Imanol Lizarralde
La sorpresa de toparme con un artículo recordatorio del Lehendakari José Antonio Agirre en el Diario Vasco de mano del articulista Pedro Larrea (Aguirre, (un) líder nacionalista, 22-3), queda rebajada al comprobar que el artículo poco o nada dice de la peculiaridad, la originalidad y el mérito político de la labor de Agirre. El artículo reproduce uno a uno numerosos tópicos anti-nacionalistas. El Lehendakari no es más que un mero pretexto para tener la oportunidad de airearlos en plaza pública. El primero de los tópicos es el siguiente:
“En el momento de proclamarse la Segunda República, el nacionalismo jeltzale, bajo la dirección ideológica de Kizkitza, permanecía anclado en los tres postulados básicos de partida: integrismo religioso, antiliberalismo y antiespañolismo”.
Estos llamados “tres postulados básicos” nunca tuvieron una constancia práctica en el PNV, ni siquiera en el momento en el que Sabino Arana funda el partido a fines del siglo XIX. Por de pronto, el integrismo religioso suponía la subordinación de un proyecto político a la Iglesia Católica. El PNV, si bien admitía la defensa de los principios católicos, nunca estuvo subordinado a ninguna jerarquía religiosa, negando incluso la posibilidad de que los curas pudieran afiliarse al partido. La separación práctica entre lo político y religioso se daba desde los tiempos de Sabino Arana, que no ahorró críticas a la Iglesia española por su papel en la “cruzada” colonial en contra de los musulmanes en la guerra de Marruecos y por la represión de la enseñanza religiosa en Euskara.
El antiliberalismo del PNV es también una falacia. Tanto Sabino Arana como Ramón de la Sota, los dos máximos dirigentes del PNV en su fundación, eran fuertemente anglófilos y admiradores de los Estados Unidos de América. El antiliberalismo que atribuye Larrea al PNV se refiere a la naturaleza histórica de liberalismo español, antirreligioso y de modalidad jacobina, y no al liberalismo entendido como doctrina política o como régimen de libertades. Para darse cuenta de esto, no hay más que leer el telegrama que mandó Sabino Arana al presidente de los EEUU por su participación en la Guerra de Cuba:
“Roosevelt, Presidente Estados Unidos. Washington. Nombre Partido Nacionalista Vasco felicito por independencia Cuba por Federación nobilísima que presidís, que supo liberar la esclavitud. Ejemplo magnanimidad y culto justicia y libertad dan vuestros poderosos estados, desconocido Historia, e inimitable para potencias Europa, particularmente latinas. Si Europa imitara, también nación vasca, su pueblo más antiguo, que más siglos gozó libertad rigiéndose Constitución que mereció elogios Estados Unidos, sería libre. Arana Goiri”.
Para Arana Goiri el régimen de libertades de los EEUU así como su intervención en una guerra colonial en contra de la metrópoli eran grandes meritos. Y atribuye al País Vasco, siguiendo la estela de John Adams, una constitución “libre” desde tiempos seculares. Una de las últimas ideas de Sabino, la de convertir a Euskadi en un protectorado británico, siendo Gran Bretaña una potencial protestante y liberal-democrática, rompe totalmente con el esquema de un partido antiliberal o vinculado al vaticano. También en la guerra del 14 el PNV fue un partido aliadófilo, mientras la derecha española era germanófila casi en su totalidad.
El tercer tópico es el del “antiespañolismo”. Difícilmente podremos decir que ningún líder nacionalista de ninguna nación sea partidario del país del que quiere independizarse. En ese sentido, el nacionalismo vasco anterior a Agirre era antiespañolista, como el nacionalismo irlandés de Charles Stewart Parnell era antibritánico: por que sino no serían movimientos nacionalistas.
