Joxe Martin Larburu
La vecindad en la transición. El caso vasco
Terminada la dictadura de Franco comienza la época que se ha denominado como la transición. La mayoría de los memoristas lo explican todo en clave de estado (español), de “reforma” o “ruptura”, se trata de una visión que lo evalúa todo desde ese prisma, incluida la sociedad vasca. Cada persona o comunidad queda reflejada según la posición que tomó respecto de esa división, quedando la mayoría de la sociedad vasca como una comunidad equidistante.
Lo cierto es que el eje al que se adhirió la mayoría de la sociedad vasca fue otro, se movió más por el reconocimiento y el refuerzo de sus derechos consuetudinarios, por la recuperación de leyes e instituciones que habían sido construidas desde una visión vecinal. Mas que gobernar el Estado, les preocupaba que las relaciones bilaterales estuviesen basadas en la subsidiariedad, que fuesen de igual a igual, sin imposiciones.
Esta época de recuperación institucional ha permitido en unidad con la acción vecinal vasca (tradicionalmente defensora y colaborativa con sus instituciones propias) la creación de lo que se ha denominado el ‘caso vasco’. En cuyo desarrollo ha tenido gran importancia la resolución de unificar las ideas de construcción de una comunidad regional/nacional con una práctica de desarrollo vecinal/ municipal de carácter humanista y de cambio social, que ha sido posible gracias al empuje vecinal y al carácter social de la mayoría de los impulsos políticos.
El empuje vecinal autónomo, colaborativo con lo institucional en el desarrollo humano, pero crítico y distante con los mismos cuando incurrían en vulneraciones de los derechos humanos, ha sido clave en la pérdida de fuelle y en el final definitivo del terrorismo de ETA. Aunque tradicionalmente se cree que un acuerdo de paz entre partidos es lo que permite que una sociedad avance, lo que aquí ha sucedido es que el desarrollo humano sostenible apoyado en la práctica vecinal ha hecho absolutamente inviable la existencia de la violencia.
El camino vecinal hacia el futuro
La unión vecinal vasca ha traspasado barreras políticas en el pasado y esperemos que lo siga haciendo en el futuro, la severa crisis económica que se nos avecina, lo hace más necesario que nunca. Los vascos, sin renunciar a nuestros objetivos políticos individuales, debemos de ser capaces de buscar la unión, partiendo de la casa y continuando desde el auzo hasta donde el patriotismo de cada uno nos lo marque.
Los vascos, todos, hemos conseguido ser mundialmente reconocidos por la cohesión y la distribución de la riqueza que hemos conseguido. Los estudios comparativos de pobreza y desigualdades muestran que Euskadi, en medio de una crisis económica muy severa, sigue apostando por la cohesión y la solidaridad social, manteniendo el menor índice de desigualdad de ingresos de Europa y, a su vez, manteniendo los datos de riesgo de pobreza y exclusión por debajo de los niveles medios de la UE. No solo no debemos de renunciar a seguir por esta senda, sino que debemos de potenciarlo, con una mayor implicación, desde el Auzo.
Pero para que lo anterior sea posible debemos de generar riqueza y para ello la cooperación y participación dentro de las empresas es imprescindible, hay que incorporar este objetivo en la agenda de los agentes sociales. La estrategia de desarrollo económico de Euskadi en los últimos treinta años nos marca el camino, con una dependencia muy baja de la inversión extranjera, hemos conseguido un real y reconocido desarrollo humano sostenible, que está siendo estudiado en las universidades más importantes del mundo occidental.
Para que todo esto salga adelante solo una condición es necesaria que, casa a casa, barrio a barrio, pueblo a pueblo, territorio histórico a territorio histórico logremos acuerdos éticos que generen la confianza necesaria para que la unión vecinal vasca sea efectiva.
Vaya pastel de merengue recién salido del horno de repostería.
Ahora va a ser que el Auzo sea el causante del desastre ecológico/ económico del TAV.
O que, y esta es buena, empresas como Petronor ( propiedad de Repsol) e Iberdrola que cotiza en 19 paraísos fiscales con su socio de referencia Qatar Holding, tienen una dependencia » muy baja» de inversión extranjera.
A esto se le llama superarse a sí mismo.
De ver y no creer.
Pues a mi me parece un artículo muy necesario para recordar lo que somos los vascos y de donde venimos y de como nos están españolizando, sobre todo algunos marxistas-leninistas de la izquierda abertzale