J. Agustin Ozamiz (Ekoberrin)
Un presidente de EEUU apellidado Spieldberg, decía que genios con ideas brillantes los hay tirados por todas partes. Según él, lo que verdaderamente influye en la sociedad es la persona constante y comprometida. Me ha resultado interesante hallar que Richard Sennet, sociólogo americano, destaque estas mismas cualidades como las propias de la persona que realiza un buen trabajo, sea este de albañil, de analista en un laboratorio o de violinista en una orquesta. En su obra “El artesano” realiza una descripción detallada y científica de los fundamentos de tal afirmación, además de afirmar que las condiciones del capitalismo especulativo actual son antagónicas a las que se requieren para desarrollar estas cualidades.
Sennet, en otra importante obra “La cultura del nuevo capitalismo” desbroza las características de nuestro sistema socio económico. Afirma que el aspecto constante del capitalismo es la inestabilidad, con sus imágenes de energía y destrucción creadora, y que en este momento histórico dicha dinámica nos ha conducido a una nueva realidad en en la que los estados-nación pierden poder ante las compañías internacionales. Las naciones pierden valor económico y las desigualdades aumentan de manera exponencial.
En este nuevo escenario de precariedad, riesgos e incertidumbre no es fácil desarrollar relatos personales con previsiones a largo plazo, necesarios para potenciar la constancia y tenacidad que requiere el trabajo bien hecho. La lealtad y la confianza desaparecen en un ambiente laboral en el que el conocimiento institucional se debilita. Para desarrollar el conocimiento tácito que caracteriza a todo buen profesional, se necesita un marco de trabajo seguro y de cierta duración. Sennet describe cómo esto ha cambiado en nuestro sistema. La precariedad laboral y el cambio vertiginoso del sistema, no aportan tiempos para hacer posibles entornos seguros y estables.
Uno de los factores que caracterizan estos entornos cambiantes son los dirigentes. Los nuevos directivos sin compromiso con el entorno social y sus raíces, que hasta ahora eran consultores, y que ahora pasan a ser gestores del cambio, persiguiendo objetivos propuestos por los intereses de accionistas o empresas multinacionales, y planificando estrategias sin miramientos con los profesionales locales, que al final pueden ser considerados redundantes y despedidos.
Según Richard Sennet, en este ambiente no es posible desarrollar las actitudes que requieren la calidad y la atención de un trabajo bien hecho. A lo largo de su obra aporta ejemplos de todo tipo que ilustran esta reflexión. Muchos de estos ejemplos los extrae de observaciones sobre el comportamiento de los profesionales del sistema nacional de salud inglés.
Propone que se creen nuevas instituciones firmes y longevas, que puedan ser apoyo y referentes constantes para los profesionales, al modo como las que se crearon por sindicatos y partidos de izquierda en los siglos XIX y XX y que caracterizaban la etapa del bienestar social del capitalismo industrial. Uno de los ejemplos que aporta podría incluso ser referente a la hora de institucionalizar las políticas activas de empleo.
La persona necesita de anclajes culturales para poder desarrollar una narrativa coherente de su propia vida, y la superficialidad cultural propia del nuevo orden del poder, no lo facilita.
Sin embargo la constancia y el compromiso, nuestro estilo de trabajo en Euskadi, relacionados con características seculares que nos brindan firmes anclajes culturales, han hecho que en estas últimas décadas hayamos levantado y construido nuevas instituciones firmes, efectivas y solidarias, ejemplares en el modelo social europeo.
El acuerdo PSOE-PNV para el desarrollo y cumplimiento estatutario, puede facilitar que sigamos por este camino la próxima década. No estoy seguro de que este acuerdo no quede en papel mojado, teniendo en cuenta las circunstancias que rodean a Zapatero, y el blindaje del acuerdo PP-PSOE que se realizó básicamente en contra del PNV, como se puede contemplar en la introducción del acuerdo por las libertades que en 1999 firmaron estos dos partidos, y que ha sido el origen tanto de la ley de Partidos como de la actual estrategia política de comandita.
