Ander Muruzabal en su blog Nafar Herria (*)
(Quinta entrega de la serie y tocando tierra, y pisando algunos callos, por supuesto)
“Cualquiera puede tomar una decisión si tiene bastantes datos. Un buen dirigente puede tomar una decisión sin datos suficientes. Un dirigente perfecto puede decidir en la más perfecta ignorancia.”
Ley de las Decisiones de Murphy
Llevamos ya unos cuantos días hablando de Democracia participativa y de Gobierno Abierto, analizando las posibilidades de que las nuevas tecnologías y las nuevas sensibilidades políticas impongan formas de gobierno mucho más abiertas y estructuras de trabajo colaborativo, días hablando de horizontalizar y diversificar los centros de decisión política cuando surge la pregunta…
¿Es posible que un partido político, representante de la voluntad popular en una democracia representativa, que tal y como los concebimos hoy en día son estructuras cerradas, jerárquicas y altamente profesionalizadas, sea capaz de cambiar su propia dinámica de funcionamiento e impulsar fórmulas de Open Goverment cuando llega al poder?
Y la respuesta es, naturalmente, desalentadora…
Solo una organización política que asuma como su propio sistema de funcionamiento el trabajo colaborativo, la transparencia en la información y que apareje la explicación a la toma de decisiones podrá ser capaz de desarrollar los mismos esquemas cuando tenga responsabilidades de gobierno.
Se puede argumentar, de hecho se argumenta, que la política es el trabajo de los políticos y que para eso se les paga y así justificar la existencia de lo que se ha dado en llamar la partitocracia, que no es más que la profesionalización de las ideologías.
Pero démosle la vuelta al argumento y para ello nada mejor que preguntarse ¿Qué es y para qué sirve un partido político?
Resulta evidente que en un sistema de democracia representativa los partidos políticos son las herramientas de que disponen los ciudadanos para participar en política de forma activa y no solo con su voto. Un partido político es una asociación de ciudadanos con unos comunes ideológicos organizados para participar en la vida política. En este sentido todos los afiliados a un partido, con mayores o menores capacidades, con mayor o menor potencial de liderazgo, son POLÍTICOS con mayúsculas y todos tienen interés en participar.
¿Por qué pues cada día es menor la afiliación a los partidos? ¿A que se debe el desinterés ciudadano por lo que debería ser su herramienta natural de participación? ¿Es que a los ciudadanos ya nos les interesa el su propio gobierno?
Yo creo que no. El problema de los partidos tal y como se han desarrollado en el último cuarto del S. XX y este principio del XXI es la desideologización, consecuencia del alejamiento de los centros de decisión, y como consecuencia su profesionalización mal entendida. Por supuesto que hay labores políticas dentro de los partidos que deben estar profesionalizadas, como lo están en el ejercicio del gobierno, pero de la toma de decisiones debe ser sujeto todo el cuerpo del partido, no cada cuatro años en el Congreso al uso, sino en el trabajo diario del partido.
Y para ello es absolutamente imprescindible que los partidos desarrollen en su seno esas mismas herramientas y plataformas de trabajo colaborativo que reclamamos para la acción de gobierno en un modelo de verdadero Open Government. En la elaboración de sus programas, de sus ponencias, de su acción de gobierno o de oposición. Esa será la única manera de mantener vivo y activo el cuerpo del partido y su única posibilidad de ensancharlo adaptándolo a las necesidades de una sociedad cambiante. Lo contrario será ahondar en la profesionalización, el hermetismo y el alejamiento de la sociedad real.
Pero las herramientas tecnológicas y el salto cualitativo en la formación y educación de los ciudadanos no solo nos permite abrir el partido a sus afiliados, a los que nunca se debió cerrar, sino a toda la sociedad, incluso creando figuras alternativas y complementarias a la afiliación que nos permitan ensanchar la base social del partido y su enganche con la sociedad civil.
Un partido moderno deberá tejer redes que abran su actividad a toda la ciudadanía y permitan recibir su feed back. Los que antes lo entiendan serán los que sobrevivan a lo que ya se ha dado en llamar el fin de los partidos.
Si la sociedad esta cambiando vertiginosamente todas sus formas de comunicación social, la comunicación política no va a ser una excepción.
(*) http://www.facebook.com/home.php#!/profile.php?id=1751723812
http://twitter.com/#!/andermuruzabal
Muy valiente Ander tu apuesta por entrar también en el concepto de gobierno abierto dentro de los partidos. Para mí son los grandes refugios de la dictadura y de la aristocracia, además de la mediocricracia.
El alejamiento, como bien dices, es doble, respecto de la militancia, pero a cuenta de la disminución y radicalización de la misma, de los votantes, de los ciudadanos y de los problemas cotidianos que se supone que deben resolver, bien en el gobierno o en la oposición.
