Jon de Irala
Me ha motivado escribir éste artículo, uno que salió en la prensa de Deia el año pasado y otro que ha salido hace unos meses que guarda relación con una experiencia personal que tuve hace ya muchos años. La labor de los cooperantes no deja de tener actualidad por lo que implica de sacrificio por un lado por parte de las personas que participan y lógicamente por los resultados obtenidos en los países de destino.
El primer artículo nos informa de que unos 1.300 vascos han viajado como cooperantes en los 15 últimos años. Pienso que es un tema que debe hacer reflexionar a más de una persona joven y personalmente rechazo rotundamente el típico comentario que a veces se oye en la calle de que la juventud vasca de hoy pasa olímpicamente de todo. Eso es ver el vaso medio vacío cuando pienso que debemos de verlo más que medio lleno.
Gente descarrillada, desmotivada, pasota, etc. ha existido siempre. Lo que se trata es de motivar, buscar cauces para que se sientan realizados, con la autoestima alta.
Otros prefieren currar en verano «in situ» haciendo cualquier tipo de trabajo para sacarse una pasta, que tampoco está mal. Lo importante es que se sientan ocupados de verdad y que están haciendo algo útil. Otras prefieren dedicar el verano a viajar, playa, montaña, fiestas, etc. en fin también es una opción.
Como decía antes, personalmente tuve la oportunidad hace ya muchos años de compartir dos semanas con leprosos en Filipinas y desde luego fueron probablemente las semanas que más me marcaron en mi vida. Jamás en dos semanas vi un semblante triste entre ellos, todo lo contrario siempre sonriente y deseando compartir un rato con los que habíamos acudido a ayudar, a jugar con ellos, a mudarles las vendas, etc. En definitiva a compartir amistad, fuerza espiritual con ellos. Reconozco que a mi me pilló un poco temprano en edad (16 años) pero desde luego me ha servido para muchas cosas en la vida.
No tengo la mas menor duda de que parte de la juventud que se dedica a la «guerrilla urbana», quemando cajeros, autobuses, camiones, casas, contenedores o lo que pillen tiene la autoestima por el suelo y con un nivel de frustración altísimo. Creo que es responsabilidad de todos intentar recuperar a estos jóvenes para aportar, dedicar su tiempo libre a obras benéficas, bien sea en casa o por el mundo.
La labor de estos cooperantes sin ninguna duda implica mucho sacrificio y lógicamente supone mucha gratificación para las personas que reciben la ayuda en los países de destino. Para los que no quieran viajar, también hay mucho trabajo que hacer aquí en casa.
Los artículos nos informan de que los programas Juventud Vasca Cooperante 2007 y 2008 contaron con la participación de cien jóvenes de entre 20 y 30 años, que desarrollaron sus labores de colaboración en países de Latinoamérica, África y Asia.
El programa Juventud Vasca Cooperante, de 15 años de edad, no sólo quiere sensibilizar en la cooperación sino que quiere que los jóvenes continúen en el mundo de la cooperación. Objetivos tan loables como llenos de dificultades y de sacrificios. Existe la tentación de decir «es que no se hacer nada, nunca he trabajado», esa fue mi sensación cuando participé en aquellas dos gozosas semanas. Le sorprenderá a un joven lo poco que hay que tener de experiencia para poder echar una mano.
Desde aquí animo a que el computo de cooperantes vaya «in crescendo», porque, para poder sentir lo gratificante que es, hay que vivirlo. Gora Gure Gazteria!
Buenos dias Yon,
Discreo contigo en cuanto a que el programa, cooperante te pareca, tan bueno, y me explico.
Conozco casos de «niñas bien», que han ido voluntariamente de cooperantes, estudiantes que no tiene idea de nada.
Mira conozco el caso de una compañía de titiriteros, que fuewros a calcuta a un festival internacional de marionetas, en un programa de la alegria contra el hambre, No se cuanto costaría las horas de vuelo, de la cia.,. más la estancia, y total solo tuvieros una actuacion de dos hora un día, Para tirar el dinero hay otras formas, que bien se está bajo el paragua de la subvencion
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Yo pienso que ese dinero, que se gasta en viajes debería administrarse de otro modo.Es decir al hospital de tuberculosos hay que mandar medico y enfermeras, para que enseñen a los nativos a cuidarlos, donde se carece de agua hay que llevar maquinaria y EXPERTOS, para que exploten los acuiferos subterraneos.
Ya se que si mandas dinero al tercer mundo, se pierde por el camino, dada la corrupcion de los gobiernos y de la ONU, pero ya estamos un poco artitos de tana ONG, de profesionales, y de tantos conciertos por el tercemundo, benefiicos entre comillas.
Mas favor haríamos al tercer mundo si mandaramos, jovenes formados para que puedan enseñar y no tan jovenes tambien.
