Ion Gaztañaga
En los últimos tiempos han aparecido en la prensa diversas hipótesis sobre el impacto que la crisis energética que avistamos pudiera tener sobre la economía que hoy conocemos y sobre la economía que preveíamos.
Más concretamente, las últimas noticias y reflexiones («Oil Price Fallout: Jobs Coming Home?», «Oil prices raise transport costs eroding advantages of globalization«, «El precio del petróleo acabará con las escapadas de fin de semana en avión», «Coca-Cola para los que protestan», «Increase in price of oil shifts global tradings»), manifiestan dudas sobre la sostenibilidad del fenómeno de la globalización, en cuanto a bienes tangibles se refiere.
Pongamos sobre el tapete la siguiente reflexión: cuando el petróleo llegue a 200$ (en el año 2000 estaba a 20$, ya está a 143$ y el presidente de la OPEP ya ha anunciado que para verano llegará a los 170$), mover un contenedor desde China a USA costará tres veces más que moverlo desde Mexico.
Las importaciones de acero de China han descendido un 20% en USA el último año mientras la industria del acero en USA ha incrementado considerablemente su actividad. Grandes empresas como Crown Battery están reduciendo gastos moviendo trabajos desde Mexico a Ohio.
La globalización de los mercados y su reverso tenebroso para muchas economías desarrolladas, la deslocalización, están basadas en un sistema de transporte barato en comparación con el precio del producto, moviendo la producción a países de mano de obra barata. ¿Qué ocurriría si se combinan una posible inflación producida por el recalentamiento de las economías de dichos países emergentes con un espectacular aumento del precio del transporte?
Las recientes huelgas del transporte son sólo un indicador de un futuro aumento del precio del transporte de mercancías que acabará con la tradición del petróleo barato. Es previsible que la factura energética siga en aumento, no sólo en el petróleo, sino también en la generación eléctrica y otros sectores, incrementando la tendencia al acercamiento entre la fabricación y el consumo.
Los países desarrollados buscarán nuevos suministradores de precios asequibles (aunque no tanto como China), pero cuya factura de transporte sea mucho menor. Es posible, por ejemplo, que USA incremente su relación comercial con Mexico y que Europa incremente su relación con el norte de África siguiendo esta tónica. Es posible que también haya una recuperación de la industria local en algunos productos en los que el precio del transporte de la materia prima o suministro de componentes tenga un peso significativo. La recuperación del acero estadounidense es un símbolo de una industria encaminada al desastre que ha recuperado aliento.
Lo que está claro es que el cambio energético va a tener consecuencias que muchos de nosotros no hubieramos previsto por muy evidentes que parezcan hoy en día. Y podemos estar seguros de que todavía nos esperan más sorpresas en la escalada de precios en la que nos hallamos embarcados.
Muy interesantes las reflexiones, Ion. Pienso que la subida del precio del petróleo, aunque nos duela en primera instancia, va a tener ventajas porque mantener todo un sistema productivo basado en un bien finito y tan sujeto a variables incontrolables es suicida ya a medio plazo. Confio en que el alto coste del combustible acelere la transición a nuevas formas de transporte, más lógicas, diversas y menos dañinas medioambientalmente. Además la Movilidad (entendida como la libertad individual de desplazamiento) es uno de los nuevos Derechos del Individuo «conquistados» durante el sXX, tan irrenunciable como el derecho a la conexión a Internet. Así que pronto veremos tecnologías alternativas, cuya investigación y desarrollo es rentable gracias a la escalada del crudo. Como adivinaba Josu Jon con su capacidad prospectiva, esta nueva «Revolución» genera grandes desafíos pero también enormes oportunidades para un país que como el nuestro, está bien preparado para colocarse en cabeza. La única materia prima vasca (la humana) vuelve a ser una ventaja estratégica. Besarkada!
Ten en cuenta Edu, que esto no impide la deslocalización intelectual, es decir, aquella deslocalización como la de las empresas de ingeniería, software, etc… y que tanto éxito ha tenido en la India como deslocalización de programadores de EEUU.
No solo debemos prepararnos como los demas, sino mejor, ya que a nivel parecido, el bajo coste de la ingenieria en paises en vias de desarrollo puede ser letal. Por eso hay que potenciar la materia prima humana, para darle un valor añadido que compense las diferencias de costes.
Un dato Ion, el 70% de los productos de lujo que se producen en el mundo proceden de Europa, pensar que podemos competir con otros paises ampliando las horas de trabajo como a autorizado la UE es renunciar al principal activo de Europa que es la calidad, la innovación, en definitiva el factor humano. En esto los vascos podemos y debemos aspirar ser los primeros.