Ion Gaztañaga
Hay que reconocer que las nuevas tecnologías son ya parte de nuestra vida cotidiana, y que además de facilitarnos la vida en algunas ocasiones, y de complicárnosla en otras, cada vez me sorprendo más con la agradable facilidad que las nuevas tecnologías nos llevan a redescubrir viejos debates que siguen obcecádamente actuales.
Intrigado por el debate suscitado en Aberriberri en torno a la reintegración foral, interrogué al Gran Hermano google sobre el concepto de reintegración foral, para ver qué osaba mostrarme. En una actitud que le merece reconocimiento, los archivos del diario El Pais están disponibles en la red y fueron precisamente unos artículos de dicho diario los que llamaron mi atención entre los cientos de respuestas que se mostraron en mi pantalla. Por eso, y para compartirlo con los lectores de Aberriberri, me gustaría reproducir dos artículos sobre Navarra y la reintegración foral de hace 30! años. El primero, escrito por Jesús Aizpún, titulado «Las razones de Navarra». El segundo, escrito por Manuel de Irujo, titulado «La reintegración foral». Que los disfruten…
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Las razones de Navarra
Jesus Aizpun (Diputado de la UCD por Navarra) 19/08/1977
La actitud colonialista de Vizcaya y Guipúzcoa sobre Navarra está a la vista y a nadie se oculta, pero colma toda medida el que estos señores nos pretendan imponer sus criterios acerca de nuestro estatus navarro, acerca de la ley Paccionada y de sus posibles modificaciones. Esta actitud es suficiente por sí misma para provocar el rechazo de todo navarro y, para adoptar posturas muy firmes frente al colonialismo vizcaíno y guipuzcoano, mucho más grave que el centralismo en Madrid y más peligroso porque lo padecemos, incluso físicamente, con la invasión que la inmediación permite cada día festivo.
Llama la atención en todos los escritos más o menos separatistas la ausencia total de razones a la hora de incorporar Navarra a un posible estado vasco. Escritos puramente viscerales, vagas alusiones al pasado que nunca se concretan, llamadas al sentimiento vasquista y ese tono antiespañol que le da el aliciente de lo subversivo, en busca de la juventud, siempre atraída por posturas contestatarias.
Pero nunca un razonamiento serio, que pueda justificar la pretendida anexión o absorción de Navarra por el, estado vasco.
A los navarros nos sobran razones para defender la autonomía regional de Navarra y su inconfundible personalidad, y nos sobra navarrismo para sostenerlas. Pero bueno es recordarlos y difundirlos. Desde el siglo VIII, en que los navarros alzaron sobre el pavés al primer rey de Navarra, exigiéndole jurar el respeto a las libertades del pueblo, Navarra es un Reino. Unidad histórica, política, regional: un Reino. En el que nada tienen que ver ni Guipúzcoa, ni Vizcaya. Un Reino independiente, con sus reyes, sus Cortes, su derecho público y su derecho privado, sus tribunales propios, su moneda, su tribunal de cuentas, etcétera.
Así transcurren los siglos y se suceden las dinastías propiamente navarras, primero; de acento francés, después, hasta que en 1512, Fernando el Católico invade Navarra, y en las Cortes de Burgos de 1515 se consuma la incorporación de Navarra a Castilla. Han sido ocho siglos de Reino independiente. Creo que podemos hablar de historia de Navarra como unidad independiente, remontándonos mucho en el tiempo.
Pero esta unión tiene características muy especiales, que siguen respetando, dentro de las limitaciones que impone la conquista, la personalidad propia de Navarra.
Porque esta unión a Castilla se hace, como dice la ley 3.3, título 8º. ,libro 1.º, de la Novísima Recopilación: «La incorporación de Navarra a la corona de Castilla fue por vía de unión, reteniendo cada uno su naturaleza antigua, así en leyes como en territorio y gobierno.»
Sigue siendo Navarra una unidad diferenciada y conserva su territorio que, naturalmente, no comprende a Guipúzcoa y Vizcaya.
