José Manuel Bujanda Arizmendi
¿Qué está sucediendo? ¿Qué mundo estamos contribuyendo a formar? Las sociedades se van configurando en función de muchas variables y son fruto de su historia. Y entre las ya pocas cosas que parecen mantenerse de tiempos anteriores, se encuentra la idea de que una de las variables importantes para que una sociedad vayan tomando un camino u otro es la educación de las personas que constituyen la sociedad. La educación es el proceso por el cual se transmite la cultura (valores, creencias, técnicas, competencias y capacidades) históricamente acumulada. Pero sí, la institución escolar se halla en un momento complejo en el cual tiene que reencontrar su sitio y su papel en el entramado social pues es clave para la formación de las nuevas generaciones.
Ciertamente tiene ante sí tiene el reto de ubicarse con relación a las otras fuentes formativas que han ido surgiendo y que por ello le está resultando difícil adaptarse al cambio tan acelerado que está sufriendo el conjunto de la sociedad a todos los niveles. Pero cierto es también que la escuela sigue siendo la única institución por la que deben pasar todos los niños y niñas, siendo así su papel, aunque difícil, socialmente clave. Socialmente clave sí, pero sería ilusorio y generador de desasosiego docente atribuir a la institución escolar excesos y cúmulos añadido de responsabilidades múltiples y varias. Se hace imprescindible preguntarnos de qué hablamos y cómo lo hacemos. Me explico, la selección de competencias y contenidos, la manera de plantearlos y trabajarlos en el aula se convierte en crucial si estimamos al “cole” en tanto que una institución que contribuye de manera destacada a formar a aquellas personas de las cuales dependerá el que la sociedad de mañana tenga una u otras características.
A finales del siglo XVIII, la máquina de vapor, impulsando la revolución industrial, cambió la faz del mundo con la extensión del capitalismo, la aparición del proletariado, el socialismo, el colonialismo etc. La máquina sustituía al músculo humano, y hoy con su vocación de reemplazar al cerebro, el ordenador con su internet acoplado genera mutaciones inéditas y formidables. Mientras, la Ilustración habló de la escuela como la gran liberadora, un pensamiento pseudo-progre la atacó por entender que reproducía la ideología dominante, aunque después sucesivamente llegaron diferentes percepciones, como el punto de vista tecno-económico atribuyendo al sistema educativo la tarea de proporcionar mano de obra competitiva. Sí, todo está cambiando alrededor de lo educativo: la mundialización y lo on-line de la información, el contexto económico, político, sociológico y ecológico, los valores y criterios sociales y culturales o las propias actitudes sociales e individuales en todos los ámbitos de la vida. Las tecnologías de la información y de la comunicación, la revolución digital en suma, nos adentran en una nueva era caracterizada por el transporte instantáneo de datos inmateriales y la proliferación de enlaces y redes electrónicas. Internet constituye el corazón, la encrucijada y la síntesis de la gran mutación en marcha, las autopistas de la información suponen hoy, lo que el ferrocarril supuso en la era industrial, factores de impulsión e intensificación de intercambios.
Pero, veamos, ¿qué hay enseñar y trabajar en “el cole”? Hay quien dice, como el pensador y filósofo José Antonio Marina, que procede basarse en una nueva concepción de la inteligencia como instrumento para ponerse en condiciones de alcanzar la felicidad y no como un mero recolector de conocimientos. Habla de un aprendizaje continuo, inacabable, sin pausa, que convierte a los sistemas educativos en la estructura básica de una sociedad avanzada y próspera. En largos períodos se defendió que la principal función de la inteligencia era conocer, ahora hemos descubierto que no es otra que dirigir el comportamiento para salir bien parados de la situación en que estemos. Un “cole” que tienda al desarrollo de la personalidad de la persona, y no solamente el de las facultades útiles para la batalla por el empleo y el sustento.
