J. Agustin Ozamiz Ekoberrin
Cuando era Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, en Bilbao, en el contexto de una Conferencia Europea celebrada en el Gugenheim, decía que todos los paises pequeños en el entorno de Europa querían formar parte de la Union Europea. Por otra parte expresó su opinión sobre las dificultades que suponen en esta construcción las reminiscencias de su épocas imperiales, que algunos grandes paises europeos mantienen.
Actualmente se dice que la única salida de la crisis es el reforzamiento político de la Unión Europea. Creo que nos deberíamos de dedicar a esta labor con mayores fuerzas.
Desde el sector en el que he trabajado y en el que aún desarrollo alguna actividad, el de la salud, creo que se pueden establecer estrategias claves para este fín. Ha habido dos estrategias que conviene recordar para recuperarlas, mantenerlas y potenciarlas, analizando las dificultades que han presentado para superarlas.
Una de las estrategias ha sido descrita en la agenda de Lisboa el año 2000. En ella se concebía el sistema sanitario y la salud pública, no solo como un objetivo prioritario de la Unión, sino como uno de los motores de la economía del sistema de producción basado en el conocimiento. A lo largo de la década se han dado algunos pasos en el desarrollo de esta estrategia. En los últimos años se ha llegado a considerar que puede ser una de las estrategias clave que ha de competir incluso con la de construcción de infraestructuras viarias. Así los fondos estructurales han de ser utilizados con una visión clara en este sentido.
Otra estrategia fue anunciada también al principio de la década del 2000, por el comisario Europeo, en Barcelona, y consistía en crear una tarjeta europea de aseguramiento sanitario. El objetivo de la Comisión Europea era el que todo ciudadano tuviera en sus bolsillos dos cuestiones esenciales de la Unión Europea: el euro, y la Tarjeta europea de aseguramiento sanitario, con todo lo que ello supone de coordinación e infraestructuras. Francia, Alemania, Italia, Austria trabajaron en ello con eficacia. Incluso el Reino Unido, tan reticente a crear documentos nacionales de identidad, elaboró esta tarjeta, reconociendo su utilidad para la organización sanitaria. El año 2009 la Comisión Europea tomó una resolución sobre la elaboración de la Tarjeta Europea de Aseguramiento Sanitario, en la que establecía que se emitieran tarjetas con las indicaciones de la europea en una de las caras, y en la otra la tarjeta correspondiente del pais o de la aseguradora que la emitiera. En Austria hay 8 diferentes compañías aseguradoras públocas, que emiten este tipo de tarjetas europeas. En Alemania hay más de 50. En Italia, las regiones son las que emiten la tarjeta de aseguramiento sanitario con los datos de la Unión Europea en un dorso, y los de la región en el otro. En el Reino Unido la emiten Escocia, Gales, Irlanda del Norte, Inglaterra. En España, la tarjeta europea es emitida por la Seguridad Social, independientemente de la tarjeta sanitaria de las CCAA. Esta es una duplicidad que se podría evitar, ahorrando un importante dinero al herario público. Las CCAA podrían incluir los datos de la tarjeta Europea en una de las caras, como se hace en el Reino Unido, Italia, Alemania, Austria y otros paises.
En otro ámbito diferente hay otra cuestión, no de menor importancia, cual es lo que puede suponer psicológicamente y en la narrativa social, la propuesta de una construcción de la Unión Europea. Las referencias mentales que permitan a los ciudadanos enrolarse en el mundo real son esenciales para desarrollar estilos de vida saludables. En lugar de retraerse de un mundo que provoca rechazo por su incoherencia y corrupción, hay que realizar propuestas que impulsen al compromiso entusiasta. La crisis en el mundo moderno está volviéndose endémica, pero no se puede admitir su rutinarización. Tenemos que afrontarla comprendiendo la oportunidad que puede suponer para la construcción de un modelo social al que la Unión Europea ofrece un marco inigualable.
Nuestros jóvenes, la generación denominada GEN Y (nacidos en las dos últimas décadas del siglo XX) tienden a desarrollar estilos de vida que se refugian en las relaciones íntimas, y como consecuencia de ello sufren enormes frustraciones al no encontrar anclajes atractivos en el entorno social, y derivan en sincretismos o fundamentalismos que frustran y para nada ayudan a una arquitectura social equilibrada y sana. Son los ciudadanos de los pueblos pequeños de la UE, sin añoranzas imperialistas, los que encuentran más oportunidades en esta construcción, pues sus partidos y asociaciones se proponen con mayor frecuencia y pragmatismo el objetivo de comprometerse con la construcción europea.
Desde una perspectiva más profunda, podríamos pensar además que el desarrollo de diversos aspectos de la personalidad relacionados con la seguridad básica, la confianza, el significado de los momentos fatídicos y los sucesos vitales pueden encontrar anclajes interesantes en una narrativa positiva de la construcción de la Unión Europea.
Los currículums escolares deberían integrar esta cuestión como algo esencial.
Los mass media también deberían de tener una política clara al respecto.
(off topic).
la quintacolumna nativa patrocina al nacionalismo radical español:
http://www.deia.com/2013/02/02/politica/estado/ugartetxe-figura-como-donante-en-la-contabilidad-de-barcenas