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Ekonomiaren txokoa: Cinco Ventanillas

Mikel Aramburu (*) Ekoberrin

En el Estado coexisten cinco soberanías tributarias con similares competencias: la de régimen común y las cuatro de los territorios de régimen foral. Esto lo saben bien los contribuyentes que sufren la repetición de obligaciones. Cada administración cultiva su espacio competencial y debe respetar unas normas de reparto de sujetos pasivos, bases imponibles o cuotas. Estas normas son el fundamento del Concierto y del Convenio y la verdad es que, dada la complejidad del sistema tributario, no son sencillas.

Primero se deben fijar unas reglas generales de juego, luego otras específicas para cada impuesto y, además, hay que prever ajustes financieros para cubrir los vacíos que dejan. Así, cuando el impuesto es personal y directo – tal como el I. R. P. F.- lo más práctico es repartir los contribuyentes en función de un elemento objetivo como, por ejemplo, el domicilio habitual. En otros casos esto no es suficiente, como en el Impuesto sobre Sociedades, porque en lo geográfico el resultado contable de las empresas está más unido al lugar de la actividad que al domicilio fiscal. Pero donde mayor dificultad encuentra la partición del tributo es en la imposición indirecta porque el que paga el impuesto no es quien lo ingresa en Hacienda.

El más afamado de los impuestos indirectos, el IVA, grava las entregas de bienes y las prestaciones de servicios (hecho imponible) pero recae sobre el consumo. Y es el empresario o profesional (sujeto pasivo) quien lo repercute al consumidor final. De modo que en un Estado con cinco administraciones competentes para su gestión y teniendo en cuenta que el sujeto pasivo no coincide con el pagador ¿a qué caja va a parar el impuesto? El fabricante de Beasain ingresa en la Hacienda guipuzcoana las cuotas que pagan sus clientes de Barcelona y lo hace en la Hacienda de Navarra el conservero de Azagra por sus ventas a Durango. Y buena parte del IVA que pagamos los consumidores vascos puede ingresarse en la Hacienda del Estado.

La cosa se complica un poco más si las ventas se hacen al extranjero. Ocurre que, por aquello de la libre competencia, las normas de comercio internacional, en particular en la UE, exigen que el precio de los bienes o servicios exportados vaya limpio de gravámenes o de ayudas. Por eso las exportaciones y entregas intracomunitarias de bienes y servicios están exentas del IVA. Con una exención que, para ser completa, da derecho a recuperar las cuotas soportadas en la producción de los bienes exportados. Cuotas que, con mucha frecuencia, devuelve la Hacienda que no las ingresó. ¿Cómo se arregla todo esto? Mediante los ajustes a la recaudación que prevé el Convenio/Concierto. Estos ajustes se cuantifican mediante fórmulas que necesitan datos y variables no siempre fáciles de determinar por lo que, a la postre, exigen negociación y acuerdo.

Cuando llegó el IVA hace ahora 25 años, el Convenio/Concierto debía adaptarse a esta potente nueva figura. La posición del Ministerio era clara y pétrea: en el IVA sólo cabía la caja única, la central. La partición de un impuesto indirecto en soberanías territoriales repugnaba a la ortodoxia tributaria. Pero la tenacidad y la imaginación de los comisionados vascos lograron la competencia para los territorios forales de la CAPV. Con limitaciones y cautelas. Zuloa baino zarpa hobea. Poco después, con el terreno allanado, lo hizo Navarra. Sin pretenderlo, los negociadores de hace un cuarto de siglo se adelantaban a un sistema de gravamen en origen del IVA previsto para toda la Unión Europea.

Conviene pensar en todo esto cuando otras comunidades reclaman un modelo semejante. Hace unos meses, un conocido político animaba a los empresarios vascos a preferir Europa como destino de sus ventas. Si el fabricante de Beasain, que factura un millón de euros a Barcelona, sustituye su cliente por otro de Tolouse la economía vasca no se altera, pero la Hacienda guipuzcoana deja de recaudar 160.000 euros. De golpe. Si se siguiera el consejo, el impacto en la recaudación de las Haciendas forales sería demoledor. “Pero están los ajustes a la recaudación”, me dirán, sí, pero tengan en cuenta que las elegantes fórmulas son adecuadas en la pizarra de la facultad pero se convierten en polvo de tiza cuando se restriegan en negociaciones. Y lo que espanta a los diputados o consejeros de Hacienda, hombres de natural sencillos como buenos padres de familia, es ver la libreta en números rojos.

(*) Experto en derecho tributario

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7 comentarios en «Ekonomiaren txokoa: Cinco Ventanillas»

  1. Los catalanes envidian nuestra soberanía fiscal, pero nosotros la libertad judicial de Escocia. Así que conviene ir manteniendo lo que tenemos, que es mucho y además, con la «loapa que viene» nos lo van a querer quitar y hay que completar el autogobierno en el ámbito de la justicia, con un sistema que no sea copia del español sino algo mejor.

  2. Mikel,

    Muy interesante el post que nos aportas y aclara bien la casuisticas fiscales que hoy en definitiva se dan en el Estado español.

