Imanol Lizarralde
Existe una psicología de nación post-imperial que todavía está por examinar, pues sigue creando fenómenos nuevos constantemente. Un ejemplo es el caso de la Academia Francesa. Ante la posibilidad de la inclusión en la Constitución francesa de un artículo con una referencia positiva a las «lenguas regionales» del estado francés, la Academia no duda en afirmar que «las lenguas regionales atentan contra la identidad nacional».
Afirma la incompatibilidad entre la definición de Francia como «una República indivisible, laica, democrática y social» y el apoyo a las lenguas regionales, entendiendo que la tipificación jurídico-política de estas puede dificultar «el acceso igualitario de todos a la administración y a la justicia».
Los académicos franceses quieren elevar al idioma francés a una especie de objeto metafísico que se encuentra dentro de un lote en el que también se cuentan la democracia y las libertades. Los creadores de la República francesa en la época del Terror Revolucionario ya afirmaban el carácter «reaccionario» del bretón, del occitano, del euskara y de otras lenguas frente al francés que era el idioma revolucionario. Sus burocráticos sucesores, doscientos años más tarde, quieren seguir manteniendo ese principio.
Lo peor de la cuestión es que la hegemonía lingüística del inglés como idioma internacional, de la cultura, los negocios y el ocio, hace desarrollar a estos nuevos jacobinos, franceses y también españoles, un doble discurso. Frente a las «lenguas regionales» el discurso es el de los principios generales, el de los valores universales y las garantías cívicas. Frente al inglés, plantean el discurso de la «pequeña nación» respecto al monstruo internacional. Quieren ser a la vez Asterix contra los romanos y Napoleón conquistando al mundo.
Los españoles en este sentido constituyen una imitación del modelo francés en un contexto donde el peso de las diferenciaciones nacionales no les ha permitido mantener una política de idioma único, que es la que impuso Francisco Franco durante su larga dictadura. Pues no olvidemos que fue Franco quien hizo la verdadera revolución jacobina en España, y que la «indivisibilidad» y la «sagrada unidad» de la patria, son los términos calcados de los jacobinos franceses respecto a la patria francesa. Términos que con su ominoso sentido totalitario colorean también la constitución española. Pero la democracia trajo también las autonomías y la legalización de las lenguas de las naciones del estado español. Aquello fue un ejercicio de realismo político y social que ahora pretende cuestionarse.
Ha existido una resistencia por parte de jacobinos de izquierda y de derecha española a admitir la pluralidad lingüística y la cooficialidad de la lengua propia en el territorio en el que es la lengua peculiar. El otro día hablaba con un amigo catalán y comentaba la minorización del catalán en Barcelona y todo su cinturón metropolitano y la necesidad de tomar medidas excepcionales para su supervivencia. Si eso es así en el caso del catalán no digamos que se podría decir de los peligros del euskara. La asignatura de la pervivencia de lenguas propias como el catalán y el euskara es y será asignatura pendiente para las próximas décadas y los nacionalistas tendremos en ello un importante reto para demostrar la vitalidad de nuestra propia identidad.
Pero frente a este peligro que es un peligro que afecta la propia supervivencia de las lenguas, los nuevos defensores del castellano pretenden esgrimir un nuevo peligro. El peligro de un idioma como el castellano, con 400 millones de hablantes, respecto a lenguas que en sus propios territorios son minoritarias. La ideología de un imperio periclitado, en este caso el español, se disfraza de ideología de la civilidad y de las garantías ciudadanas, igual que hace la Academia Francesa.
La Banda de los Ayatollahs sigue empeñada en su cruzada para colocar el velo lingüístico a los vascos. Y a los catalanes. Y a los gallegos. Y si les dejan, pronto el Mundo entero lucirá el burka del «castellanopapanatismo». Savater, Rosa Díez y demás ultra ortodoxos del racismo idiomático castellano han dado un paso más en su propuesta para crear una «Solución final» que termine de una vez por todas con los idiomas cooficiales del Estado que no sean su cervantino materno. Proponen que su otrora intocable Corán-constitución se modifique para garantizar el uso hegemónico del castellano. ¿Para qué aprender idiomas si uno ha tenido la bendita fortuna de nacer en el seno del Pueblo Idiomáticamente Elegido?. Al español medio el Inglés se le atraganta desde hace décadas y así España está a la cola de su aprendizaje en la Unión Europea. Todo el mundo sabe que el Francés está bien como disciplina sexual pero es demasiado complicado de escribir y pronunciar (le sobran letras y no pronuncian bien la «R»). El Chino será muy útil para relacionarse comercialmente pero ya se ha abierto un Instituto Cervantes en aquel país y para ahorrarse el esfuerzo de aprender semejante galimatías, mejor esperar a que la imperial institución extienda el uso del castellano entre los chinos hasta que reconozcan su superioridad y lo adopten como lengua oficial. ¿El Catalán, el euskera y el gallego?. Esos menos, ¿para qué sirven?!. En fin, que el saber ocupa lugar, es muy cansado y si uno está estudiando idiomas no puede ver al mismo tiempo los partidos de la Eurocopa…
Dirudienez, arazoa zera da: «el acceso igualitario de todos a la administración y a la justicia”. Gaur egun, euskara eremu horietan tresna egokia, estandarizatua eta hedatua ez den neurrian, badugu oso bide luzea gure aurrean. Zeren -bai herritar guztientzako berdintasunezko gaitasunak lortzea, bai oztoporik gabeko euskararen erabilpen zabaldua- abertzale baten helbururik nagusienetarikoak baitira.
KLASIKOAK izeneko argitaletxeak «XX. mendearen ondarea» bilduma prestatu du. Nire aburuz, hau bezalako ekimenak sustatu behar ditugu.
Bilduma horren liburuen zerrenda zera da:
Hannah Arendt: Eichmann Jersusalemen
Karl Popper: Gizarte irekia eta haren etsaiak I
Karl Popper: Gizarte irekia eta haren etsaiak II
Rachel Carson: Udaberri isila
John Dewey: Artea esperientzia gisa
Ludwig Wittgenstein: Azterketa filosofikoak
Albert Einstein: Lan hautatuak I
Albert Einstein: Lan hautatuak II
Max Weber: Politika, eta Zientzia lanbide
Norberto Bobbio: Demokraziaren etorkizuna
Theodosius Dobzhansky: Genetika eta espezieen jatorria
Ernest Gellner: Nazioak eta Nazionalismoak
Marvin Minsky: Gogoaren elkartea
John Rawls: Justiziaren teoria bat…..