Un “cole” cuyo foco no es esencialmente adaptar la persona a las necesidades que inevitablemente dicta la economía de mercado, sino que prioriza ayudar a comprender el mundo donde se vive y renovar esa inteligencia de los conjuntos que llega a ser clave en la autonomía personal y, a través de ello, empoderarlo a participar en la creación y repartición de la riqueza. Un “cole” que atacaría la raíz, y de raíz, las desigualdades sociales y las barreras culturales que desde el principio de la vida separan a veces sin apelación posible a los mejor dotados económicamente de los más débiles. Un “cole” cual instrumento útil y operativo encaminado a proporcionar al futuro adulto los medios necesarios y completos de vivencia, expresión, comunicación, adaptación, reflexión crítica y concepción transversal y global que imperiosamente deberá aplicar integralmente a lo largo de su vida y vivencias.
Termino con una desconcertante pequeña maldad, es la lista de algunos de los alumnos “peores” de clase en su día, “malos estudiantes” ellos: John Gurdon Premio Nobel de Medicina, Albert Einstein, Stephen Hawking, Evariste Galois, Charles Darwin, Winston Churchill, Thomas Edison, Giuseppe Verdi, Pablo Picasso, Debussy y Unamuno… parecería deducirse que algunos docentes andaban despistados en sus respectivos “coles”.
La educación tiene problemas muy graves. Problemas universales, como son la falta de prestigio de la profesión de docente, algo que se transmite a los propios alumnos, la falta de disciplina, que viene de modelos de familia donde la autoridad paterna está ausente, y la falta de realismo de las horas docentes, que son demasiadas y poco adaptadas para el desarrollo del alumno. Nos convendría mirar modelos educativos exitosos como el finlandés pero desde la perspectiva no de imitar sino de adaptarnos a esa cima.
Falta mucho todavía para que los recursos sean invertidos de la mejor manera posible si uno lee noticias de este tipo
Euskadi mantendrá los conciertos educativos con colegios segregadores del Opus Dei
PNV, PSE-EE y PP rechazan por motivos de «legalidad» en el Parlamento una iniciativa de EH Bildu y Elkarrekin Podemos para cerrar el grifo a seis centros que perciben 13 millones anuales
Hay que discutir a fondo lo que se quiere hacer porque n este momento en el que está encima de la mesa el debate sobre una nueva Ley Vasca de Educación, urge un debate social sobre el sistema educativo que estamos construyendo. ¿Quiere realmente la sociedad vasca una escuela para “pobres” y otra para clases medias? ¿Por qué desde las administraciones no se hacen discursos positivos hacia la diversidad, cuando las investigaciones dicen claramente que es positiva y que no afecta al rendimiento de los escolares “autóctonos”? ¿Hay que financiar todas las opciones personales de las familias sin tener en cuenta el tipo de sociedad que se está construyendo?
Porque si no hacemos las cosas de forma sensata y equilibrada se dan hechos como que desde los colectivos que luchan por la escuela pública vasca demandan apostar por una sociedad cohesionada, escolarizando a todas las personas, en todos los lugares, independientemente de su procedencia y creencias. Y exigen a los poderes públicos que dejen de lado los discursos que equiparan escuela pública y escuela privada.
En conclusión y a modo de cierre del debate se pretende anteponer objetivos de mejora social, en algunos casos urgentes, frente a intereses corporativos ideológicos, políticos y/o de segregación social. Para ello, el diseño de nuevas políticas debería ir dirigido a responder a estos nuevos retos. Por lo tanto, la enseñanza pública, única garantía de cohesión social, equidad, inclusión y mejora del nivel de excelencia, debe convertirse en el eje del sistema educativo si se quiere cambiar el actual estado de las cosas.
Francamente, Alejandro, considero que es una contradicción flagrante decir que apuestas por una sociedad cohesionada y luego dices que estás a favor de no equiparar la escuela pública y la privada. Si queremos una sociedad cohesionada hay que equiparar tanto la una como la otra porque la educación es un bien social, venga de donde venga.
Plantear la «cohesión» en función de una guerra de modelos (que es lo que hacen los sindicatos haciendo guerra al modelo concertado con una serie de huelgas salvajes) eso si que es una aberración.
Que tal vais con la natalidad vasca?