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¿Ayuda al realismo la anticipación de un finalismo soberanista impredecible con la evolución del contexto europeo?

Iñigo Lizari

El soberanismo en modo alguno puede constituir un fin. El fin es la pervivencia del pueblo vasco como nación que preserva una cultura milenaria singular que nos convierte en el primer pueblo europeo. A partir de ahí todo lo demás para nuestro nacionalismo democrático constituye simplemente una cuestión instrumental. La anticipación de un finalismo soberanista entiendo que no ayuda al realismo, es más entiendo que es contraproducente, y que genera unos recelos que nos impide desenvolvernos de conformidad a nuestros interés pues se nos añaden cortapisas que de otra forma no tendríamos. El independentismo sólo puede constituir un arma disuasoria para un nacionalismo pactista como el del PNV ante el incumplimiento por el Estado de dicho pacto. El nacionalismo del PNV siempre ha sido siempre a lo largo de la historia un nacionalismo pactista frente al nacionalismo de HB que ha sido un nacionalismo de ruptura necesitada de fracturas sociales.

Sería engañar a nuestra gente negar que, con una hipotética independencia, desaparecerían los problemas que se imponen hoy a nuestro autogobierno. Pero sería engañar a nuestra gente decirle que nuestro país desea esa independencia, ya que nuestro país lo que nos ha dicho es que ni quiere romper con Francia, ni quiere romper con España. Frente a ello lo que tenemos que hacer es reactivar de forma actualizada la viejas formulas de las que este pueblo se ha servido para encontrar un equilibrio entre el desarrollo de sus aspiraciones de ser dueño de si mismo y conservar sus identidad y la conservación de la relación con los respectivos Estados. El nacionalismo vasco tiene que asumir también que la identidad de la gran mayoría de vascos está constituida de múltiples pertenencias y que la vasca aunque muy arraigada es una y no es la única.

¿Quienes somos nosotros para obligarles a elegir entre ser vascos o españoles o entre ser vascos o franceses? Yo mismo no puedo sentir a España como un país extranjero. Esto es algo personal, y lo que afecta a España me afecta también en lo sentimental. Pero yo tampoco puedo ignorar que en España existe mucha gente que no acepta mi vasquidad como una expresión de una de mis nacionalidades, y que arremete constantemente contra nuestras máximas expresiones culturales a las cuales gustaría verlas reducidas al espacio que pueda ocupar en un museo etnográfico. Nuestro papel está en el medio, aportando el punto de equilibrio. El éxito de nuestro nacionalismo dependerá de nuestra capacidad de asimilar otras pertenencias. Si somos capaces de participar de la cultura y de historia y de la realidad política francesa además de la española, si somos capaces de generar una complicidad con la cultura vasca por medio entre la realidad española y la realidad francesa y coger lo mejor de los dos Estados, el pueblo vasco se hará grande y sobrevivirá como uno de los más inteligentes de este mundo cada vez más interdependiente. Nuestra apuesta debe ser la constitución de una Eurorregión material para una vez constituida de hecho sea formalmente declarada en Derecho.

Por todo ello, el aparcamiento indefinido de la opción independentista por una fuerza como el PNV que aspira a la centralidad, es algo que por principios viene obligado a ser asumido, no como una cuestión táctica, sino como una cuestión democrática. Es decir, que esta generación del PNV tenga que posponer a otra generación el debate sobre la independencia, es algo que venimos obligados a hacer no ya porque nos conviene, sino porque la sociedad vasca no lo quiere. La sociedad vasca ya se ha a pronunciado. Ahora somos nosotros los que nos tenemos que pronunciar ¿Queremos que el PNV siga sirviendo a la sociedad vasca los próximos años?

Eso hora ya de que el nacionalismo vasco asuma las propias limitaciones endógenas que se derivan de la sociedad vasca de cara a sus proyectos maximalistas y deja de hablar en todo momento de las limitaciones exógenas que tiene la sociedad vasca. Navarros de la CFN, Euskaditarras, y los habitantes de los Pirineos Atlánticos de la región de Aquitania nos repartimos hoy Euskal Herria, el paisaje vasco y su paisanaje, los Euskaldunes de hoy. Esto es lo que hay. Esto es con lo que hay que trabajar.

Soñar es libre, y soñando es posible hasta la imposible. Cabe soñar con impetuoso Sabino Arana que tropezara con Arturo Campión y que dara un giro en la orientación que había tomado su impulso político apostando por la reconstitución de la soberanía y la territorialidad del Reino de Navarra. Pero es un sueño imposible porque no es posible volver al pasado. Soñar con una independencia de Euskadi, es soñar con algo posible, pero es soñar con algo muy improbable hoy por hoy. Con sueños imposibles no hay que gastar ningún pensamiento, ninguna energía mental. Con lo sueños improbables no hay que gastar ningún discurso, ninguna energía política. Yo desde luego, mucho más que sueños de independencia tengo sueños de convivencia y conveniencia mayoritariamente compartida, y es en hacer realidad estos sueños en los que todos nos debiéramos de esmerar.

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