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“Patria”: cuando no hay viento para llevarse el humo (1)

Luis de Arrangoitze

Hace unos meses se estrenó con la correspondiente campaña de marketing en los medios de comunicación, la serie de HBO “Patria”, basada en la exitosa obra de Fernando Aramburu. Hay que decir que el contenido de los 8 capítulos de la miniserie sigue de manera literal el contenido de la novela, por lo que su visionado no añade nada nuevo a aquella, aunque deja algunas escenas memorables gracias al talento interpretativo de sus actores.

En una de las escenas más bellas de la serie, dos etarras contemplan escondidos en el monte Igeldo de Donostia los fuegos artificiales de la Semana Grande en la bahía. Al mismo tiempo, la hija y la viuda del Txato, asesinado por ETA los están viendo desde el balcón de su casa en Miraconcha. En los dos lados expresan lo mismo: “que pena de humo, si el viento se lo llevara, se verían más bonitos”. La metáfora retrata el drama de una violencia que alcanza a los dos extremos de la misma, como una neblina que impide a sus protagonistas observar la realidad de manera nítida y sacar todo el partido a la existencia en este mundo.

Muchos son los aspectos positivos de “Patria”. Las personas que han sufrido el acoso y la violencia totalitaria se han visto reflejadas en ella por medio del martirio de Txato y su familia. También los familiares de personas que pertenecieron a ETA. Solo por eso, “Patria” merece un respeto. También refleja de manera notable algunos aspectos relacionados con el conflicto de la violencia en Euskadi: la dominación intrafamiliar, la presión grupal sobre el individuo, el hostigamiento de la gente señalada, la incapacidad para mostrar los sentimientos, la incomunicación… Todos estos aspectos tienen un retrato en la serie que es merecedor de alabanza. Pero es preciso discernir sobre las aportaciones de “Patria” en relación a lo que se ha venido a llamar “la batalla por el relato”. Desde este punto de vista, la serie que es una aplicación casi mimética de la novela, merece una crítica más pormenorizada que cuando se acomete, deja a la luz unas fallas que los críticos coinciden en ignorar.

Errores en elementos históricos en la narración

La historia discurre durante la década de los ochenta y en el siglo XXI, una vez el terrorismo ha terminado. En muchos casos se percibe por parte del autor de la novela y de los guionistas un dominio precario de las fuentes documentales. Los llamados “años de plomo” fueron los años en los que ETA empleó el tiro en la nuca y los tiroteos armados con las Fuerzas policiales que caracterizaron los primeros ochenta, hasta que la organización terrorista adaptó el coche-bomba como método para causar atentados de mayor impacto como los que perpetró el Comando Madrid a partir de la segunda parte de esa misma década. Los procesos de Argel y las conversaciones de 1992 dieron paso a la estrategia de la “socialización del sufrimiento” y al asesinato de políticos de distinto signo. El relato discurre por esos contextos de manera continua, sin matizar en aspectos ideológicos y tácticos que modularon y reorientaron la actividad de ETA durante el transcurso del tiempo. Y esto es así, como señalo después, porque la línea de continuidad que se expresa en la serie, prescinde de la propia producción documental de ETA como actor político. Es como se si tuviera una idea acerca de ETA y se quisiera plasmar lo que es ETA con independencia de cómo y por qué actuó a lo largo de tanto tiempo, cuestión que no se puede conocer sin prestar atención a la naturaleza, la estrategia y los modos de lucha política de esa organización.

Se podría objetar que este es un aspecto prescindible, toda vez que lo que se pretende es mostrar como afectó la violencia a unas determinadas personas de nuestra sociedad. Este sería suficiente argumento para no apelar a este punto de crítica, si tanto la novela como la serie, no mostrasen aspectos ideológicos y políticos que atribuyen a la organización terrorista y a sus innumerables defensores en Euskadi –según se destila del relato-. El hecho es que la serie retrata la historia de un activista de la organización y la sociedad en la que vive. Hay una valoración política de los acontecimientos que se quiere retratar. Si esto no fuera así, no tendrían sentido los altavoces mediáticos y políticos que se le han proporcionado tanto la novela hace unos años, como ahora, a la serie. Es un hecho incontestable que se ha tratado de atribuir a “Patria” de un papel significativo en el “relato” de lo que ocurrió en Euskadi. Por tanto, la serie destila unas determinadas conclusiones morales y políticas, que van más allá de una plasmación de carácter intimista sobre la violencia en Euskadi. Siendo esto así, podemos encarar un análisis sobre esas conclusiones políticas.

La importancia que adquiere el elemento étnico-cultural en la narración.

