Azala / Portada » Argala, mito negativo

Joxan Rekondo

1. El homenaje que, hace pocos días, ha tributado Sortu a Argala ha puesto de manifiesto que subsisten graves impedimentos para realizar lecturas del pasado deslegitimadoras de las violencias injustas que hemos padecido. Es muy difícil conciliar el discurso de Arkaitz Rodríguez con el interés de promover los derechos humanos como base de la convivencia presente y futura de los vascos.

No sería justo impedir el acto de recuerdo a la persona que murió asesinada, ni oponerse a la exigencia de responsabilidades por este crimen cometido en el marco de la guerra sucia contra el terrorismo. Sin embargo, el acto de Sortu iba más allá. Al reivindicar lo que Argala aportó como militante político -obviamente, de ETA- y las contribuciones ‘político-intelectuales’ que realizó durante su militancia en una organización que se autodenominaba ‘militar’, la izquierda abertzale viene a anunciar que no tiene intención de realizar un relato autocrítico de su pasado.

2. José Miguel Beñaran ‘Argala’ es un personaje que influyó de manera decisiva en la confección del discurso que ha legitimado la continuidad de la violencia de ETA hasta su desaparición en mayo de este año. Según el que fue jefe político de ETA, es la injusticia inherente al sistema capitalista la que justifica la violencia revolucionaria. Y el único criterio para acreditar la validez de los medios utilizados en la lucha contra el sistema sería su eficacia a largo plazo.

Imbuido de un sentido dialéctico que aparecía en todos sus textos, Argala concibió el recurso a la violencia tanto desde una perspectiva pasional como estratégica. Como respuesta a la desaprobación que el lehendakari Leizaola hacía de las acciones de ETA, Beñaran proclamó que “la violencia en Euskadi Sur es casi una necesidad visceral” (Zutik 65, agosto 1975). Pero, en su lógica estratégica imperaba también el objetivo de llevar a los vascos a una situación de guerra popular, a la búsqueda de “la generalización de la lucha armada y la formación de un ejército popular” (Zutik 69, febrero 1978) para la realización de la revolución que perseguía implantar un régimen socialista en nuestro país.

Tras las elecciones de 1977, amplios sectores de la sociedad vasca dejaron de comprender la persistencia de las acciones de ETA. Las fuerzas que representaban a la mayoría social vasca venían reclamando reiteradamente el cese de las mismas. A iniciativa del PNV, se celebró la primera gran manifestación masiva ‘por una Euzkadi libre y en paz’ (octubre 1978), que mostró el rechazo de la mayoría social vasca a la escalada de violencia que se estaba produciendo durante estos años. En este contexto, Argala veía muy lejos el momento del ‘pueblo armado’ y, en el mensaje póstumo que dirigió a la Gestora proamnistia de Arrigorriaga (diciembre 1978) censuró la inconsecuencia de los que gritaban en las calles ‘ETA herria zurekin’ y no llegaban a enrolarse en la organización.

3. Argala vivió la década ideológicamente más turbulenta de ETA, en torno a la que se catalizó una gran actividad militante y se afianzó, a golpe de escisiones, la orientación ideológica marxista adoptada por la organización a partir de su V Asamblea. Por encima de su activismo en los comandos ekintzailes, Beñaran representaba la preeminencia de una lucha ideológica que presentó el pensamiento revolucionario de ETA de una forma transparente. Los informes, manifiestos y boletines que salen de su mano se difundieron sin enmascarar posiciones ideológicas y llegaron a abordar abiertamente los debates estratégicos y tácticos que se estaban produciendo en el seno de las organizaciones de la izquierda abertzale, especialmente los que implicaban a las ETAs militar y político-militar.

En el plano ideológico, la llamada ‘transición’ era tenida como un estado de ‘legalidad semi-dictatorial’, aunque la expectativa que creaban las nuevas formas institucionales podría causar una desafección social hacia ETA. A causa de esto, unos pocos meses antes de ser asesinado, Argala creyó que era necesario clarificar los principios ideológicos de la organización terrorista. En el Zutik 69 (febrero 1978) reiteró que la acción violenta de ETA debía buscar la destrucción del Estado burgués español y su sustitución por un Estado socialista que, “por necesidad histórica”, se desenvolvería bajo un régimen de dictadura del proletariado.