Por eso resulta grotesco que se hable de recuperar los fueros vascos en la unidad de Euskadi, cuando nuestros fueros nada tuvieron en común con los de las provincias vascongadas que, a su vez, tampoco los tenían comunes.
Si se habla de recuperar lo que nos fue arrebatado, olvidemos Euskadi, que nunca existió. Si pretendemos un estado vasco reconozcamos que no se trata de recuperar, porque por vía de recuperación no puede nacer un estado que la historia no ha conocido.
Como reino, Navarra conservó sus Cortes que siguieron actuando hasta los años 1828-29, y ante ellas juraba el rey de Castilla mejorar y nunca empeorar los fueros de Navarra.
La realidad es que Navarra se integró real y plenamente a España y a la tarea común de los pueblos españoles y ya las Cortes de Navarra de 1549 nos hablan del «bien común de la hispanidad ».
Cuando se quemen banderas de España, cuando se hable de maquetos, cuando se desprecia la nación española, recuérdese que Navarra está integrada en la hispanidad desde hace muchos siglos y sin interrupción. Esas actitudes no van con nosotros, los navarros.
De todos es conocida la evolución de Navarra a partir del Convenio de Vergares y de la ley de 25 de junio de 1839, que desemboca en la ley Paccionada de 16 de agoslo de 1841.
Ley que se pacta entre Navarra -para nada intervienen las provincias vascongadas- y el Estado español.
La ley de 1841 tiene dos aspectos diferentes y aun contradictorios y una característica muy especial, que es su carácter paccionado.
Por una parte es evidente que supone un gravisimo quebranto para el status jurídico de Navarra. De ella se ha dicho -con razón- que dañó gravemente a Navarra, pues suprimió las Cortes del reino; desaparecían como interlocutor para negociar con el Estado y lo hacía la Diputación Foral constituida al modo que señaló el decreto de noviembre de 1938.
Pero si esto es así, no lo es menos que Navarra no pasa a ser una provincia más, dentro de España, sino que pasa a ser una provincia foral y esto sucede no en virtud de una concesión del Estado, sino de un pacto entre dos entidades con potestad para hacerlo.
En virtud de esta ley, Navarra conserva su autonomía administrativa y fiscal, que a lo largo de los años ha venido reafirmando y mejorando.
El carácter paccionado está plenamente demostrado y reconocido y supone la imposibilidad de alterar la situación de Navarra por otra vía que no sea el pacto.
Por eso hemos oído, con escándalo, que los parlamentarios de la minoría vasca, se permitan pedir al Gobierno y a las Cortes la inmediata implantación de medidas de orden jurídico-administrativo que afectan conjunta e inseparablemente a Alava, Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya.
Flagrante contra fuero y prueba manifiesta del colonialismo que antes denunciaba. En el orden jurídico-administrativo no se pueden dictar normas comunes, ni tan siquiera dictar normas para Navarra. Habrán de negociarse y pactarse entre Navarra y el Estado español.
Aizpún Santafé en su trabajo sobre la «naturaleza jurídica de las leyes Forales de Navarra»; después de demostrar cumplidamente su tesis, establece estas conclusiones:
a) La modificación de Fueros de 16 de agosto de 1841 es una ley Paccionada, que no puede como tal modificarse -ni por tanto su régimen- sin el consentimiento de Navarra. b) Si son las condiciones de una capitulación el contenido de las leyes de 1839 y 1841, entonces todavía sería su cumplimiento y su respeto más obligatorio para el Estado; y su inviolabilidad estaría garantizada nada menos que por el derecho de gentes.
Este es el aspecto positivo de la ley Paccionada: la inviolabilidad del régimen Foral de Navarra.
Menguado, es cierto, pero inviolable. Y no quiere esto decir que nos encastillemos en el status creado por la ley de 1841. Creemos y queremos que la autonomía ha de ser mejorada, pero por la vía del pacto, única garantía de inviolabilidad en el futuro.