El conflicto que se atisba en “Patria” es un conflicto étnico, con el binomio autóctono-inmigrante y otro cultural euskara-castellano. A este conflicto hay que añadirle el conflicto localismo-universalismo. Son varios los momentos en los que se hace referencia a la minorización de los vascos con apellido de origen castellano, así como al juicio negativo de quienes no saben euskera en la serie. Esto proyecta el peso del conflicto sobre esta dualidad étnico-cultural. No hay duda de que este conflicto juega su papel en el problema del conflicto vasco. Pero no en los años en los que está ambientada la serie. Gran cantidad de hijos de inmigrantes de las olas de los 50 y 60 están escolarizados en euskera en el tiempo en el que se suceden los hechos en la serie.

La visión racista y supremacista se proyecta sobre el personaje de Miren, la madre del miembro de ETA, Joxe Mari. Y es precisamente Miren, quien más enérgica y radicalmente defiende a ETA desde el ingreso de su hijo en la organización. Su explícita defensa neófita de la violencia se vincula a su condición de madre incondicional. El vínculo a la organización se establece sobre el elemento del amor materno-filial. Al empresario asesinado, a Txato, euskaldún y autóctono no se le atribuyen esos atributos que se atribuyen a Miren. Pero Txato es la víctima y Miren la madre de quien pertenece al comando que lo asesina. Joxe Mari, su hijo etarra, tiene un carácter impulsivo, primario, maniqueo e irreflexivo. Además de eso, Joxe Mari muestra su aversión a la política: “A mí la política no me interesa. Yo solo lucho por liberar a Euskal Herria. Después, me voy al monte, planto unos manzanos y me dejáis en paz”. Esto es lo que les comunica a sus compañeros de ETA en una noche de tragos. Joxe Mari es un localista, con gran apego a su pueblo y a su gente, percibe el pueblo como la comunidad natural, y dicha pertenencia está íntimamente ligada a su pertenencia a la organización.

Todos estos atributos son los que en la novela y en la serie son relacionados con ETA y la violencia terrorista. Pero no solo con ETA, sino con toda la comunidad en donde se insertan Miren y Joxe Mari. El pueblo en el que ocurren los hechos es un pueblo pequeño, una comunidad cerrada, aunque industrial, como lo muestra la empresa de transportes de Txato y el trabajo siderúrgico de Joxean, el padre de Joxe Mari. Miren y Joxe Mari son los representantes de esa comunidad cerrada, con sus propios códigos y patrones de conducta inmutables que se transmiten de generación en generación. La dualidad nosotros-los otros, se plasma siempre sobre esta comunidad de referencia y pertenencia. Nosotros somos los virtuosos y los débiles, a los que “los de fuera” vienen a dominar. “Patria” vincula a todo lo que rodea a ETA y a la violencia, con el tradicionalismo en sus distintas manifestaciones: familia, religión, cuadrilla, poteo, sentido de pertenencia a lo cercano…

El papel que se le otorga a la religión católica en “Patria”

Siendo así, es normal que la novela y la serie otorguen al cura del pueblo, Don Serapio, una importante función en la comunidad política del pueblo. No se puede decir que Don Serapio sea ambiguo con la violencia de ETA. Don Serapio simpatiza y apoya directamente la violencia y actúa como agente político para desactivar toda manifestación contraria a la misma. Si el clero vasco había sufrido la acusación de connivencia con la violencia terrorista, quien vea la serie, no tendrá ninguna duda con el papel del cura del pueblo. Como él afirma ETA es “David” y España “Goliat”, confiriendo a la lucha del pueblo vasco por su supervivencia de unos tintes bíblicos. No se plasma directamente el peso del clero en la comunidad, pero se muestran escenas de Don Serapio con Miren y Don Serapio con Bittori –esposa de Txato-. Con Miren el trato es amable, pero de un firme apoyo a la lucha de ETA, con Bittori el trato es mismamente amable, pero con un mensaje claramente desactivador sobre Bittori de cualquier intención de enfrentarse a la violencia, bajo el pretexto de crear conflicto en el pueblo. El cura del pueblo toma tal cariz mefistofélico que produce hilaridad. Don Serapio llega a afirmar: “Dios quiere a los vascos buenos junto a él“¿Quién rezará en euskera cuando nuestra lengua desaparezca? Nadie”. Aquí la imagen divina se vincula a la lengua.

La religión católica es muy importante en “Patria”. Tan importante como que la evolución del personaje de Miren, de una persona apolítica hasta convertirse en fervorosa defensora de ETA, viene propiciada a partir de la entrevista que tiene con el cura, quien le convence que su papel es estar junto a su hijo, siguiendo así, los designios de Dios y del Pueblo Vasco. Esa evolución es posible por el ascendiente del cura sobre ella y la comunidad. De esa forma se vinculan comunidad, tradición, religión y lucha política.

El tradicionalismo/universalismo

A través de la dicotomía de los personajes de Joxe Mari y Gorka, que son hermanos, se expresa el dualismo tradicionalismo-universalismo. Gorka es opuesto a Joxe Mari. Es homosexual, abierto, paciente, tolerante, tiene empatía con las víctimas y “huye” literalmente del pueblo, más concretamente de la influencia de Don Serapio porque se entiende que también lo va a manipular para la causa del pueblo vasco. Gorka es escritor en euskara. Y Don Serapio le llega a insinuar que debería emplear sus dotes creativas para funciones más importantes y solidarias –en ese instante, ya sabemos que el cura se refiere a la lucha intelectual a favor del terrorismo-.