En este contexto, la lucha nacional aparecería ligada al proceso revolucionario en un plano estratégico. De acuerdo con esta concepción, lo nacional vasco operaría así “como factor de radicalización de la lucha de clases” y como “catalizador del proceso de lucha social en todo el Estado” (Zutik 69). Argala tenía claro que, si se quería radicalizar el enfrentamiento político, no cabía otra vía que recurrir a la clave nacional vasca. En Europa Occidental, según venía a decir el dirigente de ETA, el enfrentamiento de clases ya no tenía el potencial de agudización de conflictos hasta un nivel de antagonismo que justificaría una lucha armada. Sería, sin embargo, la lucha nacional la que podía dotar de un carácter más radical a la lucha social, y podía justificar el recurso a las armas.

El impulso de lo nacional se pondría así al servicio de la revolución social. No obstante, Beñaran era muy consciente de que ni así desaparecía la profunda contradicción entre la causa nacional y la lucha de clases de la que da cuenta el esquema marxista clásico. De ahí que, en su autobiografía (1976), advirtiera que lo que realmente une a los trabajadores es su identidad de clase, por encima de las diferencias nacionales que los separan.

4. A menudo, de la época de Argala se recuerdan las conversaciones de Txiberta, en las que se buscaba que las fuerzas políticas vascas respondieran de manera unitaria ante las primeras elecciones pluripartidistas que se celebraron tras los 40 años de franquismo, en un movimiento que la izquierda abertzale quiso someter a la tutela política de las armas, a las que en ningún caso se quería renunciar. Presentado de esta manera, pudiera parecer que el proyecto que ETA consolidó bajo la dirección de Argala era de unión interna y de ruptura hacia fuera del país. La ruptura, sin embargo, también lo era hacia dentro, y ya había sido consumada por las generaciones que le precedieron en la dirección de ETA.

Desde las primeras Asambleas de la organización, se fue preparando la ruptura con la legitimidad democrática que ostentaba el Gobierno Vasco en el exilio. Beñaran lo manifestó de la manera más categórica, con una rotundidad que no dejaba lugar a dudas: ETA “jamás ha admitido su autoridad, [puesto que] solo aceptará la de un Gobierno popular revolucionario” (Informe Comando Txikia, 1974).

Frente a la acreditación histórico-democrática del Gobierno surgido en Gernika y la mayor “audiencia en las masas” (Informe Txikia, 1974) de los partidos que lo apoyaban, ETA oponía el crédito popular que se creía haberse ganado con sus acciones armadas. Pese a conocer su posición minoritaria ante la sociedad vasca, la obsesión de Argala y de todas las generaciones de ETA hasta su reciente final ha sido la de apropiarse para sí la representación de los intereses políticos del pueblo vasco.  Una postura de carácter totalitario que han mantenido sin renuncia hasta su misma disolución.

5. El discurso actual de la izquierda abertzale no emociona. Zohardia, la ponencia que marca la actual orientación política de Sortu, resolvió que debía activarse una nueva épica para seducir a los sectores más concienciados y combativos” (2017), sin los que la izquierda abertzale no podría ejercitar los modos de lucha, acción directa y desobediencia, que exigen la mayor implicación.

Por lo tanto, cuando Arkaitz Rodríguez llama a tejer su relato, en el que se inscribe la presentación de Argala como mito y militante ejemplar, habríamos de entender que este relato incluye la épica que busca incorporar a los sectores combativos que hoy se muestran desafectos con la línea trazada por Sortu y estimularlos para la acción militante más comprometida.

