Iñigo Lizari
Si queremos seguir sumando éxitos como nacionalistas vascos en lugar de acumular fracasos, tenemos que readecuar los principios fundacionales del siglo XIX atendiendo a los problemas reales con los que nos hemos topado a lo largo del siglo XX y saber aprovechar las oportunidades potenciales que se nos abren con el siglo XXI.
Sería engañarnos pensar que como nacionalista vascos tenemos todo lo que como nacionalistas venimos ansiando desde el siglo XIX. Sería engañarnos más gravemente aún pensar que no tenemos nada de lo que ansiamos, porque tenemos mucho.
Es verdad que el pueblo vasco en su integridad no se halla unido bajo un sólo organismo de carácter estatal, y es verdad también que esta circunstancia se debe más a nuestras limitaciones endógenas que a las siempre recurridas limitaciones exógenas que van desde particiones históricas territoriales a las restricciones jurídicas actuales. Es principalmente nuestra incapacidad por superar la falta de voluntad de los vascos en los vectores de soberanía y territorialidad lo que impide alcanzar nuestros objetivos fundacionales. No nos engañemos y no engañemos a nadie. Asumir la realidad no significa resignarse a aceptarla. Lejos de ello, asumir la realidad es sin duda el primer paso para poder cambiarla de forma efectiva.
No tenemos una realidad estatal propia pero tenemos al Sur de los Pirineos dos realidades cuasiestatales: la CAV y la CFN. La Comunidad Autónoma Vasca es lo que ha quedado de ese acto de voluntad de una buena parte de los vascos de construir una nación sobre las bases de su cultura, y que constituía el producto de una concepción filosófica-romántica con la que se ideo Euskadi como patria para todos los vascos. Este proyecto si bien ha quedado a medio camino, Euskadi ha servido para reintegrar la Foralidad de las tres provincias vascongadas, y además ha sido capaz de concebir una institución común para todos esos territorios con un parlamento y un gobierno para todos que todos siente como suyo, pues los vascos de la CAV creen ya en la existencia de una nación vasca, aunque no sean partidarios de acceder a una estatalidad.
La Comunidad Foral Navarra constituye también un valor por ser Comunidad Foral y por ser Navarra, pues la Navarra antigua y su Reino constituye la forma histórica de los vascos, la mayor expresión política nunca jamás alcanzada por la Vasconia. Al Norte de los pirineos los vascos no tienen un marco de decisión propio, pero van teniendo cada vez más reconocimiento, y en Bearn se sigue recordando al Reino de Navarra y allí esta su antiguo parlamento como lugar de reunión. La guía Michelin ya reconoce al País Vasco como un ámbito de paisaje y paisanaje único. Todo esto es una realidad, limitada y fraccionada para lo que pudieran ser nuestros deseos, pero una realidad a fin de cuentas y no ya un simple anhelo a pleno cumplir.
Nuestra mayor oportunidad es Europa. No tenemos una moneda vasca propia. Pero hoy por primera vez en muchos siglos los vascos sólo tenemos una moneda para todos nosotros. Europa es también una de nuestras mayores garantías para la defensa de nuestra cultura y de nuestras libertades. Puede que en bastante tiempo no podamos separarnos de los estados actuales, debido a la falta de voluntad interna de los vascos, pero podemos trabajar por separar de ellos sus más significativas atribuciones para dárselas a Europa. Podemos crear una Europa política con un parlamento que legisle y controle al gobierno europeo cuyos miembros sean elegidos en una sola circunscripción europea a través de un sistema proporcional único. Se puede conseguir también que se gobierne a través de un presidente elegido por sufragio universal directo entre europeos. ¿Qué estado iba ya a dividir a los vascos? ¿Qué estado iba a impedir su libertad?
Europa es el mayor medio para los vascos, pero Europa debe en sí misma constituir el mayor fin para todo vasco que desee un mundo mejor. Si los vascos somos ya una nación aunque sea cultural reconocida a nivel internacional. Si disponemos además una realidad como cuasiestatal como Euskadi en el que no estamos representados todos los vascos pero que es producto de la libre voluntad de los que sí lo están. Si tenemos una realidad estatal pretérita como fue el Reino de Navarra reconocido en todas partes como un histórico Reino Europeo cuyos vestigios subsisten a los dos lados de los pirineos. Si entre tanto no somos capaces de superar este marco, no podemos quedarnos bloqueados, tenemos al menos a Euskadi que proyecta la cultura de todos los vascos al mundo como nadie lo ha hecho antes. Entiendo que es hora de que empecemos a actuar como nacionales vascos para constituirnos en nacionalistas europeos.
En discrepancia con dirigentes abertzales que afirman que el Estado-Nación es un modelo que está en crisis, yo creo que la crisis deviene de la dimensión funcional de muchos estados-nacionales europeos que se han visto obligado a unirse para evitar más enfrentamientos y superar las limitaciones que les impedía controlar como antaño todas sus funciones. Afirmar por ello la existencia de una crisis del Estado-Nación denota una capacidad de inducción desmesurada y denota una incapacidad de superar una visión eurocéntrica del mundo.