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La reintegración foral
Manuel de Irujo (Senador del PNV por Navarra) 16/09/1977
Los días 19 y 20 del pasado agosto, publicó EL PAÍS dos artículos del diputado por Navarra, señor Aizpun bajo el título de «Las razones de Navarra» que, por motivos que no hacen al caso concretar, no he leído hasta ahora. Veo que son copia literal de los publicados en Diario de Navarra dos días antes. Me permito hacer un comentario sobre aquellos textos.
«A los navarros nos sobran razones para defender la autonomía regional de Navarra y su inconfundíble personalidad.» Son estas las primeras palabras con las cuales será difícil encontrar un navarro que se halle en busca apoyo para sus tesis el señor Aizpun en el testimonio de su padre, el notable jurisconsulto don Rafael. Y ello, no tan sólo por la autoridad de don Rafael Aizpun, sino porque don Jesús, su hijo, representa el mismo cuerpo electoral que otorgó a su padre el acta de diputado en las elecciones de 1931, 1933 -en la que fue ministro- y 1936. Hay una sola diferencia. puramente nominal, entre la candidatura de don Rafael, denominada de «derecha» y la de don Jesús a la que se llama «de centro».
Rafael y Jesús Aizpun: diferencias padre-hijo
Pero el hijo ha marcado un punto de diferencia con su padre en el terreno al que aluden sus artículos. Don Rafael Aizpun fue ponente, en unión de otros ilustres navarros, de los estatutos de autonomía vasca elaborados por la Sociedad de Estados Vascos el 31 de mayo de 1931, uno, bajo el patrocinio de las diputaciones -gestoras- de Navarra, Alava, Guipúzcoa y Vizcaya con aplicación del decreto de 8 de diciembre del mismo año, el otro, por el artículo uno del texto de 31 de mayo «se declara que el País Vasco, integrado por las actuales provincias de Alava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya, constituye una entidad natural y jurídica, con personalidad política propia, y se le reconoce, como tal, el derecho a constituirse -y regirse por el mismo como estado autónomo dentro de la totalidad del Estado español…»
El artículo uno del estatuto de diciembre reza por su parte: «Alava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya, en cuanto provincias limítrofes con características étnicas, históricas, culturales y económicas comunes, acuerdan constituirse, dentro del Estado español, en núcleo político-administrativo autónomo, que se denominará, en castellano País Vasco-Navarro, y Euskalerría o Euzkadi en lengua vasca…»
En ambos textos, se establecía la autonomía de Navarra, como de las tres restantes, en el orden interior. Así, el artículo dos del estatuto de diciembre reza: «Dentro de la unidad del País Vasco-Navarro, Alava, Guipúzcoa. Navarra y Vizcaya se regirán a su vez autonómicamente, a cuyo efecto acordarán cada una de ellas, libremente, su organización y régimen privativo, ejerciendo. además de las facultades autonómicas que ahora disfrutan, todas las que como aplicación de ellas se establecen en este estatuto y no estén atribuidas especialmente a los poderes del país.»
El sentido de la ley Paccionada de 1841
Don Jesús Aizpun se declara contrario al estatuto vasco y reitera su adhesión a la ley Paccionada de 1841, que todos los navarros hacemos nuestra, mientras no tengamos medios de superarla.
Mas es el caso de que la Diputación Foral de Navarra, contagiada del fervor foral y autonómico del país, ha adoptado el 20 del pasado agosto su «propósito decidido de lograr la plena reintegración foral». Todos los parlamentarios vascos de la UCD, reunidos en Vitoria el 6 de los corrientes, con la presencia de don Jesús Aizpun, acordaron el «restablecimiento de la autonomía basada en los derechos históricos de cada provincia mediante la derogación de las leyes represivas dictadas por el centralismo en los últimos 150 años».
En efecto, la ley abolitoria de los fueros vascos es de 25 de octubre de 1839, y fue dictada para Navarra, Alava, Guipúzcoa y Vizcaya, imponiéndoles «la unidad constitucional de la Monarquía», con lo cual quedaban sin efecto los fueros de las cuatro. Estos eran diferentes. No ostentaban otra unidad que la de la libertad institucionalizada y, como vínculo de unión, la corona de Castilla.
