Azala / Portada » Gizabidea. El camino vasco del bien común

Joxe Martin Larburu

Los vascos, más de una vez, hemos sido objeto de negaciones absolutas. La percepción que en España tienen de la mayoría de nosotros es problemática. La acusación de ser reaccionarios e insolidarios, una constante histórica, ha calado en el pueblo español. Sufrimos acusaciones de un etnicismo racista que no se ajustan a la realidad. Nuestro país, a pesar de que cuenta con una identidad secular, no se ha construido siguiendo el modelo de patrias y naciones fundadas por conquistas y concepciones políticas interesadas y artificiales.

Cientos de miles de personas no originarias del país, vascas hasta la médula, son nuestro ejemplo de integración. La identidad vasca se ha construido, fundamentalmente, desde lo social (la vecindad). Pero ni esto, ni la lucha secular de los vascos en favor de la igualdad social y en contra de otorgar privilegios por clase o casta, nos han librado de comentarios adversos de muchos intelectuales:

Los fueros habían sido suprimidos tras la segunda derrota en las guerras carlistas, donde los campesinos vascos, enfrentados al liberalismo español y al de sus propias ciudades, hicieron bueno el juicio de Engels que veía en vascos y bretones ejemplos de «Volkerruinen», ruinas de pueblos en vías de extinción, útiles entre tanto sólo para defender causas reaccionarias (“La Nación Vasca: del mito a la historia”, Antonio Elorza – Catedrático de Ciencia Política Universidad Complutense de Madrid-)

En este texto de Elorza, aparecen confrontadas tres visiones, dos de pretensiones globalizantes y la tercera, de raíces locales:

  • La del liberalismo español, con influencia en las ciudades vascas,
  • La de los creadores del marxismo que nos consideraban una ruina de pueblo,
  • La de los campesinos vascos, llamados ‘reaccionarios’ por su escasa disposición a aceptar las innovaciones que les querrían imponer los anteriores.

Pero, si en Euskadi y en el Estado Español los partidarios de estas visiones no se dejasen llevar por su monolitismo de sus ideologías, se darían cuenta que en el particularismo de los baserritarras vascos había una concepción humanista de vida (“gizabidea”, que diría JM Barandiaran), que incluía una alta estima por sus instituciones sociales y políticas. Pegada a su tierra sí, pero solidaria – que desde el “eskuko”, “esku ahal duna-rekin”- y abierta a la convivencia otras culturas europeas y mundiales. Si en lugar de paralizar o atacar el autogobierno, que por derecho histórico nos corresponde, lo facilitasen, todos nos beneficiaríamos. De la aplicación del pensamiento vasco en los ámbitos sociales, culturales, económicos etc., nuestra convivencia, también con el Estado, saldría reforzada.

Si queremos convivir hay que “desapropiar” ideológicamente estas visiones globalizantes que tantas desgracias nos han traído. Ayudar a implantar la idea que el vasco tiene de los bienes, más como responsabilidad que como propiedad, posibilitaría la practica de una justicia social más avanzada. Para este pensamiento, la expropiación de los bienes comunitarios no es algo que depende o está en función del carácter estatal o particular del sujeto que se apropia de los bienes, sino del hecho de imposibilitar al auzokide de su disfrute y control directo. Cualquier intervención del Estado o corporación pública destinada a obtener la titularidad o propiedad de esos bienes constituye un acto de privatización exactamente igual que los expolios individualistas.

La expresión «aquí todo es de todos y nada es de nadie» fue válida, tanto para designar la jabetza (responsabilidad) de las minas, como para la de los bosques o montes vascos, controlados y disfrutados en «régimen comunitario».

Frente a la regulación de bienes propiciada por el principio del «derecho» entendido como que los demás respeten lo mío, el principio vasco del «deber» frente a los demás, me obliga a respetar a las personas que forman la comunidad y los bienes comunes que les corresponden.

Planteando la pregunta ¿de quién son los bienes? desembocaremos en el derecho de propiedad. Si la planteamos ¿para qué y cómo sirven los bienes a la comunidad?, entonces, el difunto Pako Garmendia nos diría: «las necesidades históricas cambiantes obligarán a adaptar a aquellas relaciones en razón de usos y disfrutes, más o menos estables, pero sin imponer propietarios estáticos a la romana». «MENDIAK. ASPECTOS SOCIALES EN EL USO DE LA TIERRA». Editorial ETOR. Donostia. Año 1980. p. 77.

Sobre el tema escribe Pierre Rosanvallon:

«Pero estamos hasta tal punto marcados por esta ideología, la de la propiedad, que sólo sabemos interrogarnos sobre el Sujeto de la propiedad, trátese de un individuo, de una colectividad o del Estado, sin llegar realmente a poner en tela de juicio su Objeto mismo. Lo esencial del horizonte de nuestra reflexión limita el problema de la propiedad al problema del propietario. Hay que superar este punto de vista». (Pierre Rosanvallon. «LA AUTOGESTION». Editorial FUNDAMENTOS. Madrid. Año 1979. p. III.)

Recuperar la tradición foral supone cambiar la cuestión de la lucha por la propiedad de los bienes, por la de poner los bienes al servicio de la comunidad. De su consecución dependerá la calidad de la relación entre los bienes y las personas.

Nuestras comunidades vecinas deben entender que, si los vascos nos esforzamos en recuperar la libertad que por historia y como pueblo nos corresponde, no es para alejarnos sino para vivir en armonía con ellos. Queremos una sociedad socialmente avanzada, dispuesta a transitar, solidariamente con el resto de pueblos, de lo local a lo universal. Demostrando con hechos que no somos un pueblo insolidario.