El Estado-Nación es el único elemento que ha permitido la consagración de la democracia más allá del modelo de la Ciudad-Estado, y son más de dos mil años los que han sido necesarios para dicha transición. De la polis a la nación política hay siglos de formación de un ente que requiere de todo un desarrollo a todos los niveles que es el que ha permitido la integración del individuo en una comunidad superior al de la ciudad. Discrepo con la posición de «Contra el Estado-Nación» de Gurutz Jauregi: que no es el Estado-Nación el problema sino los modos que se han seguido en algunos casos para su formación, y que no son camelos la afirmación de la existencia de diversos modelos de identificación con la nación.
Hay estados-naciones en donde es el estado el que ha constituido la nación como es el caso de Francia, y otros como el de Italia en donde es la nación la que ha constituido el Estado. Hay estados nacionales en donde la nación y su identificación descansa en aspectos étnico lingüísticos y raciales, Alemania y la mayor parte de estados-naciones de Europa y otros como Estados Unidos donde el Estado-Nación está en una constante progresión y superación ya que el hecho de ser estadounidense ya no se va a vincular a ninguna raza, credo u origen sino al hecho de compartir unos valores constitucionales y un modo de vida con sus virtudes y sus defectos.
Son los estados nacionales los únicos agentes que hoy por hoy han conformado la creación por nuestra civilización del mayor espacio libre, democrático y de Derecho como es la Unión Europea. El Estado-Nación tiene plena vigencia, y la irrupción de nuevos estados-nacionales constituye el fenómeno de más efervescencia de este nuevo siglo. Son los estados nacionales los únicos que están contribuyendo a la formación de estos entes supraestatales como la Unión Europea. Se da el fenómeno curioso de ver como son los nuevos estados nacionales los primeros en querer incorporarse a un organismo supraestatal como la Unión Europea. ¿Serán dichos organismos supraestatales estados sin nación los que vayan a superar la vieja idea del estado nación? No. Esos organismos supraestales como la Unión Europea se conforman sobre la base de una civilización para poder defenderse ante estados nacionales como China, Estado Unidos, India o el de un futurible Mundo Arabe Unido. El proceso secular que sigue a ello es un fenómeno de progresiva nacionalización de dicha civilización. ¿Cree alguien que los Estado Unidos están en crisis como Estado-Nación?
Lo que resulta original en la Unión Europea es que dicha adscripción por una vez es absolutamente libre, y para que el conjunto sea absolutamente libre todos sus miembros tiene que tener asegurada la libre adhesión de las comunidades naturales que integran sus respectivos territorios de tal forma que se permita a las mismas constituirse en un estado dentro de la unión europea, pues la fortaleza de la unión europea reside en la paz interna de sus respectivos estados. Una Europa de ciudadanos libres exige que la libertad, reconocida a sus ciudadanos en cuanto personas, alcance no sólo al ámbito individual de estás sino que incluya también su ámbito social en donde la persona se desenvuelve y se integra estructuradamente en el colectivos o colectivos a los que adscribe sus sentimientos de pertenencia por ser su núcleos de convivencia que le permite su desarrollo integro como persona.
Para que la Unión Europea tenga futuro de éxito y devenga en un modelo exportable será necesario que proceda a una progresiva nacionalización de la civilización que la ha inspirado para constituirse en un nuevo Estado-Nación en el que las distintas naciones que se integren responda a comunidades naturales que opten voluntariamente por su disolución constituyéndose bajo un modelo de Eurorregión que desarrolle una tupida red de relaciones horizontales con otras instancias Euroreginonales y verticales respecto a otras Euronacionales. Y en esto va a consistir la originalidad de la Unión Europea y la razón de su necesaria exportabilidad como modelo para otros ámbitos como Sudamérica, Norteamérica, el Mundo Árabe.
El modelo de la Unión Europea es el que va a conformar una nueva geografía política mundial que permita tras un proceso secular que futuras generaciones puedan vislumbrar el ideal Kantiano de Republica Universal que se fundamente en una previa integración de estos Estados-Naciones.-Civilizaciones en una nueva organización mucho más operativa que la ONU actual. Asistimos a un proceso de globalización imparable que es preciso apoyar y tutelar para que no se torne disfuncional de tal forma que la globalización de la economía liberal arrastre consigo la globalización de la democracia liberal y junto con ello se globalice también los principios de justicia social.
Tenemos que impulsar el hecho de que Europa se pueda alguna vez constituir en un Estado-Nación, cuya identidad nacional descanse en la asunción de unos valores constitucionales y culturales que entroncan con su civilización. Civilización que disfruta de la seguridad de unas raíces milenarias y que comparte un modo de vida menos consumista porque su cultura ésta hecha de valores más inmateriales, lo que nos puede dar un plus de diferencia respecto a la civilización norteamericana.
Por ello los vascos, como el pueblo más antiguo de Europa, en pleno siglo XXI tenemos que estar a la vanguardia de la conformación de este proyecto renovado como lo estuvimos antaño, en la primera mitad del siglo XX, cuando el proyecto actual no era más que una simple ilusión.