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El «baile de máscaras» de la Reforma Laboral. Cuando No es Sí y Sí es No.

«Navarra será el asombro del mundo (Navarre shall be the wonder of the world)»
W. Shakespeare en «Trabajos de amor perdidos»

mascarasSi un observador extranjero acudiera al esperpento que supuso la sesión de aprobación de la Ley de Reforma Laboral en el Congreso de los Diputados, con los votos tránsfugas de UPN y el «voto raro» del extremeño Alberto Casero (PP), podría pensar que «si Casero se equivocó, y había realmente más votos negativos que positivos, se podría forzar una nueva iniciativa para tumbar lo aprobado».

Pero eso no va a suceder porque la sesión fue un baile de máscaras en el que demasiadas señorías votaban de una manera, pero deseaban lo contrario. Nadie de esa «mayoría del No» desea repetir la votación, y todo tiene su origen en el «reñidero español» en que se ha convertido la política española. Una situación en la que el sectarismo, la geometría variable, y la confrontación perversa, sustituyen al debate, la reflexión, y -cuando toca- las cosas de comer o las «cuestiones de Estado».

En este marco el Estado Español se dispone a recibir una enorme cantidad de dinero de Europa. Probablemente una oportunidad histórica para intentar cambiar y mejorar su estructura económica y productiva. Italia, el país más inestable de la UE, lo entendió y ha optado por los consensos ¿Y España?

En el reñidero español de su política se partía de una mala herencia a cuenta de esta ley. El Gobierno Rajoy aprobó una Ley de Reforma Laboral que se convirtió en icono de lo bueno para la derecha e icono de lo malo para la izquierda. De hecho, la derogación de esta ley de Rajoy constituía un elemento central en el programa común del Gobierno Sánchez con sus socios de investidura. Tan icónica era su derogación, que, en una de las primeras acciones políticas del PSOE con parte de sus socios de gobierno, el 20 de Mayo de 2020 el PSOE, EHBildu y Podemos escenificaban en solemne rueda de prensa un Acuerdo por el que se comprometían a fecha cierta a la derogación íntegra de la Ley de Reforma Laboral de 2012 aprobada por el PP de Rajoy. Inmediatamente el PSOE «matizó/rectificó», y Otegi les recordaba «el valor de la palabra».

El tiempo corría, y la UE condicionaba/recomendaba el mantenimiento de algunos aspectos de esta Ley, y/o el cambio de la misma, siempre que se hiciera por amplio consenso, como condición para recibir los fondos europeos. Parece evidente que la ocasión requería de explicación a la sociedad, diálogo, reflexión, y acaso algo parecido a algún «pacto de estado» entre agentes sociales e instituciones.

Desde el Gobierno el encargo del gran y difícil consenso entre representantes de las empresas, sindicatos y profesionales autónomos recayó en la vicepresidenta Yolanda Díaz. Era desde luego para ella su puesta en escena de una capacidad de acordar lo imposible, y liderar un futuro «frente amplio» a la izquierda del PSOE. La extraordinaria proyección político-mediática de Y. Díaz, con el apoyo inicial de Podemos, Comunes, Compromís, Más País,…, le ponía foto al gran acuerdo.

Y Y. Díaz efectivamente consiguió lo más difícil. Un acuerdo con la firma de la CEOE (representantes de la gran empresa, ATA por los autónomos y los dos sindicatos de ámbito estatal UGT y CCOO, que hacía muchos años que no se daba. La preeminencia acordada de los convenios laborales estatales hacía imposible la participación de otros sindicatos como ELA, LAB o los gallegos, y regalaba a los firmantes la llave para las negociaciones en esta materia. Y para blindar el acuerdo en esta Mesa se ponía la condición de que «no se moviera ni una coma del acuerdo alcanzado»; no fuera a ser que en el ámbito político les diera por enmendar alguna cosa. El gran acuerdo en el ámbito social estaba conseguido, se reformaba y mejoraba levemente la Ley de Rajoy como lo referente a la temporalidad, se mantenían aspectos centrales derogables de aquella ley como la rebaja en la indemnización por despido, y se cumplía más o menos con lo que recomendaban/exigían de la Comisión Europea. No más, pero tampoco menos.