    Estando de acuerdo en el hecho de que si vendo a un cliente de la U.E. logro que las arcas locales perciban menos impuestos, creo que el análisis puede quedar un poco sesgao.

    Me explico:

    Con la coyuntura actual (crisis que azota a unos mas que a otros), son muchas las empresas que se ven obligadas a vender como mínimo a otros estados de la unión.
    Sencilamente porque la cartera de pedidos de clientes habituales de otras CCAA ha bajado estrepitosamente viendo a estas empresas obligadas a buscarse la vida en otros lugares.

    Con lo cual, pienso que para poder lograr a una situación fiscal mas equilibrada, es decir que no perjudique, en el ejemplo que pones, a Hacienda de Gipuzkoa, etc. habría que seguramente replantear los modelos fiscales existentes, siempre con el objetivo de GANAR / GANAR. Intentar satisfacer a todas las partes razonablemente.

    Imagino que lo que estoy planteando no es nada fácil pero pienso que en la medida que el empresario es pragmático, encontrará sentio en ello.

    Eskerrik asko Mikel por la exposición tan interesante!

  3. La verdad es k la frase ogizopiana fue komo xa las d enmarkar. La kuestion del IVA ya veremos komo se resuelve en europa, si es k los impuestos van a ir igualandose d alguna forma, aunk eso tampoko okurre en USA, x ejemplo, en el k hay impuestos federales y estatales.

  4. Lo cierto es es que España nunca ha aceptado ni siquiera una «autonomización» (que no federalización, como dice Hamaikatimo, que es algo muy diferente) de la Justicia. La Justicia ha sido la auténtica LOAPA del Estado, usando el Tribunal Constitucional como fuerza legisladora, «intérprete» de las leyes, claro está, barriendo para casa. En el caso de las haciendas, la cuestión del IVA, incluso la de las políticas activas, su uso para la construcción del TAV, etc. ha sido muy inteligente por parte vasca.

    Lo que queda por dilucidar es la cuestión de la Seguridad Social, y su encaje en el Concierto/Convenio. Es un punto capital.

  5. Un debate que se me había olvidado proponer: no tenemos capacidad normativa sobre muchos impuestos, lo que hace que no podamos establecer una política propia, como en el caso del IVA, etc. por no hablar del seguidismo que hacemos de la políticas estatales. El Concierto y la capacidad normativa de las diputaciones es ampliamente mejorable y un aspecto en el que hay que trabajar en las próximas negociaciones.

  6. Como todos sabemos, estamos organizados de tal forma que disponemos de 5 niveles administrativos.

    1) Local.

    2) Regional.

    3) Estatal.

    4) Supraestatal.

    5) Mundial.

    Por lo que leemos nosotros en el nivel 3 tenemos al menos 2 haciendas, la foral (de nivel local 1) y la de España (de nivel estatal 3).

    Entonces me parece entender que unas mercancías que desde un territorio 1) se venden dentro del territorio 1), 2) o 3) el IVA lo cobra la Hacienda Foral de 1). pero si la transacción es con un país de un nivel 4) entonces no.

    Es evidente que existe una disfunción.

    No es lógico que una mercancía de Irún, si se vende en Hondarribia, Lesaka o Cadiz repercuta su IVA en Gipuzkoa, y si vende en Hendaia, no.

    Todo eso afectará al sistema fiscal en general y a nosotros que somos especiales puede que más, pero lo que es lógico, es lógico.

    Muy buen ejemplo, señor Mikel Aramburu.

    Luego, quería remarcar lo dicho en otros posts, que somos cojonudos los vasco-navarros y los catalanes, y que gestionamos como nadie. Ojo, porque todo el entramado administrativo catalán las puede pasar canutas.

    Una vía era la apuntada por Arrano, que no gaste quien no recauda.

    Pero fijense. Si la administración central da entrada a 1.000.0000 de inmigrantes y trabajan e ingresan unas cuotas en la Seguridad Social, es estupendísimo que vengan de fuera a trabajar, salvo que pierda o no consiga el trabajo un nacional, no por racismo o xenofóbia, sino porque estaríamos desnudando un santo para vestir otro.

    Pues es positiva la inmigración vista desde ese punto. Ahora bien, si por la llegada de inmigrantes una comunidad autónoma o una localidad o diputación ve que los gastos por sanidad, por educación, vivienda protegida, ayudas de emergencia, reagrupamiento familiar, etc. les suben exponencialmente y se descuadran los balances, ahí tenemos un problema.

    Y el problema está en que, como nos muestra el señor Mikel Aramburu en el ejemplo, no tenemos una organización administrativa racional y eficiente.

    Eso sin entrar en duplicidades, etc.

    Como no somos ricos, mientras hemos vivido los días de vino y rosas, nos hemos podido permitir muchas cosas, ahora ya veremos. Yo creo que nos van a apretar por varios sitios: vía salarios, vía pensiones, vía inmobiliaria y vía administraciones.

    Me parece que más que un problema de filosofía política, es económico. Los recursos son los que son y no llega para todo.

    Agur eta ondo pasatu Donostialdekook.

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