La diferencia entre el régimen de Navarra y el que hasta fecha reciente estuvo vigente en Vizcaya y Guipúzcoa, como lo está en Alava, radica en que, al aplicarse la ley de 1839, el Estado invitaba a las cuatro regiones vascas a establecer el sistema que hiciera compatible la subsistencia de los fueros con la unidad constitucional. Alava, Guipúzcoa, y Vizcaya desoyeron la invitación de Madrid. Navarra la escuchó. Y de resultas de aquella actitud surgió la ley Paccionada de agosto de 1841, actualmente vigente.
La historia une, no separa
Hoy, el país entero, incluyendo en el mismo la Diputación de Navarra y la UCD clama por la reintegración foral. ¿Qué empeño puede separarnos a quienes la deseamos?
¿Buscar separaciones en la historia? Vamos a asomarnos ligeramente a ella. San Sebastián, capital de Guipúzcoa, fue fundada por Sancho el Sabio, como «puerto de Navarra». Vitoria, capital de Alava, fue fundada por el mismo rey, a consecuencia del laudo arbitral inglés, dado por Enrique IV en la pugna entre, Sancho el Sabio de Navarra y Alfonso XIII de Castilla, que trazó las fronteras de ambos reinos en el Ebro, entre Castejón y Miranda. Durango, capital de la media Vizcaya oriental fue fundada por el mismo rey con igual finalidad que la de Vitoria.
El mismo idioma, idéntico origen étnico, realidad complementaria en el orden socio-económico, llevan a Serafín Olave a proclamar en sus bases constitucionales, el derecho de todos los territorios de Las Vascongadas a sentirse navarros e incorporarse a Navarra. Cuando las calles de Pamplona se llenan de ikurrñas, el hecho no obedece a ningún capricho sectario, sino al curso normal de la evolución del pueblo. ¿,Cómo y por qué olvidar que somos el tronco fundamental de los vascones de la historia?
Se honra, y con razón, el señor Aizpun, de nuestro derecho, tanto público, como privado. Lo que no añade es la relación de su contenido. Tanto el fuero de Vizcaya, como el de Navarra, contienen leyes que establecen la obligación de vizcaínos y navarros de defender su territorio hasta el límite de sus fronteras, pero sin invadir el del vecino, aunque sea enemigo vencido. El fuero de Vizcaya da nombre a ese límite en el árbol malato o malastu. Y nuestro antes recordado Sancho el Sabio, cuando recobró La Rioja, y La Bureba, y los montes de Oca, a veinte kilómetros de Burgos, clavaba sus armas y las de sus guerreros en los troncos de Oca, en señal de respeto al enemigo vencido, pero dueño de su propio solar. Para la Vizcaya y la Navarra de aquellos tiempos no había derecho de conquista. ¿Es que acaso puede alegar más, hermosa tradición multisecular algún otro pueblo? Tiene aplicación al caso la sentencia de Aizpun: «Ninguna otra región española puede decir lo mismo.»
A Aizpun le hace reaccionar la proyección demográfica y socioeconómica del tiempo sobre nuestro país. Mas las realidades hay que aceptarlas tales como son. Cuando se tramitaba la confección de la ley Paccionada, Navarra contaba con un número de habitantes, algo inferior, casi igual, que Alava, Guipúzcoa y Vizcaya juntas. Hoy las cuatro rondan los tres millones y Navarra el medio millón. En aquel entonces, Pamplona era la capital de mayor número de habitantes, hoy es la tercera, del desarrollo industrial, socioeconómico, o el litoral vasco, no hacen falta comentarios para darse cuenta de su realidad. ¿Qué podemos hacer ante esta situación? Aprovecharla en bien del país, apoyándonos en su unidad hasta donde podamos, defendiendo nuestra identidad cuanto sea preciso, haciendo honor a nuestro pasado y preparando un futuro mejor.
