Azala / Portada » Madurar, ¡qué cosas!

Gabriel Otalora

madurar_opcionalOigo por todas partes la palabra responsabilidad; sobre todo a los políticos quienes, según las encuestas, son el colectivo entre los peor valorados. Del madurar como personas se oye hablar menos, como es normal en una “sociedad líquida” (Z. Bauman) que se rige con el patrón de las personas superficiales, consumistas y volátiles. Hablar de madurez es casi patrimonio exclusivo de la fruta y de su momento óptimo para el consumo en tanto que buena parte del bienestar personal pasa por alcanzar una buena dosis de otra madurez que, como los vinos, solo se llega con la experiencia que dan los años.

Tanto hablar de derechos y desarrollo de todo tipo de ciencias sociales y de la inteligencia emocional y espiritual, para que nos encontremos ahora en una sociedad hedonista a medio hacer -en algunos aspectos cruda- que desdeña la madurez mientras  que ha logrado alcanzar tal nivel tecnológico que podemos arreglar las desigualdades del mundo en un par de años aunque nos angustia que podemos destruirlo en treinta minutos. Las denuncias que nos advierten de ello ya no bastan ante la actitud posmoderna acrítica de quedarse atrapado por la fealdad de lo que se está observando.

Acabo de terminar el ensayo “Vida líquida” del sociólogo Zigmunt Bauman, en el que recuerda que hoy, la autenticidad se encuentra bebiendo una determinada ginebra, llevando una marca de ropa interior, hablando con un determinado móvil o queriendo ir de vacaciones a los sitios que se han puesto de moda. Es la singularidad de que todos queremos gastar en lo mismo para creernos exclusivos, y nos manipulamos unos a otros esa necesidad que tenemos de singularidad. La sensación de sentirnos únicos está en utilizar las mismas marcas y aparatos, pero que serán productos más o menos singulares dependiendo de la capacidad de compra y actualización permanente (de ropa, móviles, coche…), en forma de consumo irracional movido por los estímulos de satisfacer deseos como algo esencial lo cual nos vuelve personas inmaduras y profundamente insatisfechas.

Bauman nos advierte que la sociedad de consumo justifica su existencia mediante la promesa de satisfacer los deseos materiales humanos (remarcando lo de materiales) como ninguna otra sociedad lo ha hecho, aunque esta promesa de satisfacción solo resulta atractiva siempre y cuando los deseos no sean del todo satisfechos.

Para satisfacer esa necesidad de individualidad, nada de buscar en nuestro interior: como si nuestra plenitud se circunscribiera al consumismo. La paradoja que alerta Bauman es lo incomprensible que resulta aceptar mansamente que la lucha por la singularidad se ha convertido en el principal motor, tanto de la producción en masa como del consumo masivo. A este individuo consumista, Bauman lo define como homo eligens, un ser que elige “completamente incompleto, definidamente indefinido, auténticamente inauténtico”, seamos ingenieros, soldadores, abogados, interinas, científicos o amas de casa. El homo eligens y el mercado de consumo conviven en perfecta simbiosis gracias a que aceptamos ser el objeto -que no sujeto- del consumismo que sobrevive gracias a esta inmadurez que nos toleramos y que permite que el consumismo lo invada todo mediante una sencilla técnica que consiste en devaluar los productos cada poco tiempo de haber salido, sacando otros nuevos para generar nuevos impulsos consumistas. Y hacerlo de tal modo que cada necesidad o carencia dé pie a nuevas necesidades o carencias.

Lo más increíble es que no estoy desvelando ningún secreto. Todos somos más o menos conocedores de este juego insensato que nos ha convertido en personas individualistas e insatisfechas. Pero lo efímero del consumismo, además de insatisfechos, nos ha hecho egoístas desarrollando una peligrosa indiferencia ante lo que es bueno y no solo que resulta más apetecible. Frente a la inmadurez que lo invade todo, nos queda la libertad para amar desinteresadamente. Esta capacidad de amar se realiza en la solidaridad que, a medida que madura, se convierte en sabiduría para otros. Esto sí que nos convierte en personas verdaderamente singulares.

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12 comentarios en «Madurar, ¡qué cosas!»

  1. Qué razón tiene señor Otalora , ha hecho una descripción muy buena de uno de los males fundamentales que aquejan a nuestra sociedad , pero ya verá que no va a cosechar una gran cantidad de comentarios , la gente de hoy en día huye del análisis y la reflexión , de pensar diría yo , como de la peste.
    Nos han convertido en un rebaño de consumidores compulsivos , abiertos a toda clase de estímulos consumistas , títeres esclavizados del materialismo más ramplón , yonkis zumbados de las modas y necesidades más supérfluas , y en el ínterin . . .

    Casi el 20% de los menores vascos vive en riesgo de pobreza o exclusión

    El 16,7% de la población de Euskal Herria –521.751 personas– vive en riesgo de pobreza o exclusión social, según los datos recabados por el observatorio Gaindegia utilizando el indicador Arope de la estrategia Europa 2020 de la Unión Europea. El porcentaje asciende a casi el 20% en el caso de los menores de 18 años, es decir, 104.764 jóvenes.

