Lehendakari Agirre (27): El sentido democrático, el sentido social y el de la libertad de los pueblos (I)

Ion Gaztañaga

Cerramos el año del Lehendakari Agirre y este ciclo de artículos de divulgación del pensamiento de Agirre, con un texto que puede resumir su pensamiento político e histórico en relación a los principales temas universales que trató, sino como ideales humanos y políticos a los que los movimientos democráticos, y en especial, el nacionalismo vasco, tenían el deber de contribuir y difundir. Estas ideas se desarrollan de forma didáctica en la Conferencia pronunciada en el Aula Máxima de la Universidad de Bogotá el 28 de agosto de 1942, publicada en su libro «Cinco conferencias pronunciadas en un viaje por América» y que aquí en Aberriberri, pasamos a resumir en varias partes, dejando que sea el propio Lehendakari, quien nos guíe a través de las notas introductorias de su libro:

Introducción del autor

He deseado interpretar (…) el pensamiento de los vascos, que siendo un pueblo muy viejo, tiene sin embargo (…) la originalidad de una constante adaptación al medio en que vive, y a las ideas en aquello que éstas tienen de perdurable y de justo.

Si Rousseau se maravillaba de la reciedumbre del pensamiento vasco del siglo XVIII, que sabía compaginar sus arraigadas creencias religiosas con el culto a la libertad, hoy en el siglo XX —la era de los totalitarismos— se repite el caso. Para disipar muchas confusiones y decir al mismo tiempo cómo piensa un pueblo antiguo que no cambia y que sin embargo está al día (…).

EL SENTIDO DEMOCRATICO, EL SENTIDO SOCIAL Y EL DE LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS EN LOS MOMENTOS ACTUALES

Mis palabras tienen un doble acento de emoción porque encontrándome en Bogotá instintivamente se asocian en mi espíritu (…) el nombre glorioso de Bolívar el Libertador. (…) Fue descendiente de nuestro pueblo, por sus venas corría sangre vasca. Tradujo al lenguaje americano lo que sus antepasados de Zenarruza (…) practicaron durante muchos siglos, porque Bolívar, leal a su estirpe, rindió tributo ejemplar a la libertad. (…) Yo estoy seguro de que si hoy viviera el gran libertador aplaudiría a los vascos del siglo XX exilados, como él también lo estuvo, por defender la libertad de la tierra de sus mayores. (…)

La lucha del hombre en pos de su libertad ha tenido durante los siglos diversas manifestaciones. Es corriente admitir que fue la Revolución francesa la que de una manera definitiva consiguió en la humanidad el respeto debido a los fueros del hombre. Para mí, señores, es en el Sermón de la Montaña donde se encuentra el principio de la verdadera liberación humana, a partir de cuyo momento, el hombre entró en posesión de la más excelsa de las doctrinas, proclamada para su servicio y su salvación.

Pero admitiendo a los efectos cronológicos, como punto de partida, la época de la Revolución francesa, como (…) de la Revolución americana del Norte, (…) a partir de este momento la lucha del hombre por los derechos esenciales que como tal le corresponden, entra en su máximo apogeo. Monárquico y absolutista el tiempo de aquel entonces, sus representantes cesáreos sintieron profunda alarma ante el avance de los deseos populares. (…) El pueblo siguió su camino, el hombre reclamó con mayor fuerza aún sus derechos. (…) El monarca reconoce al pueblo ciertos derechos y los consigna en el documento que promulga él como rey, sin intervención directa popular. He aquí la Carta otorgada. (…) Pero el pueblo piensa que no es el soberano quien debe dictar unilateralmente la ley (…) sino que el Código que los consagre debe ser el resultado del convenio o del pacto del pueblo con su soberano, ya que no son los pueblos para sus reyes, sino los reyes para el pueblo en quien reside la facultad de elegir sus jefes.