Pedro Larrea tiene, sin embargo, que reconocer que José Antonio Agirre no encajaba ni con el integrismo religioso ni con el antiliberalismo. Pero le atribuye el tópico del antiespañolismo. Larrea lamenta que Agirre no diera ningún “giro españolista”:
“No ocurrió así. José Antonio, igual que Sabino, aspiraba a la reintegración foral. ¿Para recuperar la independencia originaria de Esukadi perdida en 1839 o para reformular su inserción en España? Ambas interpretaciones han sido sostenidas. En todo caso, la Ponencia Política del Partido de 1949 hacía una manifestación expresa d soberanismo: el Pueblo Vasco tiene derecho a expresar libremente su libertad, siendo esta la única fuente jurídica de su estatus político”.
Esto sirve para que Larrea diga que, “se estancó en el modo de enfocar el antiespañolismo originario”. A Larrea no le sirve que el PNV defendiera con las armas en la mano también a la República española y sus instituciones, que montara un Gobierno en el que la mayoría de los partidos eran españoles y que fuera (junto con el PCE) la referencia más palpable de esa tradición. O que líderes republicanos en el exilio barajaran a Agirre como futuro presidente de la República Española. Al contrario, que Larrea, los republicanos españoles no consideraban a Agirre un antiespañolista.
Larrea pretende asimilar el antiespañolismo de la reintegración foral y de la declaración del PNV de 1949 en la cual se declara al Pueblo Vasco “como la única fuente jurídica de su estatus político”. Ni hay que decir que la consideración de Larrea es sectaria y falsa: el deseo de independencia no puede identificarse con fobia antiespañolista. Aquí nos encontramos con los problemas de asimilación de ciertas ideas democráticas que tienen muchos españoles que se consideran demócratas, al pretender dar por sentado que el concepto de la integridad territorial de su estado es sagrado y ligado de forma indisoluble a la idea democrática.
Tanto la reintegración foral plena como la consideración del estatus jurídico de Euskadi como derivación del pueblo vasco no son declaraciones de independencia, como el propio Larrea tiene de alguna manera que reconocer. Sólo desde una perspectiva unilateral y absolutista, como la de Larrea, puede plantearse esa equivalencia que, además, le sirve para reflotar el tópico del antiespañolismo.
Larrea pretende interpretar la historia política que protagonizó el Lehendakari como una serie de “erráticos bandazos”, por las alianzas del PNV primero con carlistas y luego con el Frente Popular. Larrea prescinde de la coherencia nacionalista representada por Agirre en la búsqueda denodada de un marco autonómico y estatutario que hizo que se aliara primero con los carlistas en 1932 y luego, deshecha esta alianza, planteara un referéndum estatutario para las tres provincias en 1933 en solitario, para al final pactar un Estatuto con el Gobierno de la República en plena Guerra Civil. El Estatuto de Gernika y las actuales instituciones vascas no son más que el reflejo de ese impulso constructivo y beneficioso para nuestro pueblo, que fue gloriosamente restaurado y confirmado en 1979, gracias, otra vez, al empeño nacionalista comenzado por Agirre y a la pervivencia de la institución que el por primera vez presidió, como fue el Gobierno Vasco.
Lo grave es que Larrea manipula para comprar a Agirre con el pensamiento de 2010 y no los compara con sus competidores electorales, el carlismo, las derechas españolas o monárquicos o los socialistas, comunistas y anarquistas. No cabe duda de que el pensamiento de Agirre estaba a años luz en defensa de la democracia y la libertad frente a aquella derecha española que admiraba el fascismo en boga en europa, un socialismo que había colaborado en la dictadura de Primo de Rivera y pretendía dar golpes de Estado contra la república, una izquierda que fomentó el asesinato de religiosos y quema de iglesias, o unos carlistas, cuya manipulación religiosa al servicio de su interés y represión sanguinaria fue ideológicamente justificada. Pero para la «pedagogos ciudadanos», el grupo de «educadores» al servicio de una democracia que sólo dicen posible dentro de la España imaginaria que dicen vivir, todo acontecimiento es adecuado para acusar al nacionalismo de toda clase de errores y rímenes mientras nada dicen de los antecesores de los actuales adalides del cambio, que daban cobijo al nazismo, se entrenaban con los fascios italianos o colaboraban con el totalitarismo soviético.
