales. El MLNV siempre es partidario de que eso no ocurra, es partidario de la división. El gran problema de Euskadi para conseguir una unidad deacción de todos sus habitantes es ese.
Rekondoren lan honetan aipagarria deritzat bertan agertzen den
zati bat;Los sindicatos vascos no parecen negociar un acuerdo por-
que es posible que tengan al menos 3 razones para esto».
Arrazoi horietan ez da ikusten langilleen eskubideak defendatzeko
ikuspuntu bat ere,badirudi greba orokorra egitearen arrazoia poli-
tikoa edo ideologikoa dela.
Hori ala izanik,galdera bat egitea derrigorrezkoa litzateke:.Sindika-
toak langilleak defendatzen ditu ala Sindikatu bakoitzaren ikuspun-
tu politiko edo ideologikoa?.
JELen agur
Nuevamente aquí se echa de menos la dirección del PNV para poder modular los cambios (necesarios por otra parte) de las relaciones laborales.
Poder modular sin entrar en los disparates de los revolucionarios ni de los reaccionarios la reforma laboral que permitiría consolidar la fortaleza de un tejido empresarial sólido, dinámico, con espectativas y solidario.
Para eso tambien se echan de menos todas las transferencias pendientes en materia laboral y que nos situarían en una situación muy avanzada respecto a los estados sureños.
No obstante, el tema es delicado y no faltarán disputas en este foro.
No es el momento más adecuado para una huelga general, pero habrá que apoyar.Estamos ante un recorte de las condiciones laborales y muchos años de lucha social y sindical.Esta reforma atenta contra nuestra autonomía y deja muchas puertas abiertas para que el despido, los eres,etc se ejecuten sin la intervención de los representantes de los trabajadores. Me acuerdo mucho de mi Aita, que fue «Solidario Vasco» antes que ser de ELA y toda su acción de lucha no ha servido de mucho , ante una situación que principalmente la ha generado la clase política y la Banca.La diferencia de clases se va a imponer, no queda más remedio que la protesta, es la única arma de la que disponemos ante este atropeyo.Esta reforma es una maquina de destruir empleo sin coste y sin apenas derechos. En Euskadi tenemos que llevar en la mochila al resto del Estado Español.
Solos con nuestro marco de relaciones sindicales sería más fácil evitar estos Decretazos.
El PNV debe intentar volver a establecer puentes con el sindicato nacionalista ELA ante la que esta cayendo, no se entiende como no se trabaja esa opción más allá del discurso del sistema capitalista.
Lagun maiteak,
La huelga es como mínimo pecado, y desde luego un contratiempo para la clase empresarial creadora de riqueza, no por el hecho en sí de un paro puntual de la producción, que incluso será bienvenido en estos momentos, sino por el desafío intolerable que supone a la autoridad del esforzado y nunca suficientemente reconocido empresario. Es por ello que la policía debe actuar sin contemplaciones y dejar claro de qué lado están la autoridad y el orden.
La libertad de la obediencia es nuestro valor más preciado. Sin autoridad no hay libertad ni JEL,
JEL-en agur Jaunak.
Muy bueno Betiko, la huelga general es un instrumento de los trabajadores donde la guerra contra el capital y sus lacayos es objetivo prioritario. Por que ¿este sistema es reformable? De ninguna manera, hay que sabotearlo y combatirlo con todos los instrumentos de lucha. Que nuestros piquetes llamen telefónicamente a todos los comercios y empresas haciéndoles oir los mandatos de la mayoría social que va a luchar calle por calle en contra de las fuerzas represivas, usando todos los medios de la coacción revolucionario. Y el que no siga se va a enterar y lo vamos a apuntar en nuestra lista negra para que los nuevos comandos de Kale Borroka les impongan un caswtigo. Desde la cárcel os acompañamos en esta lucha, betiko, saludos revolucionarios.