Se marcha a Bilbao a vivir, en busca de oxígeno y poder vivir su condición de homosexual con más libertad. La dicotomía Joxe Mari-Gorka queda reforzada en el vis a vis de la prisión, donde Joxe Mari le reprocha que está viviendo con un hombre en Bilbao y que con ello “está manchando el apellido”, atribuyendo así la condición de homófobo al etarra. La oposición queda reforzada cuando Gorka le recuerda a su hermano el dolor que ha provocado.

Esta dicotomía es más acentuada todavía en la novela que en la serie televisiva. Porque Gorka además de escritor y poeta en euskera, es lector de bibliografía izquierdista, cuestión que se contrapone al carácter primario y apolítico de su hermano etarra. Con el personaje de Gorka se recalca un universalismo progresista opuesto frontalmente al localismo conservador del hermano etarra. En todo instante se relaciona un comunitarismo difuso, local y cerrado con la violencia terrorista, mientras que el universalismo progresista y liberador representa todo lo contrario a aquello.

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5 comentarios en «“Patria”: cuando no hay viento para llevarse el humo (1)»

  1. Asi pues, dentro de esos parametros, no se entiende que el asesinado sea un euskaldun del pueblo.

    El detalle tendencioso de la novela es dar al suceso rango de generalidad, ya qus las victimas euskaldunes que eran pequeños o medianos empresarios, fueron poquisimas.

  2. Ignacio,
    Quieres decir que las víctimas euskaldunes de ETA fueron pocas?
    Ni por el forro. Fueron miles. Entre extorsionados, secuestrados y asesinados.
    Desde los parametros del articulo, me lo he leido dos veces, es perfectamente posible que asesinaran a un euskaldun, por todo lo que dice el articulo. Era un enemigo de clase.

  3. Desde los parametros de la novela, digo. El autor de este articulo lo dice, la novela plantea un conflicto «etnico».

    Y, asesinados que fueran pequeños empresarios euskaldunes existieron muy, muy pocos. Recuerdo 2, y de hecho no eran pequeño empresarios sino mas bien mediano-grandes.

    Aramburu trata de dar rango de generalidad a algo que no lo fue.

  4. Ignacio: consulto los datos y veo que ETA ha asesinado a 33 empresarios inocentes. No computo secuestros ni extorsión, esto sería incalculable, se calcula el número de 10.000. De entre los empresarios autóctonos asesinados por ETA, recuerdo y he encontrado:

    ANGEL BERAZADI 1976
    JOSE LEGASA 1978
    LUIS BERASATEGI 1979
    ENRIQUE ARESTI 1980
    FRANCISCO ARIN 1983
    JOSE MARIA LATIEGI 1984
    SEBASTIAN AIZPIRI 1988
    PATXI ZABALETA 1988
    JOSE MANUEL OLARTE 1994
    ISIDRO USABIAGA 1996
    PATXI ARRATIBEL 1997
    JOSE MARIA KORTA 2000
    INAXIO URIA 2008

    Como ves, no son dos. Son más. Me dejo más porque alguno , los más antiguos no conocìa, pero los que me alcanza el recuerdo, la mayoría, sí. La capacidad criminal de ETA ha sido tan larga que se necesita mucho tiempo para contrastar datos.
    Da los mismo la condición y lugar, todas personas con una dignidad que nadie tenía derecho a violar. Me da igual de donde fueran o el idioma que hablaran, pero contestando a tu aseveración de que el asesinato de «empresarios euskaldunes» fueron una anécdota.
    No se si esto te parece «la generalidad», a mí si.
    ETA persiguió a los empresarios vascos autóctonos. Este es el dato.

  5. JELen agur

    Al MLNV siempre le ha satisfecho que el enemigo considerara su lucha como etnica, supremacista, patriótica, heredera de Sabino Arana, con una Iglesia cómplice… Formaba parte de ese engaño necesario para su desarrollo.
    Cuando veo que se edita una novela ya con el titulo de Patria, donde se intenta reflejar las vivencias de personas que convivieron con la realidad terrorista ya me parećió un mal comienzo.
    Confieso que ni he leído la novela ni he visto la serie. Creo que entra en los tópicos de la época que aun perduran y que parece que hay interesados en mantener, a la vista del despliegue promocional de ambas. Creo que la verdad es mucho mas interesante. Te contestan que es una novela pero la promocionan como documental. He ahí el engaño, el fraude. La venden como documental para que la gente se enganche pero en formato de novela para permitirse falsear lo que les de la gana.
    Creo que ambas, novela y serie, no han hecho ningún bien.

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