Joxan Rekondo
La memoria busca el enlace del pasado con el presente y futuro. Predispone, por lo tanto, a una continuidad histórica. Si renunciamos o impedimos el establecimiento de este enlace, lo que en realidad estaríamos promoviendo es la mutilación de la cadena humana de trasmisión de saberes y experiencias. Por eso, registramos nuestras vivencias más destacadas como un conjunto de lecciones a incluir en nuestra reserva de valores. Como situaciones o comportamientos a emular o a evitar.
La lucha por una memoria justa de la violencia reciente se está desarrollando aquí y ahora mismo, a través de distintos debates y actos instigados por asociaciones e instituciones. En ese marco se inscribe el Día de la Memoria, que se conmemora mañana. Vistos los términos del debate socio-político, reconozcamos que es imposible que una memoria justa logre arraigar por la vía rápida. Habremos de asumir que el proceso de sedimentación social del rechazo al crimen político continuará durante un largo tiempo, en el que deberemos de empeñarnos en la construcción de la confianza social sobre la que habrá de rehabilitarse una convivencia reforzada.
Obviamente, la confianza social no se puede construir desde la nada, como un acto de voluntarismo que se muestra indiferente a lo que hemos vivido. No se puede dejar atrás el pasado. Bajo la etiqueta de memoria, algunos pueden volver a intentar engañar o mentir sobre hechos de los que todos somos testigos y sobre sus justificaciones. No hay sitio para memorias confortables. Quienes pretendan opacar el daño injustamente causado, lo único que conseguirán es quedarse al margen del espacio común de confianza social que ya está conformando sobre el denominado suelo ético. Una confianza social que es absolutamente necesaria para reparar los daños que las violencias injustas han ocasionado a la convivencia. No la bloquearán, porque ya tenemos escarmiento suficiente como para dejar que nos fascinen con juegos de palabras.
La memoria que la mayoría social quiere tiene que ser crítica y reconstructiva, y tiene que incardinarse en el ámbito social para que su condición de ejemplaridad pueda ser operativa. A partir de su naturaleza crítica y reconstructiva, debe ser a la vez deslegitimadora y legitimadora. Deslegitimadora de las estrategias que han promovido la combinación de política y crimen, y de los actos que las homenajeen. Sobre todo, como decían los firmantes del manifiesto ‘Garaiz Gabiltz’ (1980), debe deslegitimar las propensiones violentas que todavía anidan en pequeños sectores de nuestra sociedad. Y asimismo la memoria debe ser legitimadora de un nuevo marco de convivencia, construido sobre el pensamiento social que ayuda a conformar, en el que debe quedar perfectamente afirmada e inamovible la defensa de los derechos humanos y la dignidad de las personas como valores sociales esenciales.
Distingamos entre memorias particulares y memoria social. De las primeras, puede haber sujetos y agentes que testimonian y sostienen perspectivas memoriales de carácter singular. La segunda no es la simple suma aritmética de estos, aunque las actividades que promueven contribuyan decisivamente a la configuración de una memoria con mayúsculas. Todavía así, es imposible que la memoria social registre y almacene todo el bagaje que proporcionan las memorias particulares. Estos días, por ejemplo, se ha publicado una encuesta que muestra el desconocimiento que tienen los jóvenes españoles respecto a acciones cometidas por organizaciones terroristas como el GAL o ETA. En algunos sectores, la información ha causado una gran inquietud. Desde luego, esa laguna de conocimiento confirma la importancia social que tiene la actividad de las asociaciones memorialistas. No habría que olvidar, sin embargo, que lo fundamental para que la memoria social pueda ejercer como antídoto contra la reproducción del sufrimiento que hemos vivido no es tanto el conocimiento concreto y la interiorización de todos los sucesos dramáticos ocurridos, sino que mantenga socialmente viva la sustancia de la ejemplaridad. Función, en definitiva, para la que queremos una memoria social que sea capaz de trasmitir con éxito lo esencial, y que nos ayude a identificar la injusticia en el pasado, y a reconocerla y rechazarla en el presente y el futuro.
No hay mal que por bien no venga, a veces el desconocimiento es una muestra de una herida cerrada.