Quedaba el gran acuerdo político para una mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Podría haberlo conseguido Sánchez con un PP más inteligente, que podría haberse abstenido o hasta votar que sí, ya que tocan poco lo que se aprobó con Rajoy, lo reformado queda muy lejos de la «derogación prometida a sus votantes», y hasta podrían haber dejado con el culo al aire a la izquierda. Pero no. Un PP desnortado y preocupado por el aliento en la nuca de Vox, eligió el NO cerrado desde el primer momento. La negativa evidente de una EHBildu abandonada en la estacada del papel mojado, y una Esquerra Republicana más preocupada por frenar a los Comunes con el nuevo liderago de Y. Díaz/Colau, se sumaban al No junto a BNG, las CUP y los de Puigdemont en este flanco izquierda, sin ninguna posibilidad de acuerdo.

La geometría variable de Sánchez, más audaz que nunca.

Se sumarían con cierta mala gana por la izquierda al SÍ de los votos de PSOE y Podemos, los de Compromís y Más País, y por la derecha habría que entenderse con Ciudadanos, canarios, cántabros, turolenses….y UPN, para llevar a Europa la foto exigida del gran consenso. Una suma que daba de manera demasiado ajustada la ansiada mayoría (por sólo 1 voto).

¿Y el PNV? ¿Por qué no el PNV en la geometría variable? Aun representando el grupo más próximo al PSOE y Gobierno en la trascendencia de esta Ley, Moncloa no ha intentado ni una mínima negociación con su «socio preferente». El Grupo Vasco (6 diputados) presentaba un doble problema para la geometría variable de Moncloa:

  • Por una parte el Gobierno sabía que el NO del PNV podría haberse negociado si se hubiera aceptado que, habiendo otras mayorías sindicales, no prevalecerían los convenios laborales estatales sobre los convenios vascos. Pero esto sería inaceptable para CEOE, UGT y PSOE.
  • Por otra parte la inclusión de Ciudadanos (9 diputados) en la geometría del sí gubernamental, exigía la no presencia y no cesión al PNV.
  • La única manera de que la geometría de Sánchez incluyera al PNV era que estuviera la Esquerra en vez de Ciudadanos, pero los republicanos catalanes estaban a otra cosa (stop a la operación de la vicepresidenta). Y Al PNV se le llegó a ofrecer un pago al contado en votos, cobrando a crédito salvaguardar el convenio laboral autonómico, pero Ortuzar se negó por poco claro; y muy a última hora parece que se le pide algo tan poco honroso como «apoyar de alguna forma y sin avisar para no alertar a los naranjas», algo que evidentemente rechazan los nacionalistas.

La geometría variable de Moncloa y Ferraz tiene también su versión mediática en forma de látigo. Tengo una amiga periodista que suele contar que «cuando la prensa política madrileña viene por aquí, no viene a informarse; viene a corroborar lo que piensa de antemano». Y en los momentos de nervios anteriores y posteriores a la votación, las terminales mediáticas monclovitas se apuntan al relato de que «el nacionalismo vasco es incapaz de apoyar nada si no recibe un pago a cambio». Esta interpretación canónica española es extensible a valorados analistas políticos vascos que llevan en esto más años que todo el EBB juntos, y parecen no terminar de aprender. Y una vez más Yolanda Díaz se ha apartado del sectarismo geométrico para valorar la disposición diferenciada del PNV.

También Geroa Bai y Geroa Socialverdes han insistido en la importancia de los convenios laborales autonómicos ante la prevalencia de los estatales que prevé la nueva Ley, además de otras razones que le situaban en el No, después de ver aspectos positivos y negativos. En Navarra (también en la CAV) tenemos salarios medios y pensiones bastante más altos que la media española, y no es casualidad. El mayor peso de la estructura industrial, el peso de la economía social en muchas empresas y otro panorama sindical determinan convenios diferentes de los estatales determinan mayores salarios aquí que en el conjunto del Estado. Algo que se corrobora cuando se comparan las diferencias salariales entre las propias zonas de Navarra:

Los salarios medios de la Ribera con industria conservera con convenios laborales nacionales, son mucho más bajos que los salarios del norte navarro con convenios no nacionales (como el del metal). ¡Es normal que GEROA ponga el dedo en esta llaga, expresando estas brechas salariales también en el Parlamento Navarro!