Entramos así en la era constitucional que sustituye a la de las Cartas otorgadas. Una tras otra van promulgándose constituciones votadas en las Asambleas representativas(…) sancionadas por los monarcas, previo juramento de guardarlas con fidelidad. No faltó —nunca falta— el escándalo entre los sucesores de (…) los filósofos que rechazan como pretensión vitanda el que el pueblo se considere receptáculo de la soberanía, cuando ella está explícitamente depositada por la Divinidad en la persona del soberano. Recuerdan (…) aquellos otros que los príncipes alemanes del Renacimiento y de la Reforma tan abundantemente utilizaron, cuando, para justificar sus excesos y conducta depravada, encontraban siempre el filósofo adecuado que con su doctrina precisa convertía en bueno lo que la humanidad consideraba como malo por llevarlo impreso en el corazón. Andando el tiempo las coronas no siempre fueron leales a lo que juraron cumplir. (…) El pueblo no lo perdonó y en más de un lugar de la tierra los soberanos fueron cayendo, sustituidos por regímenes más de acuerdo con la voluntad popular. El poder cesáreo había perdido la batalla política.

Pero el hombre, en posesión de sus derechos individuales, comprendió rápidamente que nada adelantaba con que le dejasen pensar, o reunirse libremente, o escribir aquello que sentía, o juzgar libremente la conducta de sus mandatarios y otras ventajas y libertades por el estilo, si además no entraba en posesión de un bienestar relativo que asegurase su vida (…). Porque no hemos de olvidar que hasta para practicar la virtud es conveniente un cierto bienestar. Y surge (…) la pavorosa cuestión social, que no es otra cosa sino la demanda de los humildes de una mayor participación en los bienes de la tierra producidos por el esfuerzo de todos. Entra en juego la exigencia de una mayor justicia distributiva o simplemente de la justicia distributiva. (…)

Al escándalo de los juristas ante la ruina del poder político abusivo de la realeza, únese ahora el otro escándalo, el de los poderosos de la tierra (…) alarmados ante la posible pérdida de su poder tentacular y su posición privilegiada. (…) El hombre va ganando terreno porque no puede comprender, ni tolerar, que sean pocos, muy pocos, los cargados de bienes y de riquezas, muchas veces obtenidas sin esfuerzo o por el esfuerzo de otros, y según palabras de León XIII son «muchedumbre aquellos cuya condición difiere poco de la de los esclavos».

Pero, señoras y señores, el hombre no es un ser aislado. Es por naturaleza un ser social. Si por impulso natural constituye la familia, base fundamental de toda sociedad, pertenece además a un pueblo, porque habla un idioma, porque pertenece a una raza, porque adquirió con el tiempo arraigo en la tierra, porque, en una palabra, tiene una nacionalidad natural. Y discurriendo lógicamente pensó un día que todas estas características diferenciales no le habían sido dadas por el Creador para que las abandonase al olvido, sino para que, fomentándolas, sirviese con ellas a través de su variedad, al orden y a la armonía de la especie humana. Surgió, pues, el concepto de pueblo, de nacionalidad y con él la necesidad de la libertad que garantizara lo que el orden natural había sabiamente establecido. Y de la misma manera que el hombre había reclamado sus derechos fundamentales como ser racional y libre, los pueblos, conjunto al fin de voluntades libres, reclamaron para ellos la libertad, para regirse según su genio (…). Clamaron contra semejante pretensión todos los poderes ambiciosos y toda la filosofía del imperialismo, en nombre de la historia, en nombre del poder adquirido y hasta en nombre del orden, señores.(…)

He aquí, señores, los tres grandes problemas que hoy preocupan a toda clase de pensadores, políticos o filósofos (…): el problema del hombre, el problema social y el problema de la libertad de los pueblos. (…)

¿Es posible que pueda creerse en una paz futura beneficiosa para la humanidad, si los hombres —todos los hombres— no son libres? (…) Vivimos la era de los campos de concentración, de las torturas y de las prisiones, no para los criminales de derecho común, sino para aquellos hombres que tienen la desgracia de pensar, señores, de pensar de diferente manera que los dictadores que además, según lo proclaman, no se equivocan. No establezcamos diferencias ideológicas entre los totalitarios, no señalemos matices filosóficos entre el neopaganismo nazi, el fascismo italiano y el sistema implantado en España mediante la violencia (…) o de cualquier otro sistema parecido, sea del color que sea. (…) ¿Qué más me da, señores, que este espectáculo oprobioso sea representado en nombre de la superioridad de la raza, en nombre de un codiciado imperio, o en nombre del pueblo, o invocando la civilización cristiana? (…)