Ciertamente, el mito de Argala puede resultarles efectivo atendiendo a las circunstancias en las que fue asesinado. Pero, no parece que la épica de la izquierda abertzale quiera ceñirse a beneficiarse de una versión victimista de la vida de sus militantes. Aunque se haya abandonado el terrorismo, siguen sintiendo la necesidad de una épica de combate. Ahí se justifica el recurso al mito de Argala como militante, buscando la emulación, como demandaba Arkaitz Rodríguez, de su capacidad de compromiso, de organización y de lucha. En este ámbito, sin embargo, Argala es un mito negativo, ya que es el hombre que sentó los fundamentos intelectuales de la escalada terrorista de ETA. Por esta razón, podemos concluir que, si la nueva épica se articula en torno al culto a la militancia en ETA, jamás podremos llegar a consolidar las bases de una convivencia socio-política que se funde en torno a la protección y el aseguramiento de los derechos humanos para todas las personas. La amenaza seguirá latente.

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14 comentarios en «Argala, mito negativo»

  1. La IA no cambia más que en aquello que se le obliga a cambiar. Como “la ruptura democrática no vendrá desde el Estado; no existen condiciones para ello”. No hay condiciones para la ruptura horizontal se pide a sus hermanos de clase españoles que apoyen la ruptura vertical.
    “(…)Así las cosas, hacemos un llamamiento a la izquierda española, a todo español que se sienta y diga de izquierdas, a que respalde una alianza de esas características, una alianza en contra del fascismo, por la democracia, por el derecho a decidir de los pueblos… Les llamamos a que se comprometan con los procesos soberanistas de Catalunya y Euskal Herria, porque esa es la única opción para, en su caso y sólo en su caso, poder democratizar el estado español; esa es la única opción para, en su caso y sólo en su caso, poder construir un modelo social y económico justo también en España. Les llamamos a que de una vez por todas asuman, interioricen y respeten aquello que decía “Argala”: “los trabajadores vascos no somos españoles ni franceses, sino única y exclusivamente vascos, y lo que nos une con ellos, con los trabajadores españoles y franceses, no es la pertenencia a una misma nación, sino a una misma clase”.(…)”

  2. Que mal envejecer estáis teniendo Joxan, con relatos que no se sostienen en 1978 a la luz de 2019.
    Quedémonos con la ficha de Irujo sobre Argala de 1975, el tan aficionado a los archivos, cuando su partido habiendo ofrecido a ETA entrar en el Gobierno Vasco además avalaba a Argala por si hiciera falta para que consiguiera el estatuto de refugiado. Porque el PNV, el PNV de entonces si sabía quiénes eran los patriotas y quienes los terroristas.

  3. Sería de agradecer que el señor Victor precisara que tipo de relatos no se sostienen ya que el señor articulista enlaza lo que dice Argala como jefe de ETA en la época de la transición con lo que expresa Sortu, que además está avalado por una lucha histórica en la que ambos extremos muestran una evidente continuidad. Lo de Irujo no deja de ser más que una pincelada de época, en la que todavía no se veía el fin del franquismo. En todo caso, ETA no quiso aceptar la legitimidad del Gobierno Vasco y eso es lo importante, que su proyecto era contrario al de Irujo.

  4. Declaraciones de Irujo, Julio 1977:

    «La actuación de ETA tenía una justificación en la situación violenta en que vivía el País Vasco bajo la dictadura, pero una vez que esto ha terminado, lo lógico es que los miembros de «ETA se reincorporen a sus actividades habituales», manifestó Manuel de Irujo a su llegada a Madrid».

    https://elpais.com/diario/1977/07/13/espana/237592815_850215.html

    Según Argala, el objetivo de ETA, es “la generalización de la lucha armada y la formación de un ejército popular” (Zutik 69, febrero 1978)

  5. Argala manifiesta en su autobiografía que: Recuero que, por ejemplo, para sensibilizar frente a la guerra del Vietnam, poníamos en la puerta de la iglesia parroquial fotografías de niños muertas por las bombas. Pero lo que ni yo ni mis compañeros de aquel entonces comprendíamos con todas sus consecuencias, era que la guerra del Vietnam no era un mal en sí mismo, sino producido por el imperialismo americano en su lucha contra las justas aspiraciones de liberación nacional y social del pueblo vietnamita; y que la única solución posible estribaba en la derrota de las tropas norteamericanas en aquel territorio.

    ¿Pero cuál fue la solución real tras la derrota de las tropas americanas?