Al final la Ley de Reforma Laboral ha sido votada en este «baile de máscaras». Votación con mayoría , pero no precisamente como modelo del consenso, que es lo que pedía Europa. La geometría variable, la política y la mediática, ha ganado por lo militar, en vez de explicar a la sociedad española la enorme importancia de la aprobación de esta Ley (para recibir una suma histórica de fondos europeos), así como los cambios y mejoras que suponen con la situación anterior. La política española sigue siendo «el reñidero español» que ya dibujó Franz Borkenau.

Y coincidimos más con la vicepresidenta Yolanda Díaz cuando dice que «lamentablemente no se ha debatido de los contenidos de la Ley», que con una geometría variable desilusionadora y sólo apta para fontaneros y conseguidores; algo que desacredita cada vez más «la Política con mayúsculas», y deja el campo más abonado para populistas de diverso signo.

La resaca de esta votación en Navarra

Empezaba este artículo con la cita shakesperiana, y desgraciadamente Navarra ha asombrado al mundo poniendo lo más triste de este sainete.

El espectáculo que se dio en el Ayuntamiento de Pamplona de manera simultánea a la votación de Congreso ha sido épico, aunque llueva sobre mojado de los agostazos, o de los Navarra-cuestión-de-Estado. A pesar de los precedentes, no nos acabamos de acostumbrar.

A quienes creemos firmemente en la consolidación del actual gobierno progresista de coalición para Navarra, nos pareció en 2019 que era incoherente y negativo que ese alma minoritaria proUPN que anida en el PSN impulsara gobiernos municipales con la derecha en Pamplona y su Cuenca. Y en 2022 nos recorre un escalofrío cuando en el plazo de un mes, vemos a PSN buscar a UPN y excluir a sus socios para acuerdos muy importantes en el Parlamento de Navarra o el Ayuntamiento de Pamplona.

No nos engañemos. Para UPN no había coste político en el apoyo a la Ley de Reforma Laboral, cuando Sucunza (CEN), Aracama (Fundación Futuro) y Diario de Navarra en editorial han salido en defensa de esta ley. La actuación de García Adanero y Sayas ha cortocircuitado un intento de volver a la Navarra de los Quesitos por parte de Javier Esparza, propiciado precisamente por la geometría variable delegada en Bolaños y Santos Cerdán.

Quienes creemos en «Navarra como sujeto político» preferimos no saber hasta dónde pensaban llevar a «Navarra como objeto político» en esa geometría variable.

Botella medio llena

  • No les salió la operación como pensaban en Ferraz, es verdad. Pero el de Milagro siempre podrá decir que esta operación ha dejado a Navarra Suma herida de muerte. No es poco.
  • A nivel estatal el voto fallido y raro de Alberto Casero, le hace perder al PP una votación clave y siembra de dudas el incidente. Casero no es cualquiera; es todo un Cerdán en versión PP para relacionarse con los barones, meticuloso y eficaz. No es precisamente de los que se equivocan, y deja al PP entre sospechosos y zafios.
  • A nivel estatal los socios del Gobierno le han hecho ver a Sánchez que si quiere terminar la legislatura, debe actuar con mayor confianza con quienes le llevaron al gobierno. Y Yolanda Díaz ha aprendido con quiénes se la juega.
  • Y en Navarra quienes estamos convencidos de que el actual gobierno de coalición se debe consolidar por largo tiempo, le pedimos a la Presidenta Chivite que dé un paso adelante y busque en sus socios la lealtad y la confianza que siempre vienen reforzadas por la crítica constructiva. Tenemos una buena ocasión en la Ley del Convenio, y Geroa lo ha dicho claro: Queremos que la Presidenta Chivite dirija un gobierno que saque esta Ley por unanimidad; se puede y se debe sacar.
  • Y si «Navarra puede volver a ser el asombro del mundo», nos gustaría que fuera porque seamos capaces de hacer política de otra manera que «el reñidero español». Que seamos capaces entre diferentes de consolidar el Cambio tranquilo, transformador, integrador, posible y duradero que comenzamos en Navarra en 2015, y que queremos desarrollar en esta legislatura.
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