    Las obras acabadas del ramal guipuzcoano del TAV arrastran un sobrecoste del 25%

    El despropósito y la insolidaridad más flagrantes.

    Cada cual que saque sus conclusiones si la fiebre consumista le deja un poco de tiempo para ello.

  2. Ese 25% está más que justificado. Acaso quieres que se queden sin angulas?. Es necesidad, no capricho!

  3. De un mal vino cosechero no se hace un buen crianza ni un buen reserva. Madurar sin partir de una buena base, para nada sirve.

  4. Vida líquida, gran libro.

    » Es la singularidad de que todos queremos gastar en lo mismo para creernos exclusivos, y nos manipulamos unos a otros esa necesidad que tenemos de singularidad. »

    Esta mercancía es la que nos vende el nacionalismo no?

  5. «La sensación de sentirnos únicos está (…), en forma de consumo irracional movido por los estímulos de satisfacer deseos como algo esencial lo cual nos vuelve personas inmaduras y profundamente insatisfechas.»

    esta es una clave del efecto en la sociedad vasca del consumo de la mercancía averiada de la «singularidad» que el nacionalismo vende.

  6. «Bauman nos advierte que la sociedad de consumo justifica su existencia mediante la promesa de satisfacer los deseos materiales humanos (remarcando lo de materiales) como ninguna otra sociedad lo ha hecho, aunque esta promesa de satisfacción solo resulta atractiva siempre y cuando los deseos no sean del todo satisfechos.»

    Esto sí que recuerda mucho al nacionalismo, prometer lo imposible, generar deseos y no satisfacerlos.

  7. «Patxi Zabaletak galdetzen zuen atzo (Deia, 2015.10.20): “¿Podría alguien sostener que la madre de la víctima de un accidente de tráfico sufra menos que la de un atentado de motivación política?” Eta Patxik berak erantzun: “Evidentemente, no”. Ez, Patxi: “Evidentemente, sí”. Nabarmen asko, bai. Argi eta garbi, bai. Jakina baietz.

    Ez naiz ezer asmatzen ari. Nik, nire adiskideen artean, honezkero sei alargun ditut inguruan. Bost istripuz edo gaixoz hilda eta bat, ETAk tiroz eraila. Eta ez da inondik ere berdin. Gauza bat da, hala beharrez, istripuz edo minbiziz hiltzea eta, beste bat, norbaitek “zure herriaren hobe beharrez”, semea edo senarra kale bazterrean bi tiroz akabatzea. Eta akabatzeaz gainera, bere zaleen aurrean hilketa zilegiztatzeko eta arrazoitzeko, hildakoa droga-trafikatzailetzat edo dena delakotzat jotzea.

    Istripuz eragindako heriotza inori leporatu ezin zaion ezbeharra da. Zoritxarra. Eraso politikoz eragindako hilketak, aldiz, biktima aukeratzen du, kalumniatzen eta bere senideak umiltzen.

    Istripuak hildakoaren bizitza biologikoa mozten du; hilketak, berriz, hilaren bizitza biologikoaz gainera, haren eskubideak, erabaki-ahalmena eta duintasuna zapuzten ditu. Kasu batean zein bestean senideen mina berdina dela uste izateak gizakumea animaliatzat jotzea da, oinarrizko giza-balioak gutxiestea.

    Gizakumea sortze beretik dago gaixotasunez, istripuz edo zahartzaroz hiltzeko gertu. Baina ez dago prestatua, ordea, inork tiroz hil dezan. Eta, hain zuzen, minbizia ezin bada osatu, ezin da eta kitto, bizitzaren legea da. Baina ETA erabat ekidingarria izan da beti. Ez zuen derrigorrez, ezinbesteko naturaren legez, sortu beharrik izan. Biktimen senideek errotik dakite hau, eta ez dago malura hori erraz gainditu dezakeen etsipenik.

    Patxik honako ñabardura ere egiten du: “el sufrimiento y las consecuencias de una muerte por violencia de motivación política tiene la virtualidad de servir de parámetro y de límite para la convivencia democrática en la plaza de la igualdad”. Esne-berbak, Patxi. Politikakeria. Tiene la capacidad de generar más dolor, eta kitto.

    ETAk armak utzi izanaren laugarren urtebetetzean balantza egiterakoan, istripuz zein arrazoi politikoz hiltzeak sufrimendu berbera sortzen duela esan digu Patxi Zabaletak. Ezker abertzalearen ordezkaririk zentzudunenetakoa horrelakorik esateko gauza bada… mundu horretatik libra gaitzakeenak libra gaitzala.

    Oharra: 1988ko ekainaren 6an, ETAk Patxi Zabaleta adiskidea hil zuen bi tiroz, Elgoibarren, afal aurretik txikiteatzen ari zela. Alarguna eta bi umezurtz utzi zituen. Bizirik dirauen beste Patxi Zabaletak badu nori galdetu.» (Amatiñoren blogetik)

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