De primera, de segunda y de regional

Jon Inchaurraga

¿Se imaginarían ustedes qué pasaría si la Fundación Sabino Arana, por ejemplo, homenajease a las víctimas abertzales de ETA o si hiciera lo mismo con los concejales del PNV, EA o Hamaika Bat amenazados por la organización terrorista? ¿Se imaginarían la polvareda que se levantaría por parte de los “moralistas” constitucionalistas, aquellos que creen estar en contra de ETA únicamente porque gritan y no razonan, si los abertzales decidiésemos hacer ese homenaje exclusivo a nuestras “víctimas”? Pues algo parecido ha ocurrido, a la inversa, con el “Premio a la Convivencia” que otorga la Fundación Miguel Ángel Blanco. Este año el premio ha recaído en los concejales constiucionalistas de la CAV por defender “la libertad y el derecho a ser vasco y constitucionalista”, anteponiendo esa lucha a “intereses personales”.

No seré yo quién niegue que ser concejal del PP o del PSOE no es fácil, ya que es verdaderamente difícil sentirse español en muchos pueblos de Euzkadi, pero sí quien niegue que se hable de “normalidad democrática” o de “deslegitimación del terrorismo” y “la dignificación de las víctimas guías de actuación cotidianas” en referencia a los concejales del PP y PSOE. Primero, porque parece que hasta que no ha llegado el “ansiado cambio”, que socialmente no ha ocurrido, no ha habido democracia en la CAV. Segundo, porque el Gobierno vasco actual no ha sido el primero que ha deslegitimado a ETA y tercero, porque los constitucionalistas únicamente se han dedicado a dignificar sus víctimas y a utilizarlas como punta de lanza para huir de las críticas de quienes no estamos de acuerdo con sus políticas antiterroristas, que se enmarcan en la foto y la demagogia más que en la eficacia.

Desde hace un tiempo en Euzkadi se ha instalado la idea de que quien más grita tiene razón. Por eso, mucha gente cree que la estrategia del PP y PSOE contra ETA es firme sólo porque están todo el día dando vueltas al tema y tomando medidas de dudosa ética y espíritu democrático, en nombre de la firmeza. ¿Es acaso ético justificar la dispersión en nombre de la lucha antiterrorista? ¿Acaso la violencia política es patrimonio del MLNV? Pues no lo es, como tampoco ilegalizar a la carta, validar a ETA como interlocutor político o traer a 13 presos a Euzkadi como gesto de buena voluntad. Y estas son cosas que han pasado en Euzkadi en estos últimos años. En las últimas elecciones municipales y forales ANV fue ilegalizada en algunos municipios, curiosamente en los que la lucha entre abertzales y revolucionarios era más fuerte. Aznar trajo a 13 presos, entre ellos a De Juana Chaos, durante el periodo de tregua allá por el final de siglo pasado. Y Rodríguez Zapatero negoció con el MLNV lo que no habló con el Lehendakari Ibarretxe. ¡Y estos son los adalides de la lucha contra ETA!

Aun así, esto son minucias comparado con otras actitudes mucho más reprochable y graves. Porque desde que “se transformó” el franquismo, la obsesión del “españolismo” ha sido mezclar a ETA con el nacionalismo vasco, a pesar de que estos son como el agua y el aceite. Gracias a esa mentira, un insulto para los abertzales, los vascos y la inteligencia en definitiva, se ha desprestigiado a las instituciones vascas y a los propios militantes abertzales, quienes también han sufrido la garra de la violencia revolucionaria. Podría citar muchos ejemplos, aunque lo justo sería recordarlos como gente que por luchar por Euzkadi fueron asesinados o acosados. Porque, ¿se imagina usted que alguien dijese que la Guardia Civil es filoterrorista o que el PSE-EE está más cerca de los terroristas que del Estado de Derecho? ¡Y eso con muertos encima de la mesa!

Pues todo esto ha ocurrido en Euzkadi. Otra cosa es que no se haya querido socializar ese sufrimiento en nombre de a saber qué. Pero los abertzales, al igual que los constitucionalistas, hemos sufrido la violencia del MLNV. Y esa es una realidad que si los abertzales no somos capaces de mostrar nadie lo hará por nosotros. Para las “víctimas el terrorismo”, o sus autoproclamados portavoces, hay víctimas de diferentes tipos; primero están las suyas, luego las más cercanas y por último las abertzales. Una aberración ética de quien se llama demócrata, pero que no lo es, ya que llama a las víctimas “verdugo” y niega su sufrimiento. Señores de la Fundación Miguel Ángel Blanco, ustedes tienen el derecho de conceder premios a quien quieran, pero luego no se quejen de las elecciones que hagan los demás y dejen de hablar de “víctimas del terrorismo” cuando únicamente representan a las de su cuerda.