Respecto a la referencia histórica que hizo Aizpún afirmando que : La realidad es que Navarra se integró real y plenamente a España y a la tarea común de los pueblos españoles y ya las Cortes de Navarra de 1549 nos hablan del «bien común de la hispanidad ».
Investigadores (Sergio Leoné al menos) que han ido a buscar ese «bien común de la hispanidad» han leido directamente en el documente «bien común de la cristiandad». Cristiandad e Hispanidad eran conceptos cercanos pero no identicos. Y diferentes a lo que hoy puedan significar. Creo que la manipulacion se debe directamente a del Burgo (no sé si al ya fallecido padre o a su exitoso hijo todavía en activo)
«La expresión Hispanidad apareció en la segunda década del siglo XX para denominar a las personas, países y comunidades que comparten el idioma español y poseen una cultura relacionada con España».
El bueno de Aizpun retrotrae el término al siglo XVI cuando ningún navarro se consideraba español -de eso si que hay constancia, cuando torturaban al Mariscal Pedro de Navarra y decía: «tratadme como cualquier cosa pero no como español». Y cuando la idea de Hispanidad todavía no había sido publificada por Franco, que es el tío que extiende realmente el concepto. Las raíces fascistas de la conciencia española que quieren que los vascos (incluidos los navarros) traguemos como jarabe para la tos.
El entrecomillado del principio es una cita de Wikipedia.
Confirmo el comentario de Kepa Igea acerca de la expresión sobre el «bien común de la hispanidad».
El engaño de Del Burgo lo desvela como dices Santi Leoné, en su libro «Euskal Herri imaginario baten alde».
Luego comento más cosas.
Entresaco una frase del artículo de Aizpun.
«Esta actitud es suficiente por sí misma para provocar el rechazo de todo navarro y, para adoptar posturas muy firmes FRENTE AL CENTRALISMO VIZCAÍNO Y GUIPUZCOANO, MUCHO MÁS GRAVE QUE EL CENTRALISMO EN MADRID Y MÁS PELIGROSO porque lo padecemos, incluso físicamente, con la invasión que la inmediación permite cada día festivo.»
¿Qué os parece?
Que Aizpun no tuvo en cuenta la oleada contraria, la de los navarros que inundan las playas de Gipuzkoa, y que los guipúzcoanos no juzgan como una invasión neocolonial. Ni la cantidad de navarros que vinieron a trabajar a Gipuzkoa y fueron tratados como hermanos. Está claro que los discípulos del fascismo se dedican siempre a alentar bajas pasiones, como el miedo, la sospecha, etc.
Del Burgo, Aizpun, Navarra es euskaldun, era esta una frase, que se pronunciaba muy a menudo. Lo cierto es que han pasado bastantes años y se HA CONSOLIDADO, fuertemente la autonomia de la Comunidad navarra. Tiene su propio gobierno autonomo, su propios medios de comunicación, su propia policia, al igual que su vecina comunidad, ambos, hemos entrado en el siglo 21, con una fuerte personalidad.
Puede o no gustar, mas o menos, Irujo o Aizpun pero la verdad es que ambos fueros designados por democracia en sus cargos, ambos lideres de pensamientos muy cercanos en algunas cosas y más alejados en otras, y que guste o no guste , la postura que mantenía Aizpun , en navarra, sigue ostentando una fuerte implantación social, en todo Navarra desde el norte euskaldun, hasta el sur, erdaldun.
me parece fatuo, hablar de la playa y de los peritxikos, de hecho el agua que bebemos en donostialdea, es de Navarra, colaboramos las dos comunidades, la autovía de Navarra. se hizo en colaboración, de los dos gobiernos autonomicos.
las personas de una u otra comunidad, no vivimos dandonos las espaldas, es más solemos ver navarros por guipuzcoa, y hay muchos navarros, viviendo en Guipuzkoa.
sr gaztañaga, creo que tenemos que unir, sensibilidades, y no separar a las personas y a los territorios, En este sentido, si he oido a navarros por una parte y a nacionalisyas vascos, de otra en plan autocritica, que en la transición, se fue muy poco delicado, con la personalidad de los navarros, que se fue, como elefante en cacharreria, siendo excesivamente triunfalista.