Dentro de esta argamasa de tópicos antinacionalistas y deformaciones o falseamientos claros de la historia, Larrea no puede terminar sin tocar el tema de la política presente. Para ello plantea la contradicción entre los políticos y públicos del PNV y el aparato del partido, desde la época de Agirre hasta la dualidad entre los planteamientos de Josu Jon Imaz y Juan José Ibarretxe, el primero como presidente del PNV y el segundo como Lehendakari. Esta contradicción, que es real, fue fruto del destino del Proyecto de Nuevo Estatuto Político primero antes las Cortes españoles y segundo frente a las urnas en el 2005. Lo que Larrea denomina “dinámica de dos polos” del PNV es la manifestación de la división del propio partido frente a los acontecimientos de aquel año y del rumbo a tomar, con un proceso de paz que Batasuna y los socialistas habían ido conformando a espaldas de las instituciones y del arco político.
Esta visión sin matizar y sin contextualizar le sirve a Larrea para incidir en su teoría principal: que el nacionalismo vasco está democratizar, donde se da el binomio entre moderados (demócratas) y radicales (no demócratas). ¿Por qué esta dicotomía puesta de esta forma? Porque el nacionalismo no admite la soberanía absoluta del pueblo español. Esta perspectiva es contradictoria con la historia real, donde Agirre y el nacionalismo luchan contra el fascismo y por la democracia sin nunca llegar a suscribir esa petición de principio. Frente a la muy peregrina teoría de la “democratización del nacionalismo” (que lucha por la democracia desde su nacimiento, agitando el principio democrático de las nacionalidades), nos encontramos con la práctica de que los autodenominados demócratas españoles son incapaces de admitir a aquellos que ponen en cuestión el derecho absoluto de su Estado. Esta es la verdadera asignatura de la democracia española, la admisión relajada de la discrepancia nacionalista, y Pedro Larrea nos demuestra que, en ese campo, todavía queda mucho por hacer. Que el espíritu de José Antonio Agirre, abierto, audaz, antidogmático e integrador, nos ilumine en esa tarea de democratizar a los supuestos demócratas.
El Artículo de Imanol Lizarralde es suficientemente claro que solo queda reforzarlo con argumentos históricos.
1. La proclamación de la República española sorprende al PNV saliendo de una escisión de diez años resulta en parte en la Asamblea de Bergara de 1930. Para entonces, Kiskitza estaba arrumbado. Por cierto, resulta sorprendente que, en poco tiempo, tanto Arregi como Larrea saquen a relucir a Engracio de Aranzadi.
2. Sir Ramón de la Sota y Llano procedía del campo liberal (como muchos nacionalistas que se incorporaron al Partido a partir de 1930).
3. Basta leer la página social del diario «Euzkadi» para darse cuenta de la progresiva incorporación del nacionalismo a las nacientes corrientes social cristianas que alcanzarán su madurez en la década de los 1940. La incorporación a estas corrientes se hace a través de la AVAS y de ELA.
4. La Declaración del EBB de 1949 (que no Ponencia Política) se limitaba a adecuar la doctrina del PNV a las nuevas corrientes de pensamiento que arrancan de la Carta del Atlántico y, sobre todo, de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. La aspiración final es que los vascos pasásemos de ser objeto a sujeto de las decisiones que nos afectaban. Y esto surge frente a totalitarismo de cualquier signo: nazi-fascismo-franquismo o comunismo. Por cierto, Josu Jon Imaz comenzó su mandato leyendo el texto de esta declaración.
