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Lehendakari Agirre (19): Honradez y fuerza moral del pueblo vasco

Ion Gaztañaga

En la segunda parte de la conferencia de la que hablábamos en el anterior capítulo, y relacionado con la evidencia de la fuerza moral de los vascos, Agirre da cuenta de datos extraordinariamente interesantes ante dos situaciones poco divulgadas. La primera, el intento de mediación del vaticano mediante Mussolini, intento que sufrió una grave ocultación y manipulación por parte de los responsables de la República española y acusaciones infundadas desde medios internacionales contra la actitud de los vascos y de su lehendakari. Por otra parte, la honradez del gobierno vasco a la hora de evacuar capitales de los bancos vascos ante la situación bélica y la devolución precisa de los mismos dejando en ridículo la propaganda franquista de expolio, dinero que no fue entregado a todos sus dueños, sino sólo a los afectos al régimen.

Al final, como dice Agirre, la verdad siempre triunfa y a pesar de todo, no guarda rencor de las afrentas sufridas por los que se suponían amigos, pues por encima de las debilidades humanas está el ideal de nuestra libertad, que es necesariamente compatible, como bien dice el Lehendakari, con los ideales de libertad que tienen todos los hombres y todos los pueblos:

(Conferencia “Un creyente ante la crisis actual de la caridad” en el Centro Vasco de Caracas, el día 5 de octubre de 1942, segunda parte)

(…)[En] el Vaticano comprendieron cuán grande era la fuerza moral del pueblo vasco, y hubo una misión diplomática que se (…) me envió a mí. Fue el propio Duce, Mussolini, quien, (…) me envió a un diplomático (…) con unas proposiciones de paz separada. (…) Pedía la «rendición de Bilbao» a cambio de esto: inmediatas negociaciones que se abrirían directamente por medio de un cable secreto que yo dirigiría a Mussolini (…) Y yo contesté: «Donde hay una rendición, ésa no reza con los vascos». (…) Y aquel diplomático me comunicó (…) una confidencia (…) para decirme que incluso se podría pensar, quizás en un protectorado italiano sobre un pueblo vasco libre. (…) Pero, señores, yo me felicito ahora, y en buena hora, de haber contestado como os he dicho antes, que donde hay palabra de rendición no hay conversación con los vascos, porque hoy nuestra situación hubiese sido francamente delicada con un protectorado de esa índole.

Al mismo tiempo, el Vaticano, dándose cuenta extraordinaria de la fuerza moral del pueblo vasco en el conflicto que se desarrollaba en la península ibérica, envió un documento, que fue una carta telegráfica a mí dirigida. (…) Este documento, que fue enviado allá en los primeros días de mayo de 1937, no llegó a mi conocimiento hasta (…) un año después, casi un año después de concluida la guerra civil de España. (…) Un día aparece en la «Revue de Deux Mondes» (…) un artículo víolento de una personalidad religiosa contra los vascos, hablando de la alianza vasco-comunista. (…)

Al leerlo quedé petrificado. Según se decía, el cardenal Pacelli me había enviado una proposición de paz, aprobada por los generales Franco y Mola. «Pero ¿dónde está esa proposición, que no la conozco?» (…) Envié a la Nunciatura de París un emisario pidiendo por favor al nuncio que (…) me informase qué había de cierto en ello, y el nuncio mostró al emisario ciertamente la copia de aquel telegrama. Pero, inmediatamente (…) le contestó al emisario: «Diga usted al presidente que creo en lo que él dice: que no conoce nada». Agradecí al nuncio esta prueba de confianza. Entonces me dediqué a investigar qué era lo que había sucedido. (…) Este telegrama fue enviado (…) en vía abierta, Barcelona-Bilbao, y en aquel mismo momento el telegrafista oficial del Gobierno republicano, viendo la importancia de aquel documento, cumplió con su deber llevándolo al Gobierno de Valencia. Quien no cumplió con su deber fue el Gobierno de la República ocultándomelo. Y esto lo proclamo aquí porque soy hombre que dice las cosas, duelan o no duelan. Lamentablemente, fue esto así.

Pedí más explicaciones sobre ello y hubo un ministro de la República que me las dio cumplidas. (…) Tres años estuvimos los vascos en tal forma que pudiéramos ser tenidos por personas incorrectas, que es lo que más me dolió, porque apareció en la revista una contestación que yo tuve como indigna para mí e indigna para mi pueblo, contestación en la que se decía que yo pedía garantías personales. Los que han luchado con nosotros saben cómo hemos procedido (…) con qué lealtad y con qué alteza de miras, estando siempre en nuestros puestos hasta el último momento.

Entonces dirigí a Roma un escrito al secretario de Estado del Vaticano, preguntando (…) de dónde surgió la contestación que yo no di. Omito detalles, señores, pero puedo proclamar lo siguiente: que nuestra honradez, nuestra limpieza en la conducta, han sido proclamadas. Nosotros hemos quedado en nuestro puesto, el Duce quedó en el suyo y los hombres de la República (…) que hicieron lo que hicieron conmigo, esos hombres también están calificados.