Un saludo
Buena idea esa de enfocar a los de la guerrilla urbana en labores de construcción y no en tareas de destrucción. Pero el problema no son los soldados (tontos útiles) de los grupos de choque, sino los generales que dirigen y orientan a esos chavales hacia una vida avocada al fracaso y a la cárcel, eso sí, con la lejanía y comodidad suficientes para no verse salpicados por los efectos de esas prácticas de guerrilla. En cuanto a lo que comenta Jon sobre el perfil de la “chavalería” que participa en estos grupos de choque, por lo que yo conozco hay de casi todo: desde niños bien con furgoneta de 50.000 euros pasando por politoxicómanos que camellean en los taskos del MLNV hasta algún aspirante a cuadro (no tan tonto pero sí útil) que hace méritos para dar el salto a otro tipo de tareas. La cuestión sería, en consecuencia, recuperar a los potencialmente recuperables, pero, sobre todo, ver que estamos haciendo mal para que los del engaño permanente sigan teniendo capacidad de penetración en la juventud.
Estimado Jon:
Me parece muy interesante la aportación que realizas, pero la naturaleza humana tiene estas cosas. La necesidad adolescente de integrarse en el entorno del resto de jóvenes, de ser admirados por ese entorno, de encontrar una causa sublime en la que dar salida a las energías contenidas es vieja como el mundo. Los estudiosos del tema confirman que se da en la mayoría de los mamíferos, así como en otras especies del reino animal. Al parecer, y admito no ser más que un aficionado ocasional a estos temas, la exploxión hormonal que se da en la adolescencia tiene que ver mucho con ello. Y eso no es ni bueno ni malo, es algo necesario en la evolución de las especies para que los mejores, los que más destacan, se queden con las mejores hembras. En los hombres el paso de la adolescencia a la madurez es más lento y más «primitivo». Esa pulsión básica que todos nosotros hemos llevado dentro alguna vez nos hace creer que cuando somos adolescentes nadie es capaz de comprender lo que nos pasa, nadie entiende lo que sentimos, nadie se da cuenta de lo injusto que es el mundo. Y eso lleva a los jóvenes a buscar causas sublimes, casi imposibles, que cuando se consigan nos transportarán a un mundo feliz.
En realidad hablamos de adolescencia y de explosión hormonal: es el instante en el que desarrolla nuestra sexualidad (desbordada en los hombres y mejor asimilada en las mujeres). Ellas también se sienten incomprendidas, rodeadas por un mundo hostil en que nadie, sus padres los que menos, las entienden. En ese periodo de la vida, en mayor o menor medida, nuestros sentimientos son lo más importante. Ciertamente todos los jóvenes a esa edad, en mayor o menor medida buscan integrarse en un grupo que sea «como ellos», en el que sientan integrados y que «les comprenda». Es, por tanto, un periodo en el que todos somos muy influenciables y fácilmente manipulables. Y eso lo saben todos los que comandan ejércitos desde que el mundo es mundo. Es por eso que siempre se reclutan jóvenes para los ejércitos: porque son fácilmente manipulables a través de sentimientos de pertenencia a una élite de luchadores. Hay quien habla incluso de que desde los principios de la historia los machos no reproductores de un grupo humano usaban a los jóvenes como pantalla a la hora de enfrentarse a los enemigos. Es decir, viejo como el mundo.
Nuestro error a la hora de enfocar la energías de la juventud vasca es que no les hemos ofrecido desde hace ya muchos años una causa ilusionante, un reto difícil que les haga agruparse y utilizar las energías que les sobran. A la juventud no se le gana vendiendo «gestión» (bueno, ni a la juventud ni a nadie), sino vendiendo ilusión. En eso nuestros políticos son muy malos en general.
El tema da para mucho, pero creo que ya me he enrrollado bastante.
Un saludo en JEL
Estimado urtine: evidentemente es tan antigua como la propia humanidad que la juventud es una época de crisis, de cambio en el ser humano. Pero creo que la discusión no es esa. Además, y supongo que será porque algunas cosas se han hecho bien, no es toda la juventud vasca , sino una parte muy minoritaaria de la misma, la que está dispuesta a dejarse «ilusionar» (ilusión/engaño) por esos que, además de no haber gestionado eficazmente nada tras la dictadura, no tienen reparo en condenar a ese porcentaje mínimo de jóvenes vascos al presidio. Es de esos jóvenes de los que estamos hablando y de , sobre todo, la capacidad de penetración del MLNV en ciertos sectores juveniles, que vuelvo a repetir, porcentualmente no creo que son maayoritarios. Evidentemente algo se está hacienddo muy mal si en pleno siglo XXI todavía los de la revolución permanente son capaces de enrolar en sus filas a un solo joven vasco. Y no creo que sea por ofrecer los políticos nacionalistas «gestión», como tú dices.
Coincido con Urtine en que no hemos estado por generar esa «ilusión» con proyectos «exclusivos» para los jóvenes (cómo me cuesta hablar de «jóvenes teniendo que autoexcluirme!). Y lo digo desde la experiencia de quien lo ha intentado en bastantes ocasiones, proponiendo y desarrollando iniciativas que no tuvieron en su día mucho o ningún respaldo por parte del «aparato»… Y que conste que hablo de hace más de una década, no de la actual estructura dirigente, que pienso está mucho más abierta a ello. Recuerdo que lo que se nos decía era que debíamos de ser los jóvenes los que, actuando con madurez y responsabilidad, nos teníamos que «sumar» a las «causas, mensajes y prioridades» de los adultos… Una actitud siempre PATERNALISTA.
Y como autocrítica, siempre me ha parecido que una organización juvenil política, debía de dedicar menos esfuerzos a organizar «poteos populares» y saraos festivos y más a seminarios de formación, etc.