Todas las organizaciones sociales y políticas vascas deben poner todos los medios civilizados para conseguir que sus vecinos les acepten y les entiendan. Las dificultades para conseguirlo no nos deben desesperar. Los atajos de la confrontación, además de tener dudosa eficacia, denigran a los pueblos. Empujar en esa puerta de la política exterior, no nos debe impedir aplicar internamente el pensamiento vasco. La empresa, la euskalgintza, y todos los otros campos de la herrigintza nos esperan. Hoy la unión entre vascos para aplicar “Gizabidea” en todo lo que está en nuestras manos es fundamental. Necesitamos propuestas concretas, pongámonos a ello.

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9 comentarios en «Gizabidea. El camino vasco del bien común»

  1. Todo lo escrito estaría muy bien de no ser por un gigantesco matiz, que de tanto obviarlo, da que pensar que se hace a propósito por parte del «nacionalismo» oficial y el «patriotismo» oficial, y sus oficiales adoradores:

    la tasa de natalidad vasca esta bajo minimos y esto nos coloca en situación de alarma nacional, para el presente y sobre todo para generaciones venideras muy próximas.

    asi que muchas gracias al «nacionalismo» y al «patriotismo» por generar la receta ideal para el suicidio nacional.

    pueden ambos seguir patrocinando la inmigración moruna (solo cita la moruna por peligrosa e INADAPTABLE).

    de vergüenza.

  2. JELen agur

    Me encanta el articulo que suscribo al 100%.
    Esto es desarrollo vasco propio, frente a la mediocridad foránea.
    El nacionalismo es el único que reivindica valores propios y de alto valor añadido para el desarrollo social y del bien común. Debemos seguir en este camino.
    Sin duda.

    Y los que ladran contra nosotros, lo que tienen que hacer EN PRIMER LUGAR es mostrarnos su alternativa social y ver si puede mejorar la tradicional vasca.

    Otra cosa es humo….

  3. precisamente lo que uno trata de defender es la tradición vasca y especialmente la pervivencia vasca. ahora bien, si tradición vasca ahora pasa a ser tradición vasco-moruna con riesgo de ser unos mohicanos en nuestra propia tierra ….que tus hijos lo disfruten, chaval.

    y de paso te llevas a los moritos a tu casa por nochebuena.

  4. JELen agur

    Yo creo que se pretende mostrar que en este foro se realizan consideraciones racistas.
    Y eso no debe ocurrir.
    El morito es racialmente tan dispar del vasco como el de Albacete.
    Los que vengan deberán conocer lo que hay aquí, apreciarlo, respetarlo y, si puede ser, aprender y extender esta filosofía social a su entorno.

    Pero para ello, lo debemos valorar nosotros, los vascos, en primer lugar. Y confrontarlo con otras experiencias negativas como la capitalista y la socialista.
    El foráneo que viene con postulados contrarios a la tradición vasca, deberá darse cuenta que su pensamiento es monolítico y que existen realidades diferentes con experiencias muy positivas.

  5. no se que me cuentas de razas, chico. ya estas sacando las «razas» a pasear, como la españolada cada vez que lloriquea?

    pero ya puestos, la tuya es buena? has procreado?

  6. De un artículo anterior de Joxe Martin Larburu: “Para que Euskal Herria fuera Pueblo, nos unió más la vecindad que el parentesco mismo. En nuestras costumbres que son ley, en nuestra sociología, si se llegan a comparar el «parentesco» y la «vecindad», siempre lleva la primacía la razón de vecindad.” (D. Manuel de Lekuona)

    La buena vecindad es primordial para nosotros, somos un pueblo abierto pero con “raíces”, todos los que las respeten nuestra “etxea” y nuestro “auzo” pueden ser buenos amigos auzokides, independientemente de que su procedencia sea morisca ó alemana.

  7. JELen agur

    Tú has sido el que has sacado el racismo con tus comentarios. Yo sólo lo he constatado.
    El foráneo y el local, ambos, deben respetar las bases éticas sobre las que se construye la convivencia.

    Los hijos deben tenerse de acuerdo al compromiso ideológico y moral de cada uno….y su capacidad economica y afectiva.
    Yo creo que cumplo. Y supone esfuerzo y renuncia.

    Lo que no se puede es esperar a que los demas crien hijos y el gobierno los eduque y les desarrolle profesionalmente para que a ti te paguen las pensiones.
    Ni esperes que los inmigrantes te las vayan a a pagar. Antes se traen a sus familias o les envian el dinero a su pais.

  8. «Lo que no se puede es esperar a que los demas crien hijos y el gobierno los eduque y les desarrolle profesionalmente para que a ti te paguen las pensiones»

    Muy de acuerdo. Y tranquilo, ni lo espero ni lo quiero.

    «Ni esperes que los inmigrantes te las vayan a a pagar. Antes se traen a sus familias o les envian el dinero a su pais.»

    Exacto, por lo tanto, donde esta la solidaridad y la adaptación hacia la sociedad vasca de los inmigrantes?

    Como para hablarles del «auzo», yo es que me parto con el wishful thinking JEL/IA.

  9. JELen agur
    Porque no está bien planteado desde una visión materialista. Económicamente no compensa.
    Solo es humanista como se puede entender la actitud acogedora (aunque exigente) de los vascos.

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