Cuando yo hablo de libertad y la reclamo para el hombre como ser libre, os figuraréis, señores, que para mí la libertad tiene sus límites. Los impuso Dios a la propia naturaleza, los exige el bien común. Uno y otro hicieron necesaria la autoridad como principio necesario para el orden y la paz. Surge de estos conceptos el problema bien actual de la conjugación de la autoridad y de la libertad. ¿Hasta qué punto debe la autoridad admitir el ejercicio de la libertad y hasta qué punto la libertad debe exigir garantías y cuáles a la autoridad? (…) Donde reina la intolerancia, se ha roto el equilibrio, no es posible conjugar la libertad y la autoridad; donde se desencadena la demagogia no puede darse la armonía ni el respeto; donde el pueblo es avasallado por la voluntad de (…) un déspota prescindamos, señores, de fundar nada ajustado (…)

Una sociedad constituida sobre bases racionales, presupone la libertad. Ahora bien, ligado a este problema aparece el de la (…) organización de las libertades. (…). El derecho a la libertad religiosa, el derecho de critica, reunión y opinión, el derecho de habitar sin temor la tierra de sus mayores, el de trasladarse de un lugar a otro de la tierra, el derecho a la elección de sus magistrados propios que responda a formas representativas, las que sean, el derecho a la crítica, examen, aprobación o renovación de su mandato limitado, el derecho a castigar el abuso del poder o su mantenimiento violento, el derecho al trabajo y al disfrute de lo adquirido mediante él o por otros medios justos, el derecho al bienestar y perfeccionamiento social y de la familia, el derecho a una mayor justicia distributiva de los bienes de la tierra, y otros principios parecidos, constituyen una base racional y necesaria, admitida como tal por la inmensa mayoría de la humanidad, y reputada además como única garantía de que mediante su ejercicio, tenga realidad el máximo deseo humano que es también derecho, el derecho al orden y a la paz. Pero al hablar del hombre y sus derechos conviene también hablar de la educación del hombre y de sus deberes cívicos y morales. El respeto a la autoridad, la tolerancia y el mutuo respeto, entre otros. Fallan las sociedades políticas porque fallan los hombres. (…)

Es corriente atacar a la democracia. No es, señores, la democracia la mala, somos nosotros, los demócratas, los malos. Algo parecido acontece cuando se ataca al Cristianismo; somos nosotros, los cristianos, los defectuosos, porque a la dignidad excelsa del Cristianismo, diré con Berdiaeff, respondemos nosotros con nuestra indignidad.(…)

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12 comentarios en «Lehendakari Agirre (27): El sentido democrático, el sentido social y el de la libertad de los pueblos (I)»

  1. Eskerrik asko por la serie, os sugiero que creais una seccion especifica para tener a mano toda la serie, a modo de consulta. Gora agirre.

  2. Vale, todo esto está muy bien, pero…….

    Por partes,

    ¿Qué es lo que formula, lo que propone, Hamaikabat y el nacionalismo histórico, para la política del Euskadi REAL, la del siglo XXI, para el 2011?

    Los panegíricos están bien, pero la realidad ¿Cuál es? ¿Qué proponen los burukides del nacionalismo vasco? ¿El bATU gAITEZEN? ¿La Quebequización pre independentista como defendía el difunto Sabin Intxaurraga y el Sr Ormaza?

    Todavía no nos lo han explicado, con todo lo que han escrito los administradores de AberriBERRI

  3. Mira, Hamaicacho, ahí se recoge una intervención del Lehendakari Agirre que tiene una relevancia histórica innegable y este año, además, era su aniversario. Los temas histórico-políticos pues es que tienen interés per se y claro que tu vengas aquí a exigir que hablen de otro tema pues es un poco como un deseo infantil de hacerte notar. Si, Hamaicacho, existes, tienes existencia. Hala, tómate un chupete y a dormir, que es hora de tu siesta.