5. Claro que este señor Larrea desconoce que tanto Agirre como el PNV, especialmente a partir de 1946, defendían que la libertad de Euzkadi no llegaría hasta que en España se restaurase un régimen de libertades.
6. Hablar de «erráticos bandazos» es, efectivamente, muestra de profunda ignoracia. Desde 1917, el PNV defendía un régimen de autonomía, así que se alió con quien se lo garantizase.
7. El nacionalismo no admite la soberanía absoluta del pueblo español. Sería dictar su autodisolución. Habrá que recordar al señor Larrea que, hasta 1876, la vinculación de los territorios forales con el estado se hacía mediante pacto (el «pacto con la Corona»). Por cierto, los derechos históricos de los territorios forales son reconocidos por la Constitución de 1978.
Muy interesante artículo Imanol. Cuando leí ayer el texto de Larrea me hirvió la sangre.
¿Cómo se puede decir que la política de alianzas del PNV durante la República fue errática, cuando la coherencia de la trayectoria es evidente?
Pues por ignorancia o por mala fe, lástima que el señor Larrea no se pasará por aquí a aclarárnoslo.
Bueno, lo de erratica se podría entender si consideramos que la coalición inicial fue con carlistas, ciertamente pro estatuto de estella, pero el caracter de la coalición era contra aquella constitución republicana de trabajadores tan anticlerical (aunque ciertamente el proceso del estatuto de estella es anterior a la proclamación de la constitución republicana que NUNCA fue sometida a referendum). EL pacto de San Sebastián se realizó delante de las narices del pnv pero estaba a otras cosas y no se enteró, los catalantenes sí estubieron. En 1932 los dirigentes nacionalistas tenían claro que los carlistas y monárquicos lo que querian era otra cosa: sus negocios, su caciquismo y un Sanjurjo para mantener a raya a los «revoltosos» (al final 40 añitos de ferrolano). Del 32 al 36 un largo camino para que los republicanos (los presentes en el pacto de San Sebastián) y los nacionalista vascos fueran acercándose y creando confianza mutua. Las lentitud de semejante proceso de acercamiento lo pagaran muy caro ámbas partes (todos conocemos la historia de Fortunato Agirre), es pueril cargar la responsabilidad sobre la parte más pequeña, eso debe ser la «pedagogía»
Erratika puede parecer desde ese angulo xo no lo es si tenemos klaro k el objetivo del PNV fue la konsekucion del Estatuto. E hizo alianzas kon los k podia sakar adelante ese proyekto. Los karlistas parecian los + cerkanos al principio, hasta k manipularon la votacion xa k Navarra kedara fuera (komo demostro Jimeno Jurio).
Despues se fue kon los republikanos, esos k odiaban lo vasko, xo necesitaban del PNV. Erratiko es no tener objetivo, el del PNV estaba muy klaro.
Tu mismo lo has dicho Kepa Igea, la alianza con el tradicionalismo tuvo como objetivo principal la consecución de un Estatuto … sin que todavía se conociera el marco normativo o constitucional. Se puede hablar de vías muertas, de posibilidades que no fructificaron e incluso de errores tácticos, pero de trayectoria errática en ningún caso, puesto que siempre se tuvo muy claro cuál era el objetivo y para el nacionalismo vasco las alianzas estuvieron supeditadas a las posibilidades prácticas de la consecución del Estatuto. Y en los primeros tiempos de la república las izquierdas no querían saber nada de un Estatuto vasco.
Sobre el pacto de San Sebastián: Yo no estoy de acuerdo en atribuir exclusivamente a nuestra ausencia del pacto de San Sebastián las dificultades que tuvimos para conseguir el Estatuto. Desde una óptica de Estado otorgar un estatuto a Catalunya era una necesidad para poder asegurarse el apoyo de las izquierdas catalanistas, muy fuertes, para implantar la República, pero aparte de que no estuvimos en el Pacto de San Sebastián, desde un punto de vista de Estado no era tan evidente percibir la necesidad de aprobar un Estatuto para Euskadi. Sin el denonado esfuerzo del PNV por buscar constantemente vías para conseguir un Estatuto nunca se habría aprobado el Estatuto del 36, porque las izquierdas no sólo no veían necesario dar un Estatuto a Euskadi, sino que en un principio eran contrarias por sectarismo ideológico, ya que la mayoría vasca no era de izquierdas, al contrario que en Catalunya.