De lo que si estoy seguro es que los vascos seguiremos construyendo las instituciones características del nuevo capitalismo social de las que habla Sennet, pues tienen que ver con nuestra idiosincrasia cultural, y nos resistiremos vivamente a que se destruyan las que hemos elaborado hasta ahora.
Muy interesante. Zorionak!
JELen agur
Perfecto. Sintonizo completamente con esa forma de pensar.
Pero es difícil conjugar la libertad con la obligacion que tienen las instituciones de velar por la fijación de las grandes empresas tractoras a la realidad social en la que están implantadas. En estos tiempos responde más a intereses de capital-riesgo que no es «de ninguna parte» más que del rendimiento financiero.
¿Qué pueden hacer las instituciones?
Tenemos ejemplos como Euskaltel, la fusion de las cajas de ahorros y otros. Tenemos empresas en riesgo de fuga como Iberdrola, Petronor, o de cierre como la naval.
Quizá la pequeña empresa especializada que aporte gran valor añadido sea ´m´s la solucion que la gran multinacional.
Muy interesante tu aportación, J. Agustín Ozamiz,
Sin duda alguna hay mucha gente con ideas brillantes por todas partes, y de hecho has aportado un tema que se ha abordado en éste blog en varias ocasiones por parte de varias personas pero, digamos que de forma pleni-parcial.
Lo interesante para mi es la forma que haces el nexo entre esos valores, tan importantes y seculares en nuestra sociedad cuales son la constancia y el compromiso. Entiendo que dentro de la palabra compromiso incluyes, el sentido del DEBER y HUMANIDAD hacía los demás.
Quiero decir el nexo en sentido de su GRAN VALOR para un sistema económico que se salga del todo de la especulación a todas las escalas que no hacen más que empobrecer la situación de la población humana.
Y aqui no vale hablar de rentas per capita que no deja de ser una estadistica que encierra demasiado a menudo una trampa, que consiste en pocos muy ricos y muchos muy pobres.
El otro nexo es con la situación PPSE y PSE-EAJ.
Entiendo y comparto lo que dices, dado el CV de estos partidos no podemos garantizar que los pactos se vayan a cumplir.
El tema de «capital riesgo» que comenta Joseba, desgraciadamente tiene desventajas muy serias.
En efecto para los que no saben se trata, valga el simil, de un chatarrero que compra por un €uro un coche que va a desguace, lo arregla, pone guapo y lo revende.
El problema es que cuando se trata de una empresa, las empresas de «capital riesgo», logran a mi modo de ver dos aspectos importantes (no por ello buenos).
1) A veces salvan (otras la misión es cerrar la empresa) el futuro de la empresa optimizando los procesos de producción, calidad, comercial, etc. pero casi siempre empiezan por cortar cabezas, primero las jubilaciones anticipadas y ahora, aprovechando la crisis, «ofreciendo» a los empleados una bajada de sueldo del 30%, y no estoy inventandome nada. Cerquita de casa tengo un caso.
Logran alargar cuando no asegurar la sostenibilidad de la empresa pero a un costo humano a veces denigrante. Lo triste es que lo hacen sin miramientos.
2) Incumplen con la nomenclatura de su negocio. En la práctica precisamente gestionan de manera que el riesgo en el 90% de los casos es cero para ellos. Atan bien los cabos antes de meter el hozico en una empresa que va mal. Participan en la empresa entre 1 y 5 años por lo general. Yo prefiero llamarles empresas de «capital sin riesgo», o bien «capital con riesgo muy calculado».
Magnifico artículo, totalmente de acuerdo con «Sin embargo la constancia y el compromiso, nuestro estilo de trabajo en Euskadi, relacionados con características seculares que nos brindan firmes anclajes culturales, han hecho que en estas últimas décadas hayamos levantado y construido nuevas instituciones firmes, efectivas y solidarias, ejemplares en el modelo social europeo.»
Es una lástima que aun estemos sometidos a una legislación y a una cultura económica tan diferente de la nuestra como es la española, tanto por el papel de los sindicatos como de las asociaciones de empresario españoles. Basta recordar el bochornoso papel de Diaz Ferran al frente de la CEOE o de los sindicatos UGT y CCOO para ver que no son el espejo en que la economía vasca se debe mirar.