Noticias desde la Amazonia

Gabriel Otalora

El pulmón del Amazonas lleva tiempo dando malas noticias que todos conocemos. Sin embargo, hay un hecho destacable para bien que no ha tenido la misma repercusión que los disparates de los malos gobernantes y algunas multinacionales sobre los pueblos indígenas y el ecosistema, pero directamente relacionado con este serio problema. Me refiero al sínodo promovido por el papa Francisco contra viento y marea allí mismo, en el corazón de la Amazonia, destacable por los temas tratados y aprobados, así como por las consecuencias novedosas que puedan derivarse para esa región y, ojalá, para el resto del mundo.

Estamos hablando de un sínodo que ha tenido una participación cercana a las 90.000 personas y que se ha centrado en la realidad de la región panamazónica, en la que viven treinta millones de personas en culturas distintas repartidas en nueve países. Este sínodo ha congregado a numerosos grupos y organizaciones de la sociedad civil para tratar sobre asuntos de calado para la Iglesia católica y el mundo.

El sínodo ya ha concluido sus trabajos aprobando sus conclusiones por una mayoría cualificada (más de dos tercios) en los 120 puntos del documento final. Las conclusiones se pueden diferenciar en dos grandes bloques temáticos. En cuanto a la parte eclesial, las diferentes conferencias episcopales piden al papa la ordenación sacerdotal de hombres casados ante la escasez de sacerdotes en cientos de kilómetros a la redonda. En todo esto, un número mayoritario de asistentes propuso que este sínodo abra la posibilidad de un abordaje universal de estos temas, no solo pensando en la zona amazónica, sino en otros lugares el mundo con similares problemáticas de grandes zonas vaciadas de población.

Por otra parte, se aprobó la propuesta del diaconado permanente para las mujeres y la creación de un rito litúrgico que tenga en cuenta la peculiaridad de los pueblos indígenas de la zona. El papa Francisco ha anunciado que publicará una exhortación apostólica “antes de fin de año” con el objetivo de convertirse en doctrina de la Iglesia. Sobre el diaconado femenino, Francisco volverá a reactivar la comisión sobre este tema. Y por primera vez en un sínodo, se ha hablado explícitamente del necesario reconocimiento de las mujeres y del compromiso asumido por ellas en la evangelización, en este caso de la Amazonia. Sin embargo, la única mala noticia ha sido que las treinta y cinco mujeres participantes -ya era hora- no pudieron votar por no ser reconocidas como madres sinodales.

La otra buena noticia de este sínodo es la apuesta católica en sus conclusiones, la cruda realidad de este pulmón planetario denunciando que los atentados contra la naturaleza tienen consecuencias contra la vida de los pueblos y son provocados por las injusticias medioambientales humanas que impactan directamente en el cambio climático.

El documento sinodal recoge que detrás de todo ello están “los intereses económicos y políticos de los sectores dominantes, con la complicidad de algunos gobernantes y de algunas autoridades indígenas”. Las víctimas son los sectores más vulnerables, concluyendo que es necesario definir el pecado ecológico, el compromiso con la defensa de los derechos humanos de la región y la crítica a las empresas que explotan los recursos de esta región de manera salvaje e irresponsable que está rompiendo el equilibrio ecológico de la zona y del mundo. Al final de las sesiones, muchos obispos amazónicos firmaron un pacto por el que se han comprometido a insertarse en la defensa de la Amazonia y de la Tierra como “nuestro hogar común”.

Frente a los que desde dentro de la Iglesia atacan duramente todas estas conclusiones, la voz del cardenal Hummes, relator general del sínodo amazónico resuena muy claramente: la Iglesia católica es una iglesia en salida para derribar los muros que la rodean y construir puentes, sobre todo para “las periferias de la humanidad, ayudando a la gente, a los países y a la humanidad toda a encontrar el sentido de la vida y de la historia”. Puro evangelio me parece, aunque muchos cristianos (obispos incluidos) de esta parte del mundo se ponen de perfil a ver si pasa pronto todo esto.

Pero la mejor noticia es que pinta lo contrario con el sínodo de la Iglesia alemana en marcha que promete conclusiones todavía mejores.