  4. Quisiera agradecer a todos los colaboradores que nos han ido pasando las vivencias, escritos, experiencias, aventuras de un «pequeño» GRAN hombre.

    27 aportaciones gracias como digo al equipo de aberriberri en general y a Ion Gaztañaga en particular.

    Joseba nos sugiere el calificativo de inmenso. Personalmente me parece atinadísimo.

    Yo me atrevería a condensarlo con el calificativo de TREMENDA ACTUALIDAD.

    JELen, Eguberri On Desiro dautzuet eta ea 2011 urte hau baino obea izan dadila.

  5. Si, un gran bodrio que los historiadores como mees que esperaban encontrar mierda con agirre ham tenido que admitir que eranun gigante.

    Y carlos ormazabal… Que le vamos a hacer. Lo que habria que hacer es sacar todo lo que los pepros quieren escondrnde sus pasados. Que los nazis estuvieron en euskadi, invitados por los franquistas y alabados por los que ahoran quieren dar lecciones.

  6. Es normal que los españatas que tienen un plantel de matarifes del copón pues quieran echar mierda sobre la figura de Agirre. Es su sino, tratar de profanar figuras llenas de integridad, como fue nuestro Lehendakari. Pero claro es que es difícil distinguir alguna evidencia de este bosque de prosa crapulosa adobada con una casuística digna de algún fiscal staliniano.
    Agirre fue un gran y buen hombre, un cristiano en la teoría y en la práctica, cuantos políticos españoles pueden presumir de eso, que en una guerra cruenta impidió el comportamiento desalmado que era característico de los españatas, de izquierda o derecha?

  7. España siempre se ha caracterizado por culpar a los demás de sus problemas, algo que, por cierto, les hemos copiado muchas veces.

  8. Un discurso precioso, no se quien es el autor, tal vez el mismo, y el fondo del articulo superinteresante, por cierto he tenido oportunidad de leer MUTXOS DISCURSOS macanudos.

    Yo me pregunto lo siguiente, cuando en la guerra civil porque LAS DEMOCRACIAS, no apoyaron a la REPUBLICA, ahí perdio Agirre.

    Cuando EEUU,apoyo a FRANCO despues de la guerra, le mantuvo a Agirre en el exilio.

    Yo me pregunto porque hicieron esto las democracias, en plena guerra civil y despues cuando acabo la II GUERRA MUNDIAL, porque permitian que Franco ganara y se perpetuase.

    Evidentemente prefiero un Presidente como Agirre con sus ideas, antes que las de Franco o un dictador, pero FRANCO, no lo hizo todo mal, en Euskalerria tenia muchos a poyos, en ciertas zonas tal vez mas que el propio Agirre, Navarra Alava, y en Gipuzkoa y Bizkaia, tenia grandes apoyos, me refiero a Franco.

    Prefiero FRANCO antes que STALIN, y antes que los dos, las ideas de un Presidente como AGIRRE, por cierto FRANCO era cristiano, como AGIRRE.

  9. Es mas prefiero la paz con FRANCO que otra guerra civil, LA TRANSICION fue un exito, AGIRRE la hubiera apoyado como lo hizo el PNV y ARZALLUZ.

    En una palabra prefiero la DICTADURA de España a la de Albania o a la URSS.

    En Euskalerria hay gente que prefiero una dictadura con pleno empleo, que una democracia vigilada con cinco millones de parados.

  10. Arrano,

    Eres libre de preferencias.

    Ahora bien personalmente y mucha gente como yo somos categoricamente anti cualquier sistema DICTATORIAL, sea Nacional Fascista Jacobino o Social Fascista.

    Ya sabes,… los extremos suelen ser malos.

    Jamás la libertad en democracia puede florecer y mantenerse en un régimen dictatorial sea del color que sea.

    JELen

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