    El PCV creó su primera región autónoma al año de la retirada de las fuerzas francesas. Ho Chi Minh recalcó que la Región Autónoma Thai-Meo era un prototipo al cual los pueblos pudieran aspirar. En realidad, la R.A. Thai-Meo contenía veinticinco grupos nacionales.
    La R.A. Viet Bac contenía catorce grupos étnicos.
    La R.A. Lao-Ha-Yen, también era étnicamente muy heterogénea.

    Apenas tuvo lugar la victoria del PCV sobre todo el territorio de Vietnam, las regiones autónomas de Vietnam del Norte fueron declaradas extintas.

    Armado del mito de una sola nación vietnamita, Hanoi proclamó una política de asimilación. Durante octubre de 1976, el Viceministro de Cultura anunció los planes de asimilación para los que describía como los “aproximadamente 30 nacionalidades con diferentes lenguas, costumbres y hábitos y con una población de 2,5 millones que viven en áreas de montaña, deltas, áreas de costa y zonas fronterizas”.

    La solución era clara y progresista: “El estado tiene el deber de traer una nueva cultura progresista a esta gente”

    Examinando su medio siglo de lucha, Ho y sus colegas podrían reclamar que se habían ajustado totalmente al criterio citado de que “los movimientos nacionales dirigidos eficazmente contra el imperialismo contribuyen de forma infalible a la lucha revolucionaria general”.

  6. Me refiero, señora Zeberio, a que la criminalización de Argala que el señor Rekondo sugiere quizás más un artículo propio de Goiz-Argi que de la realidad de los años setenta en los que Xabier Arzalluz, desde el respeto decía de Argala que “Quienes entregan la vida por su pueblo merecen nuestra admiración y respeto, aunque reconozcamos todo cuanto nos separa de sus modos de actuación” añadiendo además que el asesinado estaba dedicado “a una causa que es también la nuestra”.
    Porque, como escribía antes, Beñaran como Txomin y otros ETAkides curtidos en la clandestinidad compartieron exilio en Iparralde, en Paris o Inglaterra con los vetustos dirigentes jeltzales eran los puentes, los puntos de contacto entre el Gobierno Vasco en el exilio, ETA y el PNV. Precisamente por eso Monzón intento recomponer cierta unidad de acción en Txiberta Argala mediante porque era una persona que encarnaba ETA porque como escribiría también Onaindia era una persona que sabía que tarde o temprano habría que cruzar el puente de la negociación y hablar. Atxulo decía en 2003 que Argala estaba preocupado en suma por la imposibilidad de lograr un acuerdo nacional con el PNV, nunca sabremos qué hubiera pasado si no hubiera sido asesinado.
    Mito negativo?. Tal vez para los del Goiz-Argi de 2019. En 1978 era otra cosa.

  7. El señor articulista no hace la menor criminalización de Argala, utiliza sus textos donde este repite y requeterrepite que está a favor de la lucha armada que hay que crear un ejército popular y que quiere que cuanto más gente se apunte a ETA mejor. Por favor, le pido señor Victor, que escuche el audio con las propias palabras de Argala, pidiendo carne fresca para el reclutamiento. Después de la muerte de Argala su invento siguió dando cuerda y dudo mucho que ningún líder nacionalista sea tan ingenuo como en aquel entonces estuvo Arzallus. En 1978 el PNV no estaba de acuerdo con que ETA creara un ejército para acabar con la democracia, me remito a informaitor.

  8. Barkatu Rekondo jauna,bide ertzetik noa,zure lanari jarraitu gabe,baina hemen españatar batek Goiz Argi aldizkaria aipatu duanez datu batzuk azaldu nahi nituzke komunikabide horretaz
    Lehenik esan dezagun,euskal aldizkarien artean diru zigorrik handiena jaso zuen aldizkaria izan zela Goiz Argi;1974 azaroan agertutako artikulo bategaitik 150.000 pesetako zigorra jaso zuen
    Horretaz aparte,Españiar agintariek 1972garren urtean,otsailean,baitu zutela ,bainan etziran hor bakatu españiarren zigorrak, 1975ko urrrian,berriro ere baitua izan zan,eta no hay 2 sin 3,esaldi erdaldunak arrazoia zuen oraingoan ere, 1977garren urtean,mututurik utzi zuten españiarrak euskal aldizkaria. Hiru aldiz beraz,zigortua.
    Agur eta ohore Goiz Argi aldizkariari,zigor guzien gainetik aurrera jarraitu zuelako.Bakoitzar berea.

