Azala / Portada » Lealtades y deslealtades (1)

Imanol Lizarralde

La narrativa histórica, como nos dice Joseba Arregi en uno de sus artículos, (Vocento, Cumplimiento Estatutario), es un evidente campo de batalla y nadie ha tenido nunca menos narradores que el nacionalismo vasco en los actuales momentos. Dice Arregi que uno de los campos de disputa, es la interpretación de las víctimas del terrorismo en el contexto de 1) la justificación del estado de derecho y el pluralismo democrático,  y 2) la justificación «la perspectiva de la razón nacionalista aducida por los terroristas».

Es síntoma de esa falta de narrativa que Arregi tan sucintamente borre de un plumazo los últimos 30 años de historia institucional de Euskadi sin que sienta la menor distorsión del principio de realidad. Pues a nadie se le escapa, por otro lado, sin necesidad de grandes narrativas, el hecho de que ha sido el nacionalismo quien ha construido esas instituciones democráticas en Euskadi y, por tanto, es parte de la narrativa democrática, de la que Arregi le borra para poner en manos de ETA, «la razón nacionalista».

El razonamiento de Arregi corre por el camino de asimilar la razón democrática a la razón constitucionalista española. Y eso de decir que la verdad y el bien son patrimonio de una opción política determinada (la suya y la de sus actuales amigos) es lo que acerca siempre su narrativa al jacobinismo excluyente. Arregi confunde la generalidad de un ordenamiento jurídico con la democracia y confunde este ordenamiento con unas opciones políticas. Las suyas. Hay una razón nacionalista democrática, y lo niega. Resulta difícil negar algo más evidente.

Esa confusión entre lo real y lo formal es algo típico del jacobinismo y está ahí la diferencia entre las constituciones jacobinas y las anglosajonas. Pues las constituciones jacobinas francesas y españolas hablan de «la nación» francesa y española; la constitución americana dice simplemente «nosotros los americanos». Es diferencia entre la abstracción jacobina, y su tendencia a la distorsión de la realidad, y lo concreto anglosajón, donde son las personas en un determinado ámbito quienes se dotan de unos determinados instrumentos políticos, entre ellos las instituciones democráticas y sus ordenamientos. La razón democrática de Arregi es la interpretación franco-española de la misma, es decir, una variedad, no la única.

Contamos en el artículo con otro ejemplo de desajuste entre el concepto de democracia de Arregi y el sentido de la realidad. Dice Arregi:

«Hablar de cumplimiento estatutario requiere comenzar por el cumplimiento de las consecuencias de la aceptación del sistema, no sólo en la práctica, no sólo por acatamiento silencioso, sino con lealtad al conjunto del sistema que da significado al pacto estatutario. Entre otras cosas porque mal se puede respetar el pluralismo de la sociedad vasca en todas sus consecuencias si no se da esa aceptación clara del conjunto del sistema. Y el PNV tendrá que dejarse preguntar dónde queda su lealtad para con el conjunto del sistema, sin la cual su queja de incumplimiento pierde mucha de su fuerza, en caso de que la tuviera».

Si el Estatuto, como dice Arregi, es un pacto interno de la sociedad vasca y externo entre la sociedad vasca y el estado español, desde la perspectiva de «pacto» las interpretaciones de las partes son irrelevantes a propósito de su cumplimiento. Es decir, el Pacto estatutario se tiene que cumplir por mucho que Arregi piense que el PNV es desleal al «conjunto del sistema».

La interpretación narrativa de Arregi parte de admitir el estatuto como un pacto entre las partes pero, a continuación, se apresta a descalificar a una de las partes como desleal. El pacto entre las partes tiene en Euskadi un contenido muy concreto: es el pacto entre nacionalistas y estatalistas, es decir, es algo transversal, para conjurar el riesgo de fractura política que amenazó a Euskadi a comienzos de los 80.

Fue el nacionalismo, con Carlos Garaikoetxea como lehendakari al frente, quien encaminó a la sociedad vasca por la senda de la integración democrática. Negar esa realidad constituyente, descalificar a una de las partes necesarias para que en Euskadi haya normalidad democrática, o su sinónimo, un entendimiento entre los demócratas, es abogar claramente por la fractura, en función de la interpretación narrativa de una de las partes.

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10 comentarios en «Lealtades y deslealtades (1)»

  1. La ultima vez que vi un articulo del renegado -no es un insulto, asi define su actitud el diccionario de la RAEL- Josema Arregui, perdón Joseba Arregi, cometí el error de leerlo, esperaba, o inocente de mi, que dijese algo diferente a los artículos anteriores, por el tamaño del articulo tenia espacio suficiente para haber explicado la teoría de la relatividad a un niño de 5 años, pero al final era LO DE SIEMPRE.

    Por ello si alguien quiere evitar caer en mi error, le propongo el siguiente ejercicio:

    1.- Extracto de un articulo de Josema:

    A propósito de XXXXXXX quiero decir que….blablablablablablabla…..El PNV se ha instalado en el frentismo….blablablablablablabla…..es necesaria la trasversalidad en esta sociedad mestiza….blablablablablablabla………blablablablablablabla…..no se puede imponer el euskera a la mayoría de este pueblo….blablablablablablabla………blablablablablablabla……

    2.- Sustituya XXXXXXX por cualquier tema de actualidad.

    3.- Ponga ….blablablablablablabla….. hasta completar pagina y media de un periódico del grupo VOCENTO y ya tendrá un articulo de Chema Arregui.

  2. Itsauz, ya veo que arremetes contra todo pichichi, que no sea NACIOANALISTA, pero que MIGUEL >SANZ no quiere a Navarra, en que te basas, Miguel sanz tiene ,mogollon de votos, igual más en porporcion que Ibarrtexe, en la CCAA, que quiere perpetuarse en el poder, solo conoces a este politico que quiere seguir gobernando?, solo pueden pactar los presupuestos con el psoe, los del pnv?, los de UPN, no’, es acaso un partido no democratico, si le sucede la alcaldesa de Pamplona depende del partido que le nombre candidadto y de los ciudadanos que le voten, algo que objetar?

    Pachi Lopez, creo que va a ser miembro del Consejo de Gobierno de gasteiz, como lehendakari o como vicelendakari, en coalicion con uno o más partidos, yo no se con cuales, algo que objetar?, no es legitimo que quiera gobernar si tiene el apoyo de una porcion importante de votos de los vascos?

    Por cierto que mal te ha quedado, eso del ridiculo de Herrera, con los etarras disfrazados, te dan ganas de reirte, para mi no tiene ninguna gracia.

    Saludos.

  3. Lo que menos me gusta de los artículos de Joseba Arregi -dejando de lado el contendio- es el tono en el que escribe, como si no se pudiera pensar diferente a él sin ser una especie de monstruo totalitario.

  4. Bueno, y qué decir de sus intervenciones televisivas: creo que no le he visto ni una sola vez reaccionar ante opiniones distintas a la suya sin escandalizarse y sin hacer aspavientos.

    Un poco como Arranokabia, per cert.

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