Yo no guardo rencor alguno y hago el contraste para decir precisamente que por la Libertad y la Democracia juntaremos, pese a lo que pese, hombro con hombro. ¿Por qué? Porque por encima de las debilidades humanas y de estas desconfianzas existe un gran ideal; a mi me alimenta, al ser rector de la causa vasca, el ideal de nuestra libertad, que es compatible, porque es ideal de libertad, con los ideales de libertad que tienen todos los hombres y todos los pueblos.

Que la falta de caridad es manifiesta lo prueba la campaña de difamación que se hizo contra el Gobierno vasco, la enorme campaña de difamación que se hizo a cuenta de los famosos valores vascos. El Gobierno Vasco, por necesidades de guerra (…) determinó que esos valores fueran trasladados al extranjero. Pero esta operación se llevó a cabo después de cumplidos todos los requisitos legales y de realizada un acta notarial para cada caso particular de cada ciudadano vasco sin distinción de matices ni de ideologías políticas. (…) A pesar de este escrúpulo en las operaciones, todos sabéis cómo se nos ha difamado y cuántas veces se nos ha llamado ladrones en todos los tonos.

Mas la verdad, que siempre triunfa, proclama hoy día en todas partes y hasta por boca de los propios franquistas, esa honradez vasca y del Gobierno Vasco. Porque habiendo tenido el Gobierno Vasco que devolver a Franco todos esos valores al terminarse la guerra civil en virtud del acuerdo Bérard-Jordana, se hizo con tal exactitud la entrega de los valores que no hace mucho el señor Luca de Tena declaraba en Chile que se había visto sorprendido al recibir de los Bancos vascos el estado de sus cuentas y encontrarse que éstas no habían sufrido la más mínima diferencia. (…)

La verdad proclama también que únicamente los vascos hemos salido perdiendo en todo esto, ya que Franco no ha entregado los valores sino a aquellas personas que le fueron afectas durante la guerra. Téngase presente que los valores de los que no estuvieron con él suponen varios miles de millones. (…)

Ahí tenéis, pues, en estos hechos que acabo de relataros, una prueba más de la falta de caridad que existe entre los hombres. El pueblo vasco y el Gobierno Vasco, exponentes de honradez, se han visto calumniados de ladrones. Yo me veo obligado a salir en su defensa, y por eso he venido a poner las cosas en su debido lugar. No por lo que de defensa personal puedo hacer con ello para mi, pues me conformo con la tranquilidad de mi conciencia, sino por el deber que tengo de defender con la verdad al pueblo a quien legítimamente represento porque él me otorgó, aunque sin méritos míos para ello, esa representación que tanto me honra y me enorgullece.

Publicado en Euzkadi (Caracas), octubre-noviembre, 1942

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4 comentarios en «Lehendakari Agirre (19): Honradez y fuerza moral del pueblo vasco»

  1. Planteas dos cuestiones interesantes, a través del Lendakari. En el tema de la mediación/emisarios: aquí hay un personaje esencial muy poco conocido por toda una generación: don Alberto Onaindia. Este sacerdote makinarra, canónico de Valladolid, viajó a Roma acompañado de José María de Izaurieta, demostrando ambos un valor suicida (es muy recomendable la obra de Onaindia, «Hombre de paz en la guerra». Lo de los bancos tiene sentido. En el Gobierno de Euzkadi (y en su entorno) había varios banqueros y muchos bancarios: entre los primeros, Epalza (Txomin padre), Rotaeche,…Entre los segundos, de la Torre, Aretxabaleta, Abrisketa,… Por el contrario, Franco condenó a sir Ramón de la Sota y Llano «post morten», incautándose de sus bienes. Sus casas fueron saqueadas, incluso un «goya» de su propiedad fue descubrierto por la Policía española (de la transición)…¡en el Ministerio del Interior (Gobernación)!

  2. Y les devolvieron el goya? O se lo kedaron komo los papeles de salamanka?

    Mientras el gobierno vasko devolvio hasta la ultima moneda, todavia hoy hay k aguantar a todos estos peperos kuya fortuna familiar viene del expolio k sometieron a los «vencidos». Kasa, fabrikas, dinero, joyas… kuanto atrako sin resolver hay en nuestro pueblo x part d algunos k encima pretenden dar lekciones.

  3. El «goya» se lo quedaron como pago de impuesto de transmisiones (condo se devolvió parte de los saquado), impuesto de dudosa legalidad ya que cuando sir Ramón murió estaba vigente el Concierto. Los Aznar («navieros») arruinaron la compañía, etc,…

  4. Rendimos nuestras tropas a los italianos del Duce traicionando a la República para salvar nuestro culito nacionalista. Porque somos valientes gudaris pero nos dan miedo los legionarios, los requetés y los falangistas. Los fascistas italianos no, qué buenos.

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