Ahora mismo no hay más que ver cómo usan los partidos, y por poner un ejemplo, los socialistas, las nuevas comunicaciones: para el spam, para la manipulación de masas, el «pásalo» de rumores, para dar una imagen de «modelno». Todos los demás han copiado este modelo.
Al respecto de lo que comentas, que puede ser verdad en gran parte, te voy a contar una anécdota que me sucedio cuando en la Administración Foral de Navarra unos cuantos iluminados decidimos, a mediados de los 90, crear la primera página web del Gobierno Navarro en un servidor de la UPNA.
El por entonces Director General de la «cosa» nos dijo: ¿Y para que quieren los funcionarios esto de internet si no es para estar todo el día viendo páginas porno en vez de trabajar?
A día de hoy todos sabemos que sería absolutamente imposible el desarrollo del trabajo administrativo sin la tecnología web.
Con el Open Government pasa lo mismo, la primera utilización, la fácil, es el peaje que deberemos pasar para la utilización correcta de estas herramientas. No cortemos por ella lo que debe ser el futuro de la comunicación y la participación política.
Muy buena la serie, Ander. Y cada vez más interesante el proceso de reflexión que propones. Efectivamente no se puede clamar por una sociedad más abierta y participativa cuando se quiere hacer desde partidos ombliguistas, más cerrados en sus aparatos, y que acaban justificando todo «por disciplina de partido».
Sin Open Party la ansiada «presencia social» que progresivamente ha ido perdiendo el Nacionalismo Histórico sería irrecuperable.
Zorional Ander. Espero que haya un siguiente artículo de esta serie
Vaya se me ha ido el teclado, es que con estos dedos de «pianista» que tengo no me extraña.
Resultan interesantes los comentarios y el artículo que nos brinda Ander sobre un tema poco divulgado y a menudo desconocido.
Ahora bien, el hecho de que se práctica la forma de «open» no significa que todo vale.
AKULLULARIA,
Haces referencia en tus comentarios a «Efectivamente no se puede clamar por una sociedad más abierta y participativa cuando se quiere hacer desde partidos ombliguistas, más cerrados en sus aparatos, y que acaban justificando todo “por disciplina de partido”.
A mi modo de ver «disciplina de partido» de be de existir y desde luego cuanto mas grande una organización con más razón. Open, no significa que todo vale, deben de exister reglas de juego.
Ahora bien hay dos premisas importantes a mi modo de ver que se tienen que cumplir:
1) la «disciplina de partido» debe de estar claramente redactada y actualizada de manera que los socios / afiliados sepan en todo momento las reglas a cumplir, que al final es lo que puede hacer que un partido pueda cumplir 116 años (lo cual no quiere decir que haya discusiones, pluralidad de puntos de vista, tensiones, por cierto como ocurre en la mayoría de las familias).
2) AUSENCIA óptima de carga de subjetividad en las normas de funcionamiento, concerniente a la «disciplina de partido».
Si no se mantuviera una «disciplina de partido» o normas de consucta, (se le puede llamar de muchas maneras), correríamos alto riesgo de convertir un partido en una organización anárquica.
Un sencillo ejemplo se me ocurre son las sociedades gastronómicas que tan arraigadas están en nuestro entorno.
La inmensa mayoría de ellas funcionan con nota, a mi modo de ver.
Y creo que a nadie se le escapa que por ello tiene bien estipuladas sus normas de funcionamiento y de conducta:
Horario
Procedimiento para reservas fechas, horas.
Tema de Limpieza (contrata o no).
Control de inventario permanente.
Tema de decibelios, que no moleste a los vecinos según las horas.
Lógistica, cuando y quien repone consumibles.
Etc, etc, etc,.
JELen
Yo también, Itsauz, opino que le disciplina es necesaria en un partido político, como en cualquier organización por otra parte, pero eso poco o nada tiene que ver con el Open Government.
En un sistema Open los pasos son cuatro:
Informar
Escuchar
Decidir
Explicar
Y de una forma cíclica y dinámica, si nos saltamos alguno de los cuatro pasos la disciplina es un sinsentido.
Pero para ilustrarlo nada mejor que una cita de un ilustre «indisciplinado» que ademas será la que abra el último artículo de esta serie:
“Corre bastante peligro de que tenga que fajarme con aquellos amigos, que me han amenazado con la ‘disciplina’ y no sé cuantas cosas gordas por el estilo. Quiero estar preparado. Soy poco amigo de poderes que, sin serlo, tengan apariencia de totalitarios. Y el sentido de ‘autoridad’ conduce con frecuencia a hombres buenos, liberales y dadivosos, a un ejercicio del poder confiado, que se parece al que ejercen los poderes totalitarios como un huevo a otro huevo”
Manuel de Irujo Ollo