  9. JELen agur

    ETA no hizo una lucha antifranquista, porque desaparecido Franco continuó e incrementó sus acciones armadas. Luchaban contra todo el que se oponía a sus objetivos revolucionarios.

    Los etarras no están curtidos en el antifranquismo, sino que fueron unos niñatos abducidos por los revolucionarismos socialistas y que quisieron imitar en nuestra patria. Para sufrimiento prolongado, el de los gudaris y nacionalistas que sufrieron represión franquista desde el minuto uno, o tuvieron que abandonar la patria hacia el exilio.

    ETA, con Argala al frente, sabía que tenía que abducir al PNV con la demagogia de su independencia, y autodeterminación, y deshacer al PNV, porque “solo JEL sobra” era el principio fundamental. Nada de puentes sino de engaños, absorciones. El PNV al tren, pero en la máquina solo ellos. Así que nada de acuerdos, sino de manipulación.

  10. Por qué la relación PNV-ETA?
    Yo tengo una tesis. Las simpatías y la cobertura que tuvo ETA de la base del PNV y de algunos dirigentes del partido y algunos servicios del PNV, fue porque eran activistas, no por lo que escribían y decían. Irujo también lo decía: «No necesariamente lo que escriben se corresponde a lo que hacen». Estoy convencido de que la gran diferencia entra ETA y el PNV no era porque ETA practicara la lucha armada. Creo que hay que buscar las diferencias en otras situaciones. Había importantes militantes y dirigentes del PNV que no le hacían ningún asco al activismo. Estaban enfrentados, pero se reconocían como parte del mismo pueblo y dando respuestas, en las que no coincidían, a un mismo problema.

  11. SINTIÉNDOSE morir, aita Iñaki de Azpiazu, que era como se le conocía en Argentina, dictó un artículo que DEIA publicó el 31 de marzo de 1988, mañana hace exactamente treinta años, bajo el título de El Caballo de Troya. Contaba que como tal se veía y sentía él, al reconocer que había tenido una vida muy movida, muy agitada, que “alguna vez tenía que hacer plante”. Obsesionado con la problemática de Euzkadi, Azpiazu explica en aquel escrito que algunos creen que lo más grave es el terrorismo, pero no es eso lo que él piensa, porque “el tremendo problema de Euzkadi es que hay dos nociones de Patria” y que de cada una de ellas nacen dos corrientes, no sólo de opinión, sino de acción: “Ya sucedió en el 36…”. Ve lógico que a los cuarteles de la Guardia Civil los presida un “Todo por la Patria”, y también que en los lugares de entrenamiento de ETA, que ha visitado “en alguna ocasión”, se defendiera un “Todo por Euzkadi”. A su juicio, la violencia de Euzkadi es una consecuencia del enfrentado concepto de Patria, que unos confiesan paladinamente, aunque “otros no se atreven a ir hasta las últimas consecuencias, y anden a medias”.

  12. Lo que tu citas podía corresponder a algún dirigente de algún tiempo del franquismo o unos pocos años después. Pero el caso de ETA es que ETA es una organización marxista-leninista que se hace pasar por nacionalista y les iba la vida en engañar a la gente del PNV a ese respecto. A lo largo de las décadas quedó claro, si tu eras empresario del PNV y euskaldún, podías ser extorsionado e incluso asesinado si no pagabas el impuesto. Eso pasó desde los tiempos de Berazadi. Y siguió con Korta, Uria… Si tu eras ertzaina podías ser acosado, amenazado y asesinado, como el caso de Joseba Goikoetxea. Si tu eras un dirigente del PNV particularmente desafecto, como Imaz o Urkullu, podías aparecer en las listas de los objetivos de ETA. El pobre Iñaki de Azpiazu no podía imaginar que los de ETA iban a mandar a hacer gárgaras la misma palabra Euzkadi, porque nada tenían que ver con el nacionalismo vasco y eran sólo unos revolucionarios, como Argala.

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