Creo que flaco favor esta haciendo ETA en Navarra, porque el pnv,practicamente no se le ve, y por muchos años, se atisba una fuerte implantacion del psn y pp-upn en navarra. Y si la gente vota a psn o upn, pues no pasa nada, los dos son partidos democráticos, siendo esta su praxis.A ti gaztañaga, te puede gustar más que tenga mas votos el pnv, pero la realidad es la que es.Donde ves el problema.
Un navarro, se puede sentir solamente, navarro, o puede ser nacionalista de España o de Euskadi, si se respetan no pasa nada.
JELen agur
Se pasaron todo el franquismo demonizando lo vasco y asustando a los navarros, gentes sencillas, de corazon limpio, amantes de su identidad y su tradicion como pocos. Sin embargo facilmente olvidan que de pretender un estatuto conjunto con Vizcaya, Guipuzcoa y Alava, pasaron a invadir Euzkadi en cuanto les pusieron un fusil en la mano. El navarro en general ha pecado de incauto, pero los demas vascos no lo hemos sabido hacer con la inteligencia, la prudencia y la tranquilidad exigibles.
El texto de Aizpun-hijo es de una infamia colosal y su padre debio removerse en su tumba. Recientemente he leido «La Cuestion Foral» de Hermilio de Oloriz sobre el asunto de la Gamazada y tengo que decir que es un deleite su lectura, donde se evidencia la sensacion de fraude y fracaso que supuso la paccionada del 41. En este mismo sentido (algo mas pesado de leer) el de Jesus Etayo, Navarra, una soberania secuestrada, muestra ese mismo disgusto por el fraude que suspuso la violacion del pacto foral.
En un anterior post comenté como se gestó el actual estatuto de navarra, conocido por amejoramiento. Lo repito: según ley (que partió del gobierno español) el proceso negociador por parte de Navarra debía dirigirlo la diputación elegida democraticamente, entonces eran 7 miembros, dos de ellos nacionalistas. Sin embargo, un acuerdo entre PSOE-UCD dejó de lado a las dos nacionalistas miembros natos de la comisión negociadora por parte de Navarra según la ley. De repente, apareció el PSN desgajado del PSE, un PSE que ya no reclamaba autodeterminación ni un estatudo a cuatro. Además, Del Burgo, que tuvo que dimitir de su puesto en la diputación y en la comision negociadora por parte de Navarra por un asunto de presunta corrupción, apareció en la comisión negociadora por parte de los representantes del Estado.
Como ya saben el Amejoramiento no fue votado, al fin y alcabo, la «esencia» de Navarra no está en la democracia, algo que Eladio Esparza y Raimundo Garcia no pararon de repetir hasta que caló en los lectores de sus diarios.
Respecto a lo de la invasión, eso de que «vienen los vascos», no se equivoquen, sigue estando vigente, pero ya no se refiere a los vizcainos y guipuzcoanos, sino a los vasco que vivimos en Navarra y que nos mantenemos tercamente en nuestro seguir siendo vascos, somos la quinta columna, ese 20% de malos navarros, de «agentes» de una potencia extrajera. Es curioso, pero de la alcadesa de Pamploa, Yolanda Barcina, se suele recordar que es nacida en Burgos, pero no que es criada en Portugalete. Resulta que a algunos les revienta que sea alcaldesa y resaltan su nacimiento en Burgos (como señalandola como «extranjera» y otros (ella misma) mantienen discretamente su crianza vizcaina, no vaya a ser que sus votantes la consideren miembro de la horda invasora fisica vizcaino-guipuzcoana.
Sobre los errores del nacionalismo vasco en general ha escrito claro Aingeru Epalza en «Bezperan Bespera».
A mi siempre me ha llamado la atención el éxito de ese discurso contra el «centralismo» vasco, cuando todos los recortes del autogobierno navarro han venido siempre desde «Madrid».
Y seguirán viniendo…