Estos asuntos hay que tratarlos de una forma mas natural, segun su desarrollo natural en el tiempo; Y no en funcion de lo que nos digan politicos profesionales o filosofos patrocinados, de unas u otras corrientes.
Para los colectivos que suscriben el comunicado, con sus declaraciones, el párroco manifestó, «con audacia y sinceridad», lo que un «amplio sector de la sociedad vasca, también cristiano, con sus dudas y contradicciones, ha mantenido y mantiene sobre la reciente historia» de Euskal Herria. «Que fue un nuevo episodio de levantamiento ante la falta de reconocimiento de sus derechos fundamentales, el cual, como en anteriores episodios, ha tenido su vertiente violenta, con el consiguiente rosario de sufrimiento y muertes; pero también de dignidad», justifican.
Tras afirmar que, como colectivos cristianos, reconocen la necesidad de «un clima de reconciliación basado en el respeto de los derechos mutuos, desde el que se puede disentir de la oportunidad y las formas utilizadas», consideran que en un documental que quiere recoger la memoria de un «conflicto» no puede dejarse de recoger opiniones contrarias, «válidas en cuanto opiniones y necesarias para un relato plural que trata de acercarnos a la historia real».
Por ello, se solidarizan con el sacerdote que, a su juicio, ha sufrido, un «castigo injusto» y denuncian el intento de «imponer un relato único lleno de intereses», sobre los últimos 65 años de la historia de Euskadi para que las nuevas generaciones «comulguen, acríticamente con el mismo, y rechacen, sin conocerla suficientemente, cualquier otra versión previamente desprestigiada».
«Nos oponemos con toda convicción a semejante manipulación de la historia que pretende imponer una lectura parcial, que quiere ser única e indiscutible, mientras se judicializa y persigue la contraria», indican los tres colectivos eclesiásticos, para añadir que «Euskal Herria sigue sufriendo las consecuencias de un conflicto político no resuelto y lejos aún de la reconciliación y convivencia sin violencias».
Humilde reconocimiento al clero del pueblo vasco (esto, al clero, no a la jerarquia impuesta desde fuera), que de forma sencilla y sin aspavientos etico-morales ni golpes de pecho, ha primado a los hijos del pueblo vasco sobre los «hijos» del poder español, aun con sus enfrentamientos y dudas hacia ellos.
Este es el conflicto que nos tocó vivir, y los escritos de los campeones de la moralidad no van a tener mucha mella en generaciones venideras.
Peores conflictos en el mundo se han saldado, sin mas constriccion.
Y estoy siendo benevolente con «saldar», porque aqui…..mucho hijo de la gran se ha ido de rositas.
JELen agur
No, si por pensar te encuentras a gente pensando cualquier cosa.
De ahí a generalizarla…
Pero decir que había gente que pensaba tal o cual cosa, nunca fallas. Pero esa no es la pregunta, ni la respuesta es la apropiada si se quiere dar una información veraz… En todo caso decir toda la variedad de ideas que tenia la gente respecto a la criminalidad de ETA. No referirse solo a una de ellas.
El cura se ha pasado de listo.
No sé yo quién va a ser capaz de replicar a un «Patria» o a un «Siempre de vuestro lado». La imagen ya grabada a fuego es la que es. Mucho criminal y mucho miedo a hablar. Eso y la imposibilidad de defenderse de los asesinos.
Como relato va a ser muy difícil de cambiarle el color.
JELen agur
Yo creo que siempre diciendo la verdad. No opiniones particulares.
Ahí tenemos a Rodríguez que se ha desmarcado con su “vamos a Madrid a cambiar el régimen…”.
Pues ya tenemos material para analizar, explicar y convencer de que su proyecto no es Vasco, nunca lo fue, sino español. El de un movimiento socialista revolucionario, rupturista, anti moderno, y anti vasco.
Herriko zazpi gazte atxilotu zituztenetik lau urte bete direla gogoratzeko ekitaldia egin dute Altsasun. Jon Ander Cobek eta Julen Goikoetxeak espetxean jarraitzen dutela salatu dute.