Guillermo Dorronsoro Ekoberrin
El petróleo se va a acabar algún día. Nos dimos cuenta hace unas décadas, en una crisis que sacudió la economía de todos los países desarrollados. No será de la noche a la mañana, ni probablemente este siglo XXI, pero parece que hay pocas dudas: quita y no pon, se acaba el montón…
No es fácil sustituir a los combustibles fósiles, hemos acostumbrado a nuestra economía y a nuestra sociedad a funcionar con ellos. Pero estamos en ello: las energías renovables poco a poco van escalando porcentajes de participación en la cuota del mix energético.
Alemania se ha marcado el objetivo de que en el año 2050 las energías renovables supongan el 100% de su suministro energético ¿por qué tanta prisa, si todavía no se habrá acabado el petróleo para ese año? Pues es fácil de entender: para que su industria lleve la delantera en el suministro mundial de equipos de energías renovables.
Igual que el petróleo, nos pasa con el empleo: se va a acabar algún día. El principio que aplica es el mismo, y lo estamos comprobando dolorosamente estos últimos años: quita y no pon…
Y eso… ¿será nuestro fin? Para nada, yo creo que será más bien un nuevo principio, un segundo Renacimiento. Las personas dejaremos de ser “empleadas” (que suena demasiado parecido a ser “usadas”), dejaremos de asociar nómina a futuro y estabilidad. Igual que hemos encontrado alternativas al petróleo, encontraremos alternativas al empleo.
Construiremos un futuro en el que las empresas serán abiertas, y las personas participarán en ellas, y a esa relación no la llamaremos empleo. Nos cuesta pensar en ello ¿verdad? Nos cuesta desprendernos de ideas y palabras que nos han acompañado desde pequeños: la nómina, el contrato de trabajo, el puesto, el empleo…
En el futuro, la economía será más abierta, más solidaria, más participativa, más corresponsable, más emprendedora. El motor de nuestra industria será el conocimiento, y tendremos que repensar las formas de relación entre la actividad económica y las personas.
Entonces ¿toda esta preocupación por el empleo?… No hay que confundir el futuro con el presente: es y va a seguir siendo muy necesaria. Nos pasa como con la energía: hasta que las renovables puedan sustituir a los fósiles, tenemos que preocuparnos del abastecimiento de gas y de petróleo. Nuestras instituciones, nuestros empresarios, nuestros comités de empresa, nuestras cooperativas, tendrán que seguir trabajando muchos años para mantener el empleo, y para crear nuevos.
Pero habrá algunos países, algunos territorios, que aprovecharán esta crisis para apostar por una economía más abierta. Aquí lo hicimos muy bien con las energías renovables, nos anticipamos y eso nos ha permitido generar una industria puntera, líderes globales: Gamesa, Ingeteam y tantos otros… (Por cierto que lo seguimos haciendo muy bien también con el petróleo, y Petronor es hoy un proyecto pujante, que crea mucho valor en nuestra economía, que nos dure muchos años).
Volviendo al empleo, hoy en día los países que están aguantando mejor los embates de la crisis son los que tienen modelos laborales más flexibles y participativos, marcos en los que se van colando por las rendijas nuevas formas de entender la empresa, nuevos modelos de creación de valor.
Tenemos también una gran oportunidad: ocuparnos en crear un futuro de proyectos en los que nadie es empleado, en el que las personas participan creando valor, y nadie ve en las personas un “coste” en la cuenta de resultados, un “pasivo laboral”.
Ya sé que puedo estar equivocado, transformar el modelo productivo es muy difícil, y más todavía los valores que lo sustentan. En cualquier caso, aunque esté equivocado, me parece que merece la pena intentarlo. Hay mucho que hacer, mucho que cambiar en la educación de nuestros jóvenes, mucho que cambiar en nuestras estructuras (las de fuera, y las de dentro de nuestra cabeza).
Este año, a pesar de la crisis, los proyectos en los que comparto trabajo y esperanza con otras personas están creando empleo: saldremos adelante, no tengo duda. Pero mi esperanza, además de en esos empleos, está en semillas más pequeñas. Semillas a las que todavía no sabemos casi ni poner nombre, experimentos de los que aprender sobre la empresa y la economía abierta, la participación…
Acabo, traduciéndote del euskera las últimas frases de un texto precioso de José María Arizmendiarrieta “Aurrera Beti”, que me viene como anillo al dedo. Él aportó una visión nueva sobre muchas cosas, y supo además pasar de las buenas ideas a la realidad:
Para avanzar, transformarse.
Para abrir lo estrecho, abrirlo con el corazón.
Para ensanchar las tierras, aumentar la convivencia.
Una pregunta, ¿una economía abierta requiere de una identidad abierta, o vamos a tener que seguir comportándonos como ese estereotipo de vasco que algunos ejecutan tan bien, y los apañoles de nota?
¿a qué modelo de identidad abierta te refieres? ¿a la de ese vasco-español de pro por ejemplo como Iñaki Urdangarín? El encarna el mestizaje, la multiculturalidad, el sano interés por las finanzas, el espíritu de familia….
Muy gracioso, Rocky. Ya sabes lo que decia aquel protovasco que era Victor Pradera, que el defecto de los vascos era la codicia. No estoy de acuerdo, porque si hicieramos de la codicia un elemento identitario ya tendríamos a millones obedeciendo al estereotipo de Fagin, a acumulando monedas bajo la cama sólo para «ser vascos».
Victor Pradera era un golpista del 36 protofascista que decía chorradas como un templo. Si, los vascos somos codiciosos, pero los de Almendralejo, Manzaneque o Leganés son gente de una generosidad tremenda. Aquí todo el mundo sabe que las comunidades autónomas no vascas ni catalanas son todas una ruina plenas de chupópteros. ¿No te acuerdas del consejero del gobierno andaluz que invitaba a su chofer a putas y a coca? Esa es la generosidad española que se opone a lo que tu llamas la codicia de los vascos.
JELen agur
Para estructurar una sociedad con relaciones laborales abiertas, se ha de precisar de gente con mente abierta, es decir, que sin dejar de ser y de creer en lo que es, sea capaz de crear nuevas oportunidades y estructuras económicas.
El paradigma de la mente cerrada es el del españolito (Benjamingrullo, por ejemplo) que vive y duerme obsesionado obcecadamente con el problema que le ocasiona la existencia de gente que quiere tener una identidad vasca y no se lo permiten. De gente que quiere tener en sus manos los instrumentos de su progreso y se lo cuestionan, bajo el etéreo concepto de ser español por encima de todo en una soberanía incuestionable e impositora (e impostora), que en base a ello usurpa de todos los españoles sus recursos para mantener esa soberanía central impoluta a costa de empobrecer la periferia, encima exigiendo a los demás la solidaridad que no practica.
El éxito del nacionalista radica en no dejar que los demás hagan por uno, sino que resuelve decididamente su status, sus medios y la forma en que los va a utilizar de manera ágil y flexible, mientras ve cómo los mastodontes de alrededor aúllan por esa herida abierta.
Lagunak, JEL-en agur
Yo creí que este era un foro serio, no entiendo este texto lleno de pájaros y flores.
Fitch lo ha dicho, menos educación y sanidad, y más inversión en infraestructuras (esta última parte la pongo de mi cosecha porque así tiene que ser).
La economía que necesitamos es la construcción, sea puerto, incineradora o cinturón exterior, solo el cemento nos hará libres.