El esfuerzo político que hizo el nacionalismo fue brutal.
Sólo Prieto supo ver a partir de un determinado momento las ventajas políticas que de un Estatuto vasco se podían sacar para la República y a las izquierdas. Pero es que nunca las habrías visto de no ser por el constante esfuerzo nacionalista en pro de un marco de libertades específico para Euskadi. Si no hubiera abanderado el nacionalismo de forma insistente la cuestión estatutaria ni las izquierdas ni las derechas habrían hecho absolutamente nada por él.
Así que insisto en que hay que ser un sirvergüenza o un ignorante de tomo y lomo para calificar de «errática» la trayectora del PNV durante la guerra.
Perdón, en la última frase quería decir «durante la república», aunque tal y como está la frase también es cierta, jeje.
(en 1947) ”Paralelamente a esta evolución, fue discurriendo el abandono de posiciones antiliberales y antidemocráticas.”
Es decir Aguirre no fue un demócrata, Pero que mentira!
Este hombre dará por supuesto los padres del actual PP, eso liberales vizcainos como Sanchez Mazas Eguileor, Areilza que se pasaron entusiasticamente al fascismo y apoyaron con Franco lo eran clara.
“Primero fue el carlismo reaccionario, luego el Frente Popular progresista, se llegó a pensar en una Euskadi bajo protectorado de la Gran Bretaña liberal, o de la Italia fascista luego, se jugó a fondo la carta anticomunista de Estados Unidos con vistas a derribar al régimen, y se asistió con estupor e impotencia al reconocimiento internacional de la España franquista.”
Lo del protectorado del a Italia fascista es otra mentira infame!
Esto sólo tien una solución, creo que la familia de Aguirre con el apoyo del PNV tiene que emprender acciones legales contra este tío por una difamación tan injuriosa cunado no calumniosa. Lo digo de verdad.
Basta ya de aguantar tanta basura, estas cosas no pueden seguir saliendo gratis!
«Estos llamados “tres postulados básicos” nunca tuvieron una constancia práctica en el PNV, ni siquiera en el momento en el que Sabino Arana funda el partido a fines del siglo XIX. Por de pronto, el integrismo religioso suponía la subordinación de un proyecto político a la Iglesia Católica. El PNV, si bien admitía la defensa de los principios católicos, nunca estuvo subordinado a ninguna jerarquía religiosa, negando incluso la posibilidad de que los curas pudieran afiliarse al partido. La separación práctica entre lo político y religioso se daba desde los tiempos de Sabino Arana, que no ahorró críticas a la Iglesia española por su papel en la “cruzada” colonial en contra de los musulmanes en la guerra de Marruecos y por la represión de la enseñanza religiosa en Euskara.»
La separación del orden civil y el orden relijioso esta expresamento recogido en los Estatutos del Euskeldun Batzokiya desde la que se crea el primer Bizkai Buru Batzar.
Lo de este tío es naceptable comparte con el anterior el hecho de que habría que hacer algo.
Talmente de acuerdo Galtzagorri. Tengo miembros de mi familia que me contaron como fue el PNV, en solitario, el que montó el referendum para las tres provincias y como consiguió que la mayoría de los vascos de los tres territorios se movilizaran, a pesar de que la izquierda y la derecha españolas estaban en contra. El PNV no perdió en ningún momento ese objetivo de crear las instituciones estatutarias y claro lo siguió manteniendo durante el franquismo y al final lo consiguió parir a principios de la transición.
Habeis desmontado muy bien lo de «erráticos bandazos» porque la dirección era clara, hacia un estatuto y un estado compatible con las democracias liberales. Lo defínia bien el propio Agirre cuando decía que entre la libertad y la revolución…. el pnv estaba con la libertad y la democracia
Echo de menos a nuestro entrañable Bananas y a sus sabias clases de historia. Venga, que nos explique cómo un derechista petronorriano como Aguirre acabó «acercándose» a posturas liberales a partir del año 34 (?) y acabó pactando con los, según él, «auténticos liberales», o sea la gente del PSOE y tal si no entendí mal.
Seguro que en esa tarea pedagógica se entiende bien con Pedro Larrea.
Varias cosas:
* Sabino era católico integrista que no permitió que los curas (en ejercicio) se afiliasen a su naciente organización.
* En la coalición pro-estatuto (Minoría Vasco-Navarra), no participaron únicamente nacinolistas y carlistas.
* El «pacto de San Sebastián» se consumó cuando el nacionalismo vasco estaba aún escindido (eso sí, en proceso de reunificación). Mientras tanto los nacionalistas catalanes, especialmente Francesc Maciá, conspiró todo el tiempo contra Primo de Rivera: el catalanismo, es cierto, estaba dividido: En 1931, los barceloneses gritaban «Visca Maciá, mori Cambó»…pero la fuerza electoral…
* Amigo Galtzagorri: en el programa electoral del Frente Popular iba el Estatuto vasco (y el gallego). La comisión constitución, presidida por Prieto, es cierto, incorporó a Jose Antonio de Agirre.
Hola Agerrebere:
Sobre el último punto, es cierto, pero el Frente Popular no se creó hasta 1936… integrando a partidos como ANV o los galleguistas.
Un dato añadido. Pedro Larrea es el mismo que estuvo presidiendo el Consejo Económico y Social de la Universidad y vinculado a Sabino Arrieta en Sidenor. Sabino Arrieta fue viceconsejero de Interior con Retolaza, compró Sidenor con el apoyo político del tándem Arzalluz-Retolaza envuelto en la ikurriña y la vendió en muchos millones de euros (y miles de millones de las antiguas pesetas).
Me llama la atención que alguien con esas conexiones con el entorno Arzalluz-Retolaza-Arrieta escriba estas cosas.
Más datos. Sabino Arrieta y sus socios compraron Sidenor por 13 millones de euros, y la vendieron por 444 millones a los pocos años. O sea, una plusvalía de 431 millones de euros.
Pedro Larrea fue vicepresidente de Sidenor.
El lehendakari Ardanza, el cosejero de Industria Javier Retegi y el Diputado General de Gipuzkoa Román Sudupe apoyaban la venta de Sidenor a GSB, grupo industrial sólido.
Las presiones de Arzalluz y Retolaza sobre Madrid (eran los tiempos del «buen rollito» con Aznar) se multiplicaron, y finalmente se vendió Sidenor a Arrieta y sus socios. Eran gente del país y apostaban por el país. Pedro Larrea fue el vicepresidente. Del país del euro quiero decir.
Ahora es brasileña (Grupo Gerdau) y algunos se embolsaron 444-13=331 millones de euros.
ane, k son 331 millones xa 1s abertzales d pata negra. Se deben a la patria, palabra de «txoko txitxo terremoto».
El lehendakari Agirre y Lekube, por lo menos para mi, es una figura señera e indiscutible.
Quien se puede atrever a cuestionar su conducta en tiempos tan turbulentos como aquellos.
Hay que tener realmente mala intención para cuestionar su conducta, sin meterse en el contexto de esos años.
Con el periódico del lunes, todos sabemos los resultados del domingo, que gracia.
Pero había que estar en ese tiempo, no extrapolar, ni analizar cuestiones, que en esa época no se podían realizar.
Si no fuera por el lehendakari Agirre, que sería de nosotros?
Mi respeto y admiración a Agirre, y al que no le guste, pues, que cambie de canal.
Ane, me parece de verguenza tu comentario, si es que fyera cierto, lo del padre de ARZALLUZ, sobra, al igual que lo del padre LARREA,
LIZARRADE, permitame que le sugiera una cuestion, EL ANALISIS DE LAS PALABRA DE AYER DE Mayor, sobre ETA Y ZAPATERO, eskerrikasko.
GORA GU TA GUTARRAK, dudipe.
Tenes razón Arranoburu. Lo de los padres sobra. Estaba cabreada por lo que decían del lehendakari Agirre, sin más. Pido al administrador que los borre.
Se ha eliminado el párrafo correspondiente atendiendo a la petición.
Claro que el Frente Popular español no se constituyó hasta 1936 (con participación de la «IAH», que ya había estado en otras coaliciones españolistas), pero, reconocerás conmigo, que, por lo menos, la postura de las izquierdas frente a la cuestión autonómica vasca evolucionó, especialmente a partir de 1934.
Sobre «padres» y «madres».
Yo, como católico perdono, pero no olvido. Mi padre estuvo siete años sin poder ver al suyo(mi abuelo). No pudo ser lo que quería ser, y a mi abuelo le persiguieron más allá de los razonable. Hijos de la Gran Puta los hay en todas las familias. Estos no trasladan sus pecados su su prole (¡faltaría más!). Fastidia mucho, eso si, que la prole de lecciones a los demás pasando por alto lo que tiene en casa. A nor ser que comience reconociendo que su padre es un hijo de la G.P. Cuando Bono habla de la honestidad cívica de su progenitor, un conocido falangista, se me revuelven las tripas. Un buen padre, claro, pero, solo eso. También hay ejemplos a contrario: la trayectoria política de la familia de Jaume Matas no evita el que este sea, presuntamente, eso sí, un punto filipino.
Hola Agerrebere,
Claro que la izquierda evolucionó en su actitud hacia el Estatuto, siendo Prieto el principal artífice de ese cambio como dije en mi mensaje de ayer. A lo que me estaba refiriendo era a que en el año 31 la alianza con las derechas carlistas y monárquicas vascas era la opción más realista y lógica para conseguir en el país una mayoría favorable al Estatuto.
Agerre ya sabes, si eres izquierda eres bueno, si eres demokristiano, eres kara y antiguo, por eso los PROGRES sin fundamento triunfan,
es que esta de moda. no ser tradicional, hay que ser guay.
De todos modos hay cosas TRADICIONALES, que a tos gustan, ejemplo, los puestos, la pasta, la gastronomia, el rioja, los restaurant caro, a costa del erario publico, etc etc.
por favor dadme una subvención EGKE quiero montar una ONG, pa CUBA, A Y TAMBIEN SE HA PUESTO DE MODA haiti, QUE HACE BUEN CLIMA.
Arrano, hay k dart 1 subvencion xa k t aprieten ese tornillo k t hace alabar 1 dia a mantzanillo, el siguiente decir k kieres irte a kuba y el siguiente k Patxi Lopez va a ser nobel d 1 poko d seriedad arrano, k el tema son las mentiras k hay k leer sobre agirre en el periodiko de la derechona nostalgika dl frankismo.
Yo soy democristiano, carca, antiguo, abertzale, me la jugué cuando vivía el hijo de la gran punta de Franco, no soporto a los requetés (ni a los de antes, ni a los de ahora), como a José Antonio de Agirre me gusta el Murrieta, no me gusta Castro (ni Fidel ni Raul), me caen mal los militares metidos a políticos (golpistas fueron Banzar y Chavez y a ambos los eligió el «pueblo»), aborrezco a ETA, y quiero ser dueño de mis decisiones, no creo que las banderas deban imponerse: